A veces, Hinata se enojaba.
Había pasado más de una semana desde la fiesta. Dónde al acabar sin saber cómo, cuando o porque. Termino en los recintos Uchihas una vez más.
No tenía idea de que había pasado y si era sincera, Hinata tampoco quería saberlo. No se molestó mucho en averiguar cosas con sus amigos ya que la mayoría se encontraba demasiado avergonzados.
Estaba más molesta consigo misma por su bochornosa actuación de esa noche y las molestias que seguro le causó al Uchiha. Por lo menos podía recordar que la había descubierto en sus tierras y la había devuelto a casa en vez de dejarla tirada en el piso a morir. No estaba segura de si debía agradecerle y aunque quisiera probablemente no lo podría hacer correctamente. Eso y que estaba lo suficientemente enojada consigo misma como para hacer algo más.
Por lo que esa tarde, después de pensarlo mucho, decidió pasar a saludar a sus vecinos (está vez por la entrada principal) como una persona normal. Lo más normal que un ninja con traumas de guerra puede ser.
Traía consigo una canasta llena de frutas y bolas de arroz. Paso con mucha vergüenza a los terrenos del moreno a el que tantos problemas le había dado, asegurándose de esta vez, hacer notar su presencia lo más posible.
Cómo esperaba el único de los Uchihas no tardó en aparecer con una mirada molesta en sus ojos otra vez.
-¿Que quieres?.- pregunto sin más, observando fijamente a la peliazul hasta que está no pudo evitarse poner roja.
Hinata había superado con mucho esfuerzo ciertos niveles de timidez. Pero cuando tenía miedo era difícil poder ocultar todo el tartamudeo que estaba por venir.
Se inclino lo más que pudo frente a él, esperando así que supiera cuál era el motivo de su visita. Tenía tantas ganas de desaparecer en una nube de humo que Hinata tuvo que abofetearse mentalmente para no hacerlo.
-L-lamento m-mucho las molestias que cause.- dijo rápidamente, extendiendo la enorme canasta llena de comida hacía el moreno.- P-prometo no volver a molestarlo nunca más.-
Hubo silencio, demasiado silencio.
Después de algunos segundos Hinata levantó su Nacarada mirada, pensando que quizás el moreno la había dejado hablando sola.
-¿U-uchiha-san?.-
-¿Que?.-
-¿E-esta bien?.-
-ah, no lo creo - Sudando como un hielo que se derretía, apenas podía mantener los ojos abiertos y aún así parecía tan amenazador como siempre.
Excepto claro, cuando cayó al piso.
¿Que demonios había pasado?.
Habían pasado casi dos horas en que el moreno no despertaba. Hinata había creído que llevarlo al hospital sería lo indicado, pero también creyó que sería una idea que el Uchiha no apreciaría, así que sin más, con el enorme conflicto de interrumpir en su casa (otra vez) se encargó de acostarlo en el sillón y dejarlo descansar.
Comenzó preparando agua caliente y un trapo húmedo para dejarlo descansar. No tuvo el valor de buscar entre su habitación una manta así que se quitó el enorme abrigo que ella traía y lo uso para calmar un poco su frío. También prendió una chimenea que estaba sorprendida que tuviera.
Estaba comenzando a desesperarse. Ella solo venía a disculparse y de la nada este tipo caía al suelo, era verdad que probablemente cuido de ella de igual forma (ya que de alguna manera tuvo que llegar a su cuarto sin que aparentemente nadie se diera cuenta) pero no creia que le hubiera dado gran gusto. Y esto tampoco era uno para la Hyuuga quien ya estaba un poco nerviosa de verlo dormir.
No tenía mucho que hacer aquí, así que decidió inspeccionar un poco el lugar con la mirada.
Estaba sentada en el suelo a un lado del cuerpo esperando a que esté despertara y poder irse. Así que por lo menos tenía una visión ligera de lo que había alrededor.
La sala estaba mayormente limpia. Tenía un televisor enfrente del sofá y muchos, muchos papeles regados por ahí. Principalmente en la esquina, dónde habia cientos de pergamino acumulados y que parecían haber estado abiertos durante horas. Del lado del sofá, justo en dónde reposaba su cabeza, había también unos diez libros apilados unos sobre otros. Tomo el primero de la pila y comenzó a leerlo para matar el tiempo un rato. Cada diez minutos cambio la toalla húmeda y calientita y se aseguraba de regular su temperatura lo más que podía. Sabía que iba mejor pues activaba el byakugan de vez en cuando para ver sus canales de chakra y este se encontraba intacto. Solo parecía ser un colapso corporal. Seguramente despertaría en unas horas más.
Finalmente, Después de haberse aburrido hasta la muerte. Dejo una nota para que le avisará cuando despertara y si necesitaba algo mas. Estaba segura de que jamás sería contestada y que probablemente no se volverían a encontrar. Se colocó sus sandalias y salió de los terrenos Uchiha dejando un caldo de vegetales apagado en la estufa. Solo vegetales porque aparentemente no tenía ni un solo trozo de carne en su refrigerador.
Llegó a casa con la preocupación de que el Uchiha seguramente la mataría o la amenazaría como la vez pasada. Probablemente, si no se hubiera desmayado, eso es lo que iba a decirle.
Cómo todas las noches no pudo dormir. Se encontró tejiendo o doblando ropa que ya había Sido doblada más de tres veces.
En algún punto de la noche camino a la habitación de Neji y recostó su cabeza en su cama. Inhalando un olor que ya estaba apunto de desaparecer y anhelando tenerlo de vuelta. Era tan fácil llorar en esta habitación, tan fácil dejar salir todos sus sentimientos, tan fácil simplemente... Extrañarlo.
Si tan solo pudiera regresar el tiempo. Haría hasta lo imposible por mantenerlo vivo. Pensó en su sueño de aquella noche fría. Dónde jamás se reconciliaron, jamás la vio con ojos tiernos de amor ni compasión. Aquel sueño en que la odiaba con toda su alma, pero seguía vivo.
Porque si aún la hubiera odiado, jamás habría dado su vida por ella.
Estaba molesta. Resentida con el destino, con el pasado y con lo que el futuro le daba a enfrentar. No creía que algún día olvidará a Neji o dejara de llorar.
A veces, Hinata simplemente odiaba tener que estar viva.
