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( sexto año )
AMarlene le encantaba colarse en los dormitorios de sexto año. Sus compañeras de dormitorio eran aburridas y malas, y simplemente no les agradaba mucho. Entonces, siempre que podía, se escapaba, abría la puerta de las chicas de sexto año, entraba de puntillas y molestaba a las chicas que realmente le daban la hora del día. Hoy era un día especial, sin embargo, porque hoy era el decimoséptimo de Genevieve, y Marlene había planeado un elaborado salto-en-su-cama-para-despertarla-y-darle-su-regalo. Iba bien hasta que vio a Lily sentada fuera del dormitorio demasiado temprano (incluso para ella) llorando.
Marlene titubeó, se detuvo en el pasillo y la miró fijamente. Lily no parecía haberla visto todavía y estaba ocupada secándose las lágrimas de sus bonitas mejillas. Finalmente, Marlene habló. —Eh... ¿Lils? ¿Todo bien?
Lily Evans levantó la vista y se quedó sin aliento al ver a Marlene. Rápidamente, respiró hondo y se compuso.—Sí, sí, estoy bien. ¿Vienes a sorprender a Genny?
Marlene asintió con la cabeza pero decidió que Genny podía esperar unos minutos, le gustaba dormir hasta tarde. —Pero puedo sentarme y hablar —se sentó junto a su amiga en el solitario y ventoso corredor que eran los dormitorios de chicas de Gryffindor—. ¿Qué pasa?
El labio inferior de Lily tembló. —No puedo hablar de eso.
—¿Por qué no?
—Simplemente no puedo —la pelirroja se llevó las piernas al pecho y apoyó la barbilla en las rodillas—. Pero... pero quiero decírselo a alguien, pero no puedo. Quiero decirle a alguien lo molesta y traicionada que me siento y, sin embargo, al mismo tiempo me siento molesta porque estoy molesta porque me siento terrible por eso, y al mismo tiempo quiero gritarle al mundo que es injusto.
Marlene parpadeó, sin esperar la ráfaga de palabras. Al final, rodeó a su amiga con un brazo y la dejó descansar la cabeza sobre su hombro. —Bueno, para que lo sepas, si alguna vez puedes hablar de ello, Lils, estoy aquí. No es bueno mantener las cosas reprimidas.
Lily sollozó. —Quiero estar enojada, pero al mismo tiempo, no puedo obligarme a estarlo. ¿Por qué?
Marlene frunció los labios. Ella también apoyó la cabeza contra la de Lily. —Bueno, no lo sé, porque no sé por qué estás llorando... pero sí sé que eres una persona muy buena, así que tal vez sea eso. Sabes que puedes enojarte por lo que sea que sea esto, pero no quieres estarlo...
—Porque entonces me siento como una mala persona —terminó Lily, jugando con sus pantalones de pijama—. Porque la persona se ha disculpado, se siente muy mal por eso, y se está pateando a sí misma por eso. Y aún así quiero gritarle, pero al mismo tiempo, yo no...
