Se apagaron las luciérnagas,
Se empañó el espejo retrovisor,
Decrépitas se tornaron las ganas,
las gotas caían mezquinas sin grosorni siquiera se hacía la lluvia por más que el deseo fueran un torrencial,
hay cosas, en las que dios no se entromete y prefiere no estorbar,
Destinos hay muchos, esa tarde emulando el ocre no se hacía esperar.
Yo, hubiese querido no fuese cierto,
Pero lo temido ocasionalmente, nos termina por alcanzar.No hay sonido de campanario en iglesia,
que resuene más, que la predicción de cosas que no trascienden y quedan en lo vulgar.
Sin embargo, con lo que quedó alcanza todavía,
para tomarme la osadía,
de encontrar en las líneas venideras,
Nostalgias en los fragmentos,
Remembrando aquella tarde, por las aceras.No hay día igual, no me aflijo
Hay cielo despejado y parcialmente nublado,
Días donde alcanzas a ver la aurora,
Y aquella ocasión en definitiva no fue mi día,
Conteniendo todo aquello, apretando los puños, como cuando quiero sostener algo,
Pero aquello es aire, y ya no está.