A veces Hinata extrañaba salir.
Tenía muchas obligaciones con el clan que claramente no le dejaban tiempo para salir o disfrutar. Desde el rechazo de Naruto en el campo de Entrenamiento se había encargado de pasar el mayor tiempo posible ocupada.
Revisando y firmando papeles de aquí y allá, respondiendo preguntas y haciendo muchas más a los ancianos a cargo. Prácticamente suplicándole a su padre para que le enseñará y le diera más por hacer, incluso practicaba como dar órdenes a alguien frente a un espejo. ( Hinata era increíblemente mala regañando personas sin parecer que les daría un dulce después).
Y al final, cuando las cosas se calmaban, pensaba en lo bonito que se sentiría el aire de afuera. Pero al intentar poner un pie más allá de la puerta de los recintos su mente la obligaba a dar media vuelta y encontrar algo productivo que hacer.
Se engañaría diciendo que no quería encontrarse al rubio de sus sueños caminando despreocupado por ahí, que temía la idea de verlo y echarse a llorar desconsoladamente por su rechazo. Pero la verdad era que el mundo de afuera le aterraba.
Seguramente su primo le daría una patada en el trasero obligandola a salir, aunque sea como antes, solo para un pequeño entrenamiento. Pero simplemente le tenía miedo al mundo.
Unos días después de su rechazo lo había intentado. Había intentado salir y dar una vuelta por el centro de la aldea a conseguir unos vegetales frescos para por fin, después de mucho tiempo, cocinar algo. Pudo haber enviado a alguien por los vegetales, pero no era del tipo de persona que no hiciera las cosas por si misma. Por lo que decidió ir sola como una mujer madura lo haría. Su vergüenza fue fatal cuando se encontró sintiéndose más claustrofobica en el exterior que en su propio recinto.
Se dió cuenta que no soportaba el contacto físico. Alejaba asustada cada mano que accidentalmente se topaba con ella en las recorridas calles, huyendo y tratando de alejar el sentimiento de agobio que la embargaba. Cada mano que rozaba accidentalmente su brazo, cada hombro que golpeaba con el suyo, cada persona apareciendo de repente en su campo de visión era como encontrarse en el propio campo de batalla con cientos de manos intentando dañarla. Había niños gritando, aldeanos charlando y vendedores anunciando sus productor listos y frescos que la cabeza de Hinata interpretó como Ninjas en agonía pidiendo ayuda.
Fue encontrada por su hermana horas después en algún callejón sucio en el que se había refugiado detrás de unas bolsas mientras susurraba incoherencias y tapaba sus oídos con fuerza, balanceadose sobre si misma con el Byakugan activo, pero Hinata podía jurar que no veía nada.
Así que, después de varias revisiones por los sanadores de su clan, algunas visitas de su equipo y regaños de su padre (quien posiblemente ya no encontraba que ordenarle) , se dijo a si misma que debía superar esto, ella era una Kunoichi, una guerrera, una ninja que saldría al mundo otra vez. Solo que más despacio que nunca.
Había declinado gentilmente a todos los intentos de Kiba y Shino por hacerla salir y caminar un rato por ahí. Se dijo que si saldría tendría que hacerlo sola y cubierta. Sin demasiada gente a la cual imaginar muerta o viva y lista para dañarla. Por lo que recurría más al bosque que a la misma aldea.
Hinata saldría unos segundos para después regresar asustada. Después se tomaría un poco más de cinco minutos afuera, y luego de varios días se quedaría sentada en la silla extra que el guardia le había traído mientras tejía solo por unas cuantas horas.
El único inconveniente es que seguía sin dormir, apesar de la orden de los sanadores de su clan ella seguía sin cerrar los ojos por más de dos horas seguidas. Por lo que las alucinaciones eran, entre otras cosas, un poco más fuertes.