Capítulo 8

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Los días antes de la salida acordaron algunos detalles como la hora y el lugar. El plan era que Horacio lo buscaría a su casa y desde ahí vagarían por la ciudad tranquilamente. Por lo que Volkov le envió un mensaje con su ubicación. 

El moreno se colocó un gorro de lana. Ese día hacía mucho frío así que se había vestido con una chaqueta roja abrigada y su bufanda azul favorita. Tomó las llave y salió del departamento.

Mientras caminaba hacía el metro, iba hablando para si mismo en voz baja para no estar más nervioso.

—Tranquilo Horacio, es solo una salida de amigos, son solo amigos, no debes preocuparte por eso. —Sentía su corazón latir veloz. —No es una cita romántica, solo van a ir a hablar de cosas de amigos, no van a besarse ni nada por el estilo.

Luego de seguir repitiéndose esas palabras, llegó a la estación del metro. Dejó salir un suspiro nervioso. Minutos después de viaje, el metro paró y él salió de allí. Realmente no vivían tan lejos. Tardaría como media hora en ir a su casa caminando.

Horacio comenzó a caminar por las calles siguiendo las indicaciones de su GPS hasta que finalmente llegó a su destino. Giró hacia la izquierda y se encontró con el hogar de Viktor.

Era un lugar muy bonito y grande. Al parecer los padres de Volkov tenían dinero aunque, según lo que le había contado su amigo, antes vivía en una granja. 

Se dirigió nervioso a la entrada, dio unos pequeños golpes. Unos segundos después una mujer abrió la puerta. Era realmente alta e intimidaba bastante con su actitud.

—¿Hola? —Su porte era elegante pero a la vez frío.

—H-hola, eh... soy amigo de V-Viktor y... —fue interrumpido por la mujer.

—¡Oh! Eres Horacio, ¿no? —Su postura cambió a una más relajada aunque seguía siendo intimidante a los ojos del moreno. El no hizo más que asentir con la cabeza. —Pasa, pasa. Viktor todavía está arriba así que puedes esperar en la sala de estar.

Horacio aceptó la propuesta ya que afuera hacia mucho frío y era mejor esperar dentro de la casa.

Al entrar observó detenidamente el lugar, no parecia muy hogareño, todo era de tonos grises y con alguna que otra foto. Miró a la mujer a su lado. Era más alta que él y ni siquiera estaba usado tacones. Llegaron a la sala de estar y la mujer lo invitó a sentarse.

—Vitya nos ha contado mucho de ti.

—¿Vitya? —¿Quién era Vitya?

—Siempre le decimos Vitya a Viktor, es un diminutivo de su nombre muy común en Rusia.

—Oh, no sabía eso. —murmuró nervioso y ella sonrió levemente.

—¿Sabes? Me alegra que Vitya haya hecho un amigo y, por lo que me dijo él, eres alguien increible, amable y paciente. Para mi eso es más que suficiente.

Las mejillas de Horacio estaban completamente rojas y esta vez no era por él frío.

—¿E-enserio dijo eso de mí? —El moreno estaba atónito con lo que había escuchado, ¿él era así? Siempre se había visto como un chico normal, aburrido y que a veces era grosero, no como alguien increible y amable. Hasta parecía la descripción de un héroe de las películas.

La mujer iba hablar pero fue interrumpido por su hijo mayor.

—¡Mamá! ¿Por qué no me avisaste que había llegado? —El de cabello bajaba las escaleras apurado. No hubiese bajado pero justo escuchó la voz de su amigo.

Ambos giraron hacía el origen de aquella voz. El muchacho solo llevaba una camiseta de mangas largas. Horacio se levantó de su lugar hacía él.

Only flowers know about us | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora