Cinco

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Inhalando una buena cantidad de aire, Naruto procuró poner cara seria, se mordió el labio inferior y soltó despacio pero conciso.

-Kakashi Sensei, tenemos que hablar de algo importante-  trató de apaciguar su nerviosismo y ansiedad al mirar la silueta frente a él. -Creo que ya no debemos...- negó con la cabeza en desaprobación, demasiado tartamudeo, y además, se estaba liando él solo.

Caminando en círculos, intentó pensar en algo más certero, pero nuevamente se encontró con ideas volubles y confusas. Mente en blanco, consecuencia de sus contradicciones y confusión respecto a lo acontecido.

¿Qué es lo que quería exactamente?

Puede que años atras fuera el chico estúpidamente infantil y soñador que piensa con cambiar las cosas proponiendoselo, sin embargo, ahora todo era diferente. Podía seguir teniendo un montón de sueños y metas, pero la vida real le había demostrado cuan crudas eran las cosas.

Al menos tres cuartas partes de los habitantes de la aldea lo odiaban. Cuanto y más con su regreso. Otros tantos le temían, y una minoría dudaba de él y su sueño por convertirse en Hokage. Después estaban Jiraiya y Tsunade, quienes habían pasado horas y horas dialogando a solas con él en su afán por sacarle la verdad de aquel cansancio extremo que venía presentando desde que empezara a tener relaciones con su mentor.

Naruto no negaba haberse sentido muy confundido con toda la presión que implica saberse el blanco de largas peroratas que no llegaban a ningún lado. Jiraiya había propuesto enviarlo a una aldea lejana por tiempo indefinido con la futil esperanza de que Akatsuki no diera pronto con su paradero. Por otro lado, Tsunade apoyaba la idea, pero insistía en el riesgo que acaecía su estado y exigía una resolución rápida.

Con los labios levemente fruncidos en una mueca de disgusto, Naruto volvió a confrontar seriamente el espejo, imaginandose que realmente era Kakashi quien le escuchaba y no su simple reflejo.

-Ya no debemos...- se miró al espejo. Las pronunciadas ojeras delatando su actual cansancio, y articuló forzosamente. -Voy a volver a mi departamento. Me he exigido mucho estas últimas semanas y...

De repente, sintió ganas de llorar. No quería que lo relegaran con los civiles, y Jiraiya había insistido en el tema de Akatsuki en su proposito de hacerlo desistir de salir de la aldea para participar en las misiones de grupo.

Ellos querían que no saliera más de Konoha, por su propia seguridad, pero al mismo tiempo involucraban otros factores externos para inducirlo a quedarse y olvidarse, al menos temporalmente, de las misiones. Desde los posibles fallos de salud, hasta la posible interferencia de Akatsuki.

Sorbiendo por la nariz, Naruto reprimió otro sollozo. Todo esto pasaba por haberle pedido a Kakashi que lo instruyera en las artes sexuales. De no ser por ello, seguiría entrenando y recibiendo misiones cada cierto tiempo.

Y es que Naruto veía un imposible el quedarse en la aldea, ahora que dos personas de confianza como Jiraiya y Tsunade, le daban la espalda.

Desde siempre a Naruto le había hecho mucha falta una familia. Jiraiya, Tsunade, Iruka y Kakashi, eran de los pocos Shinobis que realmente creían en él, pero no era suficiente, nunca lo era y a veces, Naruto si que necesitaba de un abrazo cariñoso y unas palabras de afecto. Pero jamás lo decía, porque entonces lo tomarían por débil e inmaduro.

"¿Por qué yo no tengo mamá y papá?"

Y quizá acertaran en ello.

**

Saltando de rama en rama, Kakashi era seguido de cerca por Pakkun. Llevaban acaso diez minutos desplazándose cuando se  giró bruscamente sobre sus talones, haciendo que el perro ninja frenara en seco a mitad de otro salto.

Juegos de seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora