CAP 1

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Dos años, ya habían pasado dos años desde aquel día y las cosas habían cambiado bastante desde entonces, Sam ya iba a empezar la universidad, Bumblebee aún se encontraba viviendo en su garaje, mis padres que se pusieron como locos cuando se enteraron de que trabajaría parcialmente con mi hermano, Mikela y yo logrando hacernos grandes amigas y por último la relación entre Sam y Mikela que me hicieron perder 20 dólares contra el amigo de Sam. Fue un tiempo productivo sin duda.

Y ahora me encontraba ayudando a Sam con su mudanza.

— Por favor explícamelo otra vez— imploré cargando una caja— ¿Si aún faltan dos semanas y media para que vayas a la uni por qué tenemos que hacer todo esto ahora?

— Ya te lo he dicho mil veces— me reprochó Sam mientras yo ponía los ojos en blanco.

— Pues explícamelo mil y una— Sam suspiró con dejadez mientras sacaba de su armario un puñado de ropa para meterlas en las cajas, entonces al hacerlo una chaqueta en especial nos llamó la atención a ambos— ¿Esa es...

— La chaqueta de aquel día— suspiró él— Doy gracias a que todo aquello acabó hace tiempo.

— Sí bueno, la verdad sé que el estar a punto de morir no fue una gran experiencia, pero mira el lado bueno, tenemos subvenciones de por vida por mantener el secreto, tú vas a ir a una gran universidad y yo trabajo con mi hermano— enumeré con alegría todas las ventajas que eso nos había traído— Y además, no puedes decir que no te alegraste de conocer a los autobots y a Bumblebee— sonreí.

— Hablando de Bee— dijo de pronto— ¿Cómo es que has pasado tanto tiempo con él este verano? Venías por la mañana al garaje y no te ibas hasta tarde.

— ¿Qué? El pobre no puede salir de ese cubículo, yo solo iba y le ayudaba a entretenerse, o le daba charla yo a él o él me la daba a mí— contesté con calma mientras cargaba las cajas.

— Optaré por creerte— contestó Sam rodando los ojos.

— Espera ¿No me crees? ¿Y qué se supone que hice entonces?— cuestioné ofendida de que no me creyese ¿Y qué se supone que había hecho? ¿Mandar misiles a Marte?

— Nada, solo digo que... habéis pasado un considerable tiempo juntos hablando y.. siendo muy amigos, y es raro.

— Ay Dios, espera, espera que me estoy haciendo una idea de la película que te has montado— respondí asombrada, vi a Sam abrir la boca pero le corté de inmediato— Ni se te ocurra pensar algo así ¿Estás loco o algo por el estilo? ¿Cómo puedes siquiera pensar que algo así sea física o biológicamente posible? 

— ¿Qué? Las chicas tenéis gustos muy raros ¡No conozco a ninguna que no diga que ve atractivo al padre de Bambi! No puedes culparme por pensar algo así cuando las pruebas son claras y al menos Bee existe y pasas tanto tiempo con él— yo simplemente lo miré estupefacta antes de negar alzando las manos para luego irme de esa habitación cuestionándome qué tal bien estaba Sam de la cabeza. Aunque con lo del padre de Bambi no se equivocaba.

Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina bufando, esos días había estado desayunando en casa de Sam ya los señores Witwicky decían que era una manera de agradecerme que ayudase a Sam con la mudanza, y bueno, yo no me negué tampoco, comida gratis era comida gratis, así que tratando de ignorar las estupideces de mi amigo comencé a prepararme el desayuno.

Saqué la tostadora y la cafetera y me preparé un moca y tostadas con paté, para mí el mejor desayuno, antes de que un grito por parte de Sam me alertase desde arriba, me quedé quieta unos segundos antes de dejar el plato con las tostadas en la isla de la cocina y dirigirme al pie de la escalera.

— ¿Todo bien Sam?— pregunté sin llegar a subir pues antes de que pusiese un pie en la escalera Sam comenzó a hacer ruidos raros que, por cómo sonaba, deduje que se debía a que se le habían caído las cajas y que ahora tenía un caos en su cuarto, bien, se lo merecía, y yo mientras tanto volví a la cocina y le di un bocado a la tostada para desayunar de una vez por todas, sin embargo al hacerlo noté un tacto duro en ella y, cuando la saqué de mi boca y la vi, encontré en ella un pedazo de hierro que descargó una chispa que recorrió todo mi cuerpo haciéndome caer al suelo, cuando mi espalda tocó la isla central otra chispa la sacudió provocando que la tostadora, cafetera, microondas y varios objetos electrónicos de la cocina cobraran vida propia y empezaran a destrozar todo lo que pillaban a su paso tirando platos, rompiendo muebles y pegando tiros a diestro y siniestro, una de ellas rompió una ventana y algunos cristales cayeron cerca de mí, otros sin embargo me hicieron algunos cortes en el brazo izquierdo y una pequeña brecha en la parte alta de mi frente sacándome un grito de dolor cuando tuve que sacar el pedacito de cristal de mi piel, y eso que no medía más de un centímetro escaso.

Estaba mareada por todo lo que estaba pasando en apenas segundos pero aún así pude ponerme en pie y cuando lo hice vi a los señores Witwicky y a Sam dando escobazos a esos robots para sacarlos de casa, a los pocos segundos Bee entró de golpe matando a cada uno de esos transformers.

— ¡Alex!— gritó Sam al verme con la pequeña brecha en la cabeza— ¿Estás bien?

— Sí Sam, solo es que la regla me sale por la cabeza— respondí molesta y de forma sarcástica— Tengo una brecha en la cabeza formada porque un puñado de transformers enanos han aparecido de repente y han roto una ventana cuyos cristales se han clavado en mi cabeza ¡¿Cómo esperas que esté bien!?— cuestioné cerrando los puños con furia mientras Sam daba un paso atrás atemorizado, fruncí el ceño al verlo, realmente se veía asustado.

— A-Alex.

— ¡¿Qué!?— respondí de mala gana.

— Tu... tus ojos... son azules, e-están brillando — dijo de pronto sorprendiéndome hasta el punto de asustarme, él se veía realmente asustado y con ello me asusté yo, entonces Sam cogió un espejo de la mesita, que oportunamente estaba allí, y me lo entregó, cuando me vi reflejado en él vi que mis ojos verdes ya no eran de ese color, en su lugar un azul eléctrico los inundaba haciendo que soltase el espejo con rapidez dejando que se rompiese contra el suelo.

— ¿Qué demonios?— murmuré mientras me apoyaba en la mesita de mi lado, pero como no otro rayo de energía salió disparado hacia esta provocando que el teléfono fijo acabase dando tiros como los anteriores, por suerte Bee lo mató de un disparo antes de ir a esconderse al garaje. Yo por mi parte solo pude quedarme helada en el sitio mientras me miraba las manos atónita.

— Mejor no toques nada por el momento— sugirió Sam mientras yo miraba estupefacta mis manos de las cuales saltaban pequeños rayos de energía azul que corrían por mis brazos y por el resto de mi cuerpo, al girar mi vista vi a Sam agachado en el suelo recogiendo el pedazo de metal que por accidente había mordido y metiéndolo en un tarrito— ¿Lo has tocado?— me preguntó.

— Lo he mordido sin querer— confesé haciendo una mueca— ¿Qué es?

— Es un pedazo del cubo, se debió de enganchar a la chaqueta aquel día— contestó él mientras yo abría los ojos como platos.

— ¿Me estás diciendo que por poco me como un pedazo de cubo alienígena que fue capaz de matar al decépticon más malo del universo?— él asintió atemorizado— Eso explica muchas cosas— bufé mientras miraba mis manos con cierto cabreo.

— Creo que será mejor que te calmes— propuso de nuevo Sam— Creo que por ahora lo mejor que puedes hacer es calmarte, a veces, las energías negativas suelen empeorar las cosas—  al escucharle decir eso lo miré aún más molesta, sin embargo dada la forma en la que me miraba, es decir, cagado de miedo, accedí a su consejo y cerré mis ojos tratando de aguantar las ganas de matar a Sam, era cierto que perdiendo los estribos no iba a lograr nada y gracias a ello al cabo de pocos segundos sentí como aquella energía disminuía. Luego abrí los ojos— Ya vuelven a ser verdes— contestó y yo suspiré aliviada.

— Creo que deberíamos ir a ver a Bee, a lo mejor él sabe qué me pasa y qué hay que hacer— propuse preocupada— ¿Crees que si me pongo guantes esto mejore? Ya sabes, rollo Elsa de Frozen— pregunté un poco a broma cuando de pronto caí en la cuenta de que Sam también había tocado el fragmento— ¡Sam! ¿Tú estás bien? Tú también has tocado el fragmento del cubo.

— Solo un poco mareado— dijo mientras me lanzaba unos guantes de horno que me puse antes de que entraran los bomberos, Sam y yo nos apresuramos a salir por la puerta trasera antes de dirigirnos hacia el garaje.

— ¿Qué ha pasado?— nos preguntó Mikaela mientras recupera el aliento, se ve que venía corriendo.

— Te lo explicamos dentro— suspiré entrando al garaje.

— ¿Qué ha sido eso?— preguntó ahora Bee mientras trataba de no romper nada.

— Esto pasa— dijo Sam quitándome los guantes, al hacerlo se vieron cientos de chispitas entre mis manos— Hemos tocado un pedazo del cubo.

— ¿Qué hacíais con un pedazo del cubo?— cuestionó Mikaela mirándonos muy seria a ambos.

— Se quedó pegado a la sudadera de Sam al parecer— contesté haciendo una mueca de desagrado— Bee ¿Sabes qué me pasa?— pregunté con cierto miedo antes de decepcionarme tras verlo asentir— ¿Y crees que Optimus pueda saberlo?— sonreí entonces un poco más aliviada al ver que asintió antes de que Sam me diese los guantes de cocina nuevamente.

— ¿Tú estás bien Sam?— preguntó Bee asegurándose de que él al menos estuviese bien, Sam, por su lado, asintió no muy convencido.

— Bee, oye, debo decirte algo— comentó de pronto Sam aprovechando que estábamos allí todos reunidos— No puedes venir conmigo a la universidad.

— ¿Qué? ¿Por qué?— preguntó Bee entristecido mientras Mikela y yo nos mirábamos cuestionándonos cómo podían hablar de algo así tras lo recién ocurrido.

— Los de primer año no pueden llevar coche, además ¡Eres un autobot! Deberías estar haciendo misiones como el resto.

— Te lo recomiendo— contesté dando por hecho que aquel sería el nuevo tema de conversación y que el anterior ya era cosa del olvido— La última vez que me llamaron los del ejército los gemelos se estaban volviendo a pelear, si tú supieras la que liaron en el hangar, no me vendría mal una ayudita— Bee entristeció su mirada mientras Sam y Mik salían de allí para hablar, me acerqué a la puerta y vi como ambos se demostraban su amor de manera muy indirecta haciéndome volver a dentro del garaje para no ver tanta ñoñería— Tranquilo Bee— dije entonces volteándome para verle— Seguro que al final todo irá mejor— aseguré con una sonrisa— Aunque por ahora mejor no toco nada electrónico— comenté mirando mis manos tapadas por los guantes, Bee soltó una pequeña risita antes de tocar mi cabeza con sus dedos. — ¡Bee!— le grité de pronto elevando mi vista.

— ¿Qué ocurre?— me preguntó dando un paso atrás por mi repentino grito.

— ¿Estás bien? ¿Sientes algo raro?— interrogué preocupada de que le pasase algo.

— Estoy bien, tranquila— aseguró Bee.

— De igual forma hasta que no sepamos como sacarme esta energía o al menos que aprenda a no convertirlo todo en transformers será mejor que no me toques— contesté con una mueca antes de salir de allí y observar como Sam la cagaba nuevamente en su relación con Mik. Suspiré, no sabía si era peor estar dentro o fuera— Eres todo un Romeo— suspiré antes de despedirme de los señores Witwicky con la mano enguantada e ir hacia mi casa, definitivamente necesitaba despejarme después de lo recién ocurrido y en esa casa desde luego no lo lograría— De vuelta a empezar con los días raros...



BUMBLEBEE|| 2 TEMPORADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora