Capitulo 1

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A veces, Hinata tenía que esconderse.

Sus días se basaban en cocinar, entrenar y mirar el cielo. Una rutina constante que había durado por lo menos unos dos meses después de su recuperación. Estaba ansiosa todo el tiempo y había olvidado el sonido de las puertas al deslizarse cuando se cerraban.

A menudo pasaba su tiempo en el cuarto de su primo, respirando la ropa que había dejado atrás y observando su cama más de lo necesario mientras tomaba una taza de café.

Hinata odiaba el café, pero sin él, dormiría. Y ella odiaba más la idea de tener que dormir.

Pensaba demasiado en esa habitación, mirando esa cama vacía y algo polvorienta en la que ya nadie dormía. Pensaba en sus siguientes propósitos, algún objetivo que cumplir después. Algo a lo que aferrarse tanto como lo hicieron todos en la guerra.

Tenía que buscar una razón por la cual seguir con vida, porque no podía despreciar el sacrificó de Neji tan fácilmente. No podía matarse porque habían muerto por ella.

Deseaba morir de cualquier manera, pero no lo haría.

Cuando entrenaba lo hacía hasta que se sentía realmente mal. No dormir tenía sus consecuencias, entre ellas algunas alucinaciones.

Hinata podía jurar que alguien le susurraba al oído cuando caía al piso después de un duro entrenamiento en el campo de su equipo. Era en pequeño susurro acompañado del viento. Sabía que no era nadie, que ningún ser vivo podría colarse a su lado y susurrarle cuan bien lo hacía, cuánto había avanzado y que tenía que seguir así. Si pensaba demasiado, si lo imaginaba, podía sentir a su primo al lado, como una presencia positiva dándole aliento y amor.

Un día de aquellos momentos, se quedó dormida en el pasto húmedo del campo, sudorosa y cansada. Dejando que el viento la rodeará con esas ráfagas de aire que tanto le gustaban. Tenía buenos sentidos cuando se trataba de tormentas, seguro que una de ellas la despertaría después. Pero en realidad fue algo más.

Al menor ruido de una rama rota Hinata ya estaba parada y con su Byakugan activado, asustada y respirando agitadamente por el cansancio. Dejo su pose defensiva avergonzada al ver a Naruto con una sonrisa triste en su rostro.

-N-naruto.- dijo aliviada, sintiendo  como sus mejillas se calentaban.

-lo siento mucho Hinata, no planeaba asustarte.- dijo avergonzado.- la mayoría pasa por lo mismo, puedes dejar el byakugan.- Hinata sonrió nerviosa mientras se daba un poco la vuelta y tapaba sus ojos con su mano. No era tan estético como cualquier chica deseara, pero no era eso lo que la avergonzaba. El hecho de no poder desactivar sus ojos era algo que la podía poner morada en tan solo unos segundos. No solo de pena, si no también de furia.

-a-ah, es que. Yo.- intento explicarse, pero para su mala suerte el tartamudeo excesivo había vuelto. Respiro hondo y bajo su cabeza, ocultando su mirada de la curiosa del rubio.-E-es un poco difícil... desactivarlo.- y también era molesto. Había sido entrenada prácticamente toda su vida para poder manejarlo a su antojo. Pero este fallo psicológico que la obligaba a estar siempre en alerta era tan desesperante.

-¿Qué? ¿Por qué?.- pregunto preocupado el rubio.- ¿Acaso te enfermaste o algo?.-

Si no estuviera tan avergonzada se hubiera reído de lo que había dicho.

-a-algo así.- dijo mientras levantaba la mirada, podía ver los canales y puntos de chakra corriendo por todo el cuerpo de Naruto-E-es un efecto secundario. Pasa por u-usarlo demasiado tiempo.- explico la peliazul. Los ancianos le habían dicho que evitará activar su Byakugan sin los sellos necesarios para que al desactivarlo fuera más fácil. Pero la célula encargada de mantenerse alerta en su cerebro le hacia (como todo buen ninja) pararse a luchar con todas las fuerzas que tenía al menor sentimiento de peligro, por lo tanto, como un recuerdo aún más amargo de la guerra, el Byakugan se mantenía activo hasta que se sintiera menos expuesta.

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