CAPÍTULO VIII

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Cuando despertó de nuevo no quiso abrir los ojos, se acurrucó más disfrutando de ese tibio cuerpo, tan agradable, sintió como su manta lo arropaba completamente, los fuertes brazos en ningún momento ha dejado de rodearlo protectoramente.

Esa mañana una acción nueva y desconocida hizo que su corazón se acelerara e increíblemente se sintió tímido.

El alfa había besado gentilmente su frente.

Después de aquella idólatra muestra de cariño, el alfa no intentó hacer más nada. Sus grandes manos no lo tocaban como un objeto sexual, en ningún momento ha intentado sobrepasarse a pesar de estar semidesnudo en sus piernas, el alfa no ha reaccionado como todos lo hacen.

Éste alfa era manso, y el menor admiraba la forma desesperada que intenta ser cuidadoso y suave, pero sus manos pesadas seguían siendo toscos, y Gulf podía ver como el mayor termina agobiándose por eso.

Le gustaría decirle que le gusta así, que le gusta su pesada fuerza, que hace que se sienta con la seguridad de que no lo soltara fácilmente. Que no será abandonado, de nuevo.

Abrió los ojos para conectarlas al del alfa, descubriendo así que él lo miraba con absoluta adoración, como si fuera la cosa más hermosa y única en el mundo. Por un momento creyó ver la mirada de su madre, tan amoroso; infinitamente protectora y ladeo ligeramente la cabeza.

Mew sacó la mano debajo de la manta, y aún con torpeza acarició la mejilla del menor, sintiendo lo suave y delicado que es bajo su tacto. Hasta era un insulto que sus manos callosas y maltratadas sigan tocando tan maravillosa criatura.

—Hola pequeño — saludo, en voz baja y rasposa. Como si tuviera miedo de espantarlo.

Gulf seguía mirándolo, sus grandes e infantiles ojos seguían admirando al alfa, tenerlo así de cerca podía ver muchas cosas que antes ignoraba, ya no era tan terrorífico como parecía. Más bien era un enorme cachorro que lo abrigaba gustosamente con la calidez de su cuerpo.

—Soy Gulf—.

Mew sonrió enternecido y sin pensarlo bajo la cabeza dándole un beso esquimal. Completamente encantado por el omega.

Cuando se separó de nuevo pudo admirar lo rojo de sus mejillas y lo dilatado que se habían puesto sus pupilas solo en segundos.

El alfa está muy consiente que el omega ha bajado la guardia contra él cuando descubrió que no tenía intenciones perversas.

El hecho que le diga su nombre ha sido un enorme paso para que sea parte de su vida.

Es un omega que desconfía de todo a su alrededor. Lo sabe desde que se presentó y su saludo no fue correspondido.

Ve a todos como enemigos y cuida de sí mismo como si tuviera amor propio, pero el hecho de que viva desabrigado y sin alimentarse deja en claro que se desprecia.
Mew esta consciente que Gulf aún no se ha dado cuenta de que son destinados, su omega lo ha descubierto desde que lo vio, pero también se ha dado cuenta que Gulf ignora completamente a su lobo. Y cree entender por qué.

Mew asintió mordiéndose los labios, como si estuviera pensando lo siguiente que diría y Gulf posó su mirada en el labio inferior cuando ésta fue liberada.

—Pensé que duraba cinco días...—

Gulf asintió apartando la mirada.

—Mi omega perdió el control, se volvió defectuoso cuando su alfa nunca apareció—.

Mew trago duro, de repente se sintió como un alfa que le ha fallado a su destinado
...

Fue adoptado bajo mentiras, salió de aquel orfanato ilusamente feliz creyendo haber sido elegido por un padre amoroso que lo cuidaría, pero esa funesta ilusión solo duró horas.
Fue llevado directo a un base militar clandestino y junto con otros jovencitos que también se presentaron como alfas fueron sometidos a miles de experimentos con el fin de convertirlos en armas que ningún enemigo nunca querría enfrentar.

Cuando quiso escapar terminó con una terrible marca en la preciosa cara.

Bajó la cabeza al cuello del omega queriendo ocultar su tristeza y lamento mudo.
Lo abrazo un poco más fuerte, apretando lo contra su cuerpo. Quería llorar; más no podía. Quería sentirlo en sus brazos, quería asegurarse que estaba ahí, aún convida.

—Hm Mew! — se quejo bajito y cerró los ojos a tan repentino acto.

Perdóname mi precioso omega, mientras yo mataba Franceses mi inocente omega estaba siendo asesinado y no estaba aquí para protegerte’

Gulf sintió la tristeza en Mew, había arrepentimiento en aquella rara acción. No comprende porque se puso de esa manera, pero instintivamente correspondió el abrazo, y rodeo su cuello presionándose contra él, silenciosamente consolándose uno al otro.

Eran la medicina que necesitaban, sus heridas lentamente empezaba a sanar, solo era cuestión de tiempo para que el omega vuelva a sonreír.

—Cuantos eran—

Mew no pregunto. Estaba exigiendo una respuesta.
Gulf arrugó el ceño y bajo la mirada viendo como sus brazos se cruzaban, los suyos rodeando el cuello del mayor, el del alfa rodeando protectoramente su cintura.

Trago aquel repulsivo nudo que de repente lo estrangulo, y boqueo varias veces; más nada salía de ella.

—Cuatro— finalmente lo dijo, fue un susurro cortado y sin aliento. No se había dado cuenta de lo difícil que era hablar de ello.
Era la primera vez que lo confesaba.

Nunca habló con nadie, ni con Tris quien fue el que lo encontró medio muerto, ni con los doctores, ni los detectives que quisieron ayudar. Nunca dijo una sola palabra.

Y no sabe si aún sigue bajo los efectos de su celo, o el estar por primera vez en brazos de un alfa que no sea sus padres, pero siente que debe contárselo a éste en especial.

Mew asintió varias veces, con el ceño fruncido, tragando varias veces como si sintiera que también lo estaban estrangulando.
Gulf podía ver como las venas de su cuello se oscurecieron y temblaba por la furia que de repente lo abrumo.

—¿Los recuerdas?

Gulf asintió —cada detalle…— tocó la oscurecida vena con la punta de sus dedos siguiendo la línea donde se perdía bajo la ropa ‘hasta el patético brillo en sus ojos al apagarse cuando murieron en mis manos’

—Los mataré a todos… lamentarán el día que se atrevieron a tocarte.

La ira era ostensible en el ambiente. Cualquier omega hubiera salido corriendo despavorido. Pero Gulf solo lo miro, los párpados cansados, sus tupidas y generosas pestañas se batieron con gracia y delicadeza y sonrió levemente.

YO SECARE TUS LÁGRIMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora