Capítulo Cinco

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Desde que Tweek había llegado a su vida los fines de semana eran insípidos, no tener la libertad de poder admirar ese bello rostro lleno de espasmos y tics era una condena. Aún recuerda a su madre señalarlo diciendo que el amor le cambió para bien, y es que su actitud aunque no lo pareciera, las personas cercanas podían notar esa ligera diferencia de su actuar, aparte, era su progenitora, aunque su padre ignorante de la vida de su hijo alegaba que eran tontas ideas femeninas, Laura Tucker conocía a sus hijos de pies a cabeza.

Claro, el amor en verdad le había cambiado, empezar a disfrutar la escuela (aunque sólo una clase en específico), iniciar a arreglarse levemente (aunque luego pensaba que estaba exagerando y volvía a despeinarse) y a considerar ser un poco más amable (considerar cabe destacar), detalles que si bien su madre tenía razón no lo admitiría, menos la persona que le causaba esos estragos en su personalidad. Sería un suicidio publicar el hecho de estar enamorado de su profesor de repostería.

Sabía lo que la gente opinaba, quitando el detalle de estar enamorado de otro hombre, y que este fuera ligeramente mayor (detalles menores) era que el mundo consideraba que un interés hacía un profesor era normal para un adolescente y algo que sólo era pasajero, un pequeño gusto por compartir tiempo obligatorio en la escuela, era consciente que sus amigos pensaban eso, pero para Craig no era así, estaba al tanto de sus propios sentimientos como para poder identificar cuando estaba interesado verdaderamente en alguien, y en su poca (nula) experiencia en el amor podía jurar que Tweek Tweak era, es y será el único en su corazón.

ㅡ¿Porqué no quieres tenernos en tu casa?ㅡ el suspiro que salió por su garganta retumbó de una forma más profunda de lo que había querido, sonó casi como un gruñido, sus manos intentaban conseguir luchar entre las llaves, su celular sobre su hombro y mejilla y la lista de compras que su padre convenientemente había dejado arriba de un estante, maldecía ese descuido probablemente hecho a propósito.

ㅡNo es que no quiera Clydeㅡ volvió a gruñir, estaba cerca de conseguir el mugroso papel, si solo estiraba un poco más su mano ㅡ, mis padres y mi hermana salieron, me toca a mi las compras y mi mamá me está obligando desde hace cuatro semanas en ayudarle cada día con su nuevo jardín

ㅡ¿Ayudas en el jardín?ㅡ le pareció un poco molesta esa burla, ¿era tan descabellado imaginarlo en ayudar a cortar tontas hierbas inservibles y flores muertas?

ㅡSi Clydeㅡ remarcó ㅡ, tenemos un pequeño invernadero, desde hace tiempo ayudo a mi mamá en el jardín, al principio era molesto pero le agarré el gustoㅡ dio una victoria en silencio para el mismo al conseguir el estúpido papel ㅡ, si vienen los obligaré a ayudar.

ㅡMmmm, si me puedo llevar una flor te ayudaré, Token también acepta.

ㅡBien, los espero, recogeré unas cosas del patio y en cuanto lleguen iremos a comprar lo necesario.

Colgó, si lo pensaba bien, tener un par de manos extras no era mala idea, al contrario, podría hacerlos trabajar de más y descansar lo que no ha podido en las anteriores semanas. Dejando las cosas en la mesa estiró sus brazos sobre su cabeza escuchando su espalda tronar, sin duda desde que su madre lo agarró como ayudante en el jardín conseguía estar más agotado que de costumbre, de por sí anteriormente se dedicaba a llegar a casa, hacer tarea por unos minutos, tal vez jugar un video juego o ver una serie y a dormir, una rutina que su mamá decidió arruinar para ponerle disque responsabilidad a su vida, estaba seguro que simplemente le dejó esa carga para ella librarse de los cuidados de las plantas.

Abrió la puerta trasera y observó el pequeño invernadero que protegía las plantas del frío lugar, aunque se quejara constantemente de tener que desperdiciar su tiempo en unas tontas plantas llegaba a perderse, llenando una pequeña regadera podía disfrutar del silencio del agua callendo sobre las flores, cortar las hierbas malas era divertido pues sentía que derrotaba a villanos que atacaban las cosechas, incluso llegó secretamente a hacerle un funeral a la primera margarita que murió en sus manos, detalle que nadie tenía que saber nunca.

Rosas Anónimas [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora