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[🍞];; lean la notita del final para que entiendan q pedo ÑSKSÑSKSÑSKS. Ahora sí, lean y LLOREN.

ㅡ[🍒]ㅡ

ㅡPor favor, mi amor. Guarda silencio.ㅡ la petición salió de forma desesperada de los labios de un hombre castaño con un pequeño niño sollozante en brazos. ㅡYa, bebé. Mami está aquí.

Los ojitos lagrimeantes del pequeño pelinegro, que por su apariencia no se dudaba que tenía al menos de cuatro o tres años de edad, hinchados y rojizos por su llanto sollozante, miraron el rostro demacrado y lleno de suciedad de su madre. Su llanto se apacigüó ante las caricias que las manos callosas y sucias, que no dejaban de ser cálidas en su tacto, daban a su pequeño y manchado rostro.

Un ruido proveniente de algún lugar de aquel supermercado hecho ruinas, alertó al castaño. Cuidando de no dañar a su hijo, le cubrió la boca con su mano teniendo presente el no cubrir su pequeña nariz, acurrucando a su niño aún más contra su cuerpo, temiendo el no haberse escondido bien.

ㅡNo hagas ruido. Mami está aquí, y mami te protege, bebé.ㅡ susurró apenas sobre el oído del niño. Nervioso por el ruido que se acercaba, el pelinegro obedeció.

Pasos. Lentos y arrastados. Gruñidos y quejidos, tan inhumanos que crispaban la piel de cualquiera que los escuchara de cerca.

Unos pies caminaron frente al estante en el que JungKook se escondía junto a su hijo, descalzos y grisáceos; con restos de tierra y sangre que emitían un olor putrefacto y asqueroso. Eso, detuvo su caminar, y un ruido sordo y metálico de latas cayendo y rodando por el suelo llamaron la atención de la cosa, qué apenas escuchó eso; cambió radicalmente la velocidad a la que apenas hace minutos arrastraba los pies. Como una bestia salió disparado al origen del ruido, gritos desgarradores y de sufrimiento no tardaron en inundar el lugar. Acompañados del sonido chicloso y perturbante de dientes masticando, inundando su sentido del olfato con un aroma metálico e inconfundible de la sangre.

Lágrimas amargas brotaron de los ojos cansinos del castaño, aferrando con sus brazos el cuerpo de su bebé, negándose a la idea que algo similar le llegase a pasar a su pequeño.

Le había prometido a YuGyeom encontrarse de nuevo, reagrupar a su pequeña familia, con sus tres pequeños de cuatro años. Su único consuelo era el saber que su pareja se encontraba a salvo junto a sus otros dos pequeños en un lugar seguro, resguardado por el ejército. Las pequeñas manitas del niño le trajeron a tierra nuevamente, recordando la situación en la que estaban y el peligro inminente al seguir por más tiempo escondidos en esa estantería mohosa y oxidada.

Pronto, la persona desafortunada, dejó de emitir gritos, para ahora gruñir igual que un animal. Con las pupilas inyectadas en sangre y de un tono blanquecino, la piel amarillenta y grisácea, pero destacando que aún se movía, con parte de su pecho y estómago destruido a mordidas. Con órganos chorreantes y nauseabundos colgando de aquellas aberturas. Se arrastraba sobre el suelo, apoyado en sus brazos ensangrentados.

El corazón le dejó de latir por un momento, la cosa venía arrastrándose en el suelo, iba justo en la dirección en la que estaba el pasillo en el que se escondían. Si pasaba por dónde ellos, nada aseguraba que eso no se les vendría encima, dispuesto a devorar sus cuerpos. No sabía qué hacer, salir corriendo no era opción, entró a ese lugar por la manada de infectados que merodeaban fuera de ese local; el que estaba dentro le había tomado desprevenido, igual que al que ahora se arrastraba a su escondite.

SungYoon temblaba con miedo entre los brazos de su mamá, temiendo de los monstruos de los que habían estado escapando desde hace varios días. Justo desde aquella cita con su pediatra, a la que había ido junto al castaño. JungKook temió más por la vida de su hijo que la propia, su vista alcanzó a ver las uñas negras del recién infectado, raspar las baldosas rotas y mugrientas del suelo.

¿𝗧𝗥𝗜𝗟𝗟𝗜𝗭𝗢𝗦? ¡𝗧𝗥𝗜𝗟𝗟𝗜𝗭𝗢𝗦! | 𝗒𝗎𝗀𝗄𝗈𝗈𝗄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora