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( sexto año )
Era de noche en la granja Madden. La brisa rozó las persianas de la habitación en la que se alojaban James y Sirius. Originalmente iba a ser la habitación en la que se quedaban sus padres, pero estaban demasiado enfermos para unirse hoy. También fue esa noche, cuando el viento rozó la ventana abierta que se habían olvidado de cerrar (y ahora estaba jodidamente helado), que James Potter no pudo dormir.
Tenía demasiados pensamientos inquietantes en la cabeza. Uno, sus padres. Dos, Genny. Tres, este maldito viento frío. Cuatro, su pereza que le impide cerrar la ventana para no tener frío. Cinco, sus E.X.T.A.S.I.S. Y finalmente, seis; la guerra real que estaba sucediendo a su alrededor.
(Sí, como él dijo, demasiado en su mente).
Molesto, James miró al suelo donde Sirius había tomado un montón de mantas y se acurrucó para dormir. Incapaz de frenar su mente, susurró: —Oye, oye, Canuto —no respondió—. Canuto, canuto, Canutington...
—¿Qué? —Sirius murmuró desde la oscuridad, molesto.
James se inclinó más lejos de la cama. —¿Estás despierto? —él susurró.
—No, vete a la mierda...
Él sonrió. —¡Genial! Así que estás despierto.
—No, vete a la mierda... —James lo ignoró y felizmente se sentó para poder mirar a su mejor amigo.
—Tengo que preguntarte algo.
—Pregúntame por la mañana.
No, le iba a preguntar ahora. James se dejó caer de nuevo en la cama, su cabeza golpeó la almohada y sus ojos mirando hacia el ventilador de techo. No estaba seguro de si era su mala vista lo que lo hacía borroso o el hecho de que estaba oscuro afuera. De cualquier manera, respiró hondo (a lo que Sirius puso los ojos en blanco, pero decidió mirarlo, escuchando) y preguntó. —¿Cómo le pides a una chica obstinada y enojada una segunda oportunidad de amistad sin que ella se enoje contigo desde que le dijiste que la última persona a la que le dio otra oportunidad la pisoteó y la tiró a la basura?
Se oyó un revoloteo de sábanas en el suelo. Sirius se había sentado para mirarlo. James no podía ver su rostro en las sombras, pero sabía que era algo incrédulo. Entonces, agregó rápidamente. —H-hipotéticamente hablando.
Sirius continuó mirándolo. Luego, sin pestañear, dijo. —¿Se trata de Madden?
Inmediatamente, James se sentó también. —¿Qué? —mintió directo a través de sus dientes—. No. ¿Qué te da esa idea? Ni siquiera...
