XII

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"El límite del amor"

El sol de la mañana adornaba el cielo de ese sábado, algunos rayos se escabullían por la ventana y se reflejaban en la cara del castaño, un poco molesto comenzaba a restregarse los ojos son sus manos y sumado de un refunfuño por despertar de aquel...

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El sol de la mañana adornaba el cielo de ese sábado, algunos rayos se escabullían por la ventana y se reflejaban en la cara del castaño, un poco molesto comenzaba a restregarse los ojos son sus manos y sumado de un refunfuño por despertar de aquella manera; Zenitsu era alguien que en verdad adoraba dormir.

Con un cara poco amistosa se levantó de su futón y comenzó a estirarse, bostezando ampliamente como si de un gato se tratase, a duras penas se dirigió al baño comenzando con vaciar su vejiga, luego lavó sus manos y por último su cara, observó con cierto desdén su reflejo y musitó una frase, "que idiota", Zenitsu realmente se veía enojado y manteniendo esa aura poco usual de su parte, se lavó los dientes e inició su rutina de skincare; ¡tenía que poner de su parte si quería acabar con ese rostro tan demacrado!

Luego de aquellos 15 minutos de amor propio, Zenitsu se fue a servir un desayuno, no tenía hambre realmente y se veía tan molesto que hasta su primo, que se encontraba en el living y con quien no tenía una relación muy estrecha, se acercó a preguntarle que le pasaba.

"Me fue mal en la prueba de Química por la que tanto estudié, además últimamente he estado resfriado últimamente "

Una verdad a medias...

Pero es una mentira a fin de cuentas.

Pero eso por lo menos hizo que su primo dejase de preguntar y dijera unas palabras que buscaban reconfortarlo, aunque en verdad el castaño ni siquiera había tenido una prueba de química, aún así asintió a todas las palabras del pelinegro y le hizo un ademán de agradecimiento, aún así eso no le quitó aquella cara llena de amargura; el castaño comenzó a preparar su desayuno en busco de despejar su mente. Pero Agatsuma se estaba ahogando en unas emociones confusas, como si el pecho quemase por la rabia y al mismo tiempo un nudo en la garganta crecía aguantando aquellas ganas de llorar, el castaño estaba al borde del colapso.

Pero bueno, el castaño siempre ha sido hábil ocultando sus emociones así que mientras se preparaba su tan conocido yogurt con arándanos y avena el comenzaba a mantener una respiración calmada, lo único que quería era calmar aquellos pensamientos que tanto le agobiaban; todo era por aquel pelirrojo.

¿Es que acaso no se cansaba? Kamado Tanjiro, aquel jovencito ya era parte de los pensamientos diarios y fantasías románticas del castaño pero esta vez era mera rabia hacia aquel chico, bueno, la verdad no era contra el en sí, sino que la situación que había surgido ayer, ¿por qué Tanjiro le dijo eso?

Oye Zen—aquella voz tan opaca le hizo reaccionar, alzó la mirada y se encontró con el pelinegro quien nuevamente tenía una mirada un tanto preocupada, este se acercó un poco al castaño y lo observo con pena.— El abuelo ya me dijo lo que te pasa, la verdad es que he estado hablando con conocidos sobre tu enfermedad, obviamente no mencione tu nombre ni nada pero llegue con cierta señora que parecía saber mucho del caso, su hija ha tratado con el Hanahaki así que podrá ayudarte, ya pedí una hora porque tenía que asegurarme, no te incomoda ¿cierto?

𝓗𝓪𝓷𝓪𝓱𝓪𝓴𝓲 ; 𝒯𝒶𝓃𝓏𝑒𝓃 (ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora