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Jessica corrió por los pasillos del castillo, y sin tardanza compartió el recuerdo de Macgonagall con Irene y Jennie.
Irene parecía un tanto distraída al terminar todo, por otro lado Jennie comenzó a escribir a toda velocidad una carta para Soojin. La carta mencionaba que iríamos al ministerio para seguir las pistas que habíamos conseguido.

Al salir le entregamos la carta a una lechuza y no perdimos más tiempo. Las respuestas que buscábamos no las encontraríamos aquí.

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Soojin no podía dormir. Había dejado a Tiffany descansando en su habitación después de comprobar que tan solo había caído en un profundo sueño.

Soojin era una chica muy inteligente, sin mencionar intuitiva, y por supuesto que sabía que la vigilaban. Lo supo desde que salió a tomar aire. Había magia a su alrededor, una magia peculiar que no la dejaba estar tranquila.

No sabía que era lo que pasaba. Lo que sí sabía era que la persona que la espiaba no tenía ni idea sobre los animales que generalmente paseaban por estas zonas. Aquí no hay cuervos, sin embargo no era algo que le constaba, así que decidió atacarlo con algo sutil

—¡Petrificus totallus!
Lanzó el hechizo desde la puerta a gran velocidad.
Se sorprendió al ver a una persona tirada en el piso después de eso.
Se acercó con precaución.

Ahí estaba ella, Shuhua.
Ella se había encargado de seguirle hasta aquí. Quiere venir a terminar lo que empezó esta loca.

Soojin la levantó con su varita y la llevó dentro. No quería alertar a Tiffany cuando despertara, así que llevó a su habitación a la lunática.
Le practicó cuatro diferentes tipos de amarres, uno en las muñecas, otro en los antebrazos y el último en el torso entero, sólo así dormiría tranquila con ella aquí.

Soojin tendría su venganza.
Tomó asiento justo delante de la mortifaga mientras tomaba su té.
Analizándola desde ese punto. Aquella mujer no era fea. Mientras estaba inconsciente no se distinguía la locura en su mirada. Se veía como una persona normal durmiendo, wow.

Soojin se levantó de la silla y le arrojó el té caliente en la cara
—Arriba, despierta- dijo mientras se alejaba de nuevo

—Pudiste usar sólo un poco de agua - contestó Shuhua

—No seria igual de efectivo - tomó su varita y la puso en la yugular de la mayor - Ahora dime por qué no debería matarte ahora mismo

—Bueno, no lo sé. Tal vez porque no estarías satisfecha con eso - dice sin una pizca de miedo la mayor

—Tú no me conoces, no eres más que una loca - los sentimientos de Soojin estaban a flor de piel, ¿qué debía hacer?

—Eso no lo sabes, niñata

—¡No soy una niña! - la paciencia de Soojin se terminaba- No me obliques a usar maleficios porque lo haré. ¿Qué haces aquí? ¿Quien te envió?

— Solo eres otra niñita reprimida que quiere jugar al policía. Mejor tráeme a alguien mejor que tú- dice la mortifaga volteando su rostro

—Si eso es lo que quieres - Soojin no rompería las reglas nunca, pero no era una chica inocente.

Comenzó a levantar los restos de té del suelo, acumulando una buena cantidad, para en seguida ponerlo sobre la nariz y boca de Shuhua. Ella se removía todo lo que podía, pero el líquido no se retiraba de ella. Pataleo y se desesperó por unos minutos, hasta que Soojin estuvo satisfecha.

—Ah, Ah, Dios. ¡Estás loca! - gritó la mortifaga recuperando el aire - Oh, no sentía algo así desde azkaban- dijo más para sí misma

—¿Estuviste en Azkaban? - Eso información es buena

—¿Lo ves? - decía mientras intentaba reír, sin que la tos y falta de aliento se lo permitieran - Aún no sabes nada de nosotras. Son sólo unas principiantes

— Okay, traeré más té- la aurora se dio la vuelta e intentó salir de la habitación. Sin embargo la mortifaga se lanzó frente a ella, cayendo al piso y evitando su salida

—Espera, espera, esta bien, no traigas eso de nuevo - decía en súplica

Aquello enterneció a Soojin. Ver a esa mortifaga suplicar a sus pies. Lindo.

—Estuve en Azkaban 7 años

La expresión de la mortifaga era extraña. Sin duda era tristeza. ¿Por qué estaría triste? Ellos nunca se arrepienten.

—¿Por qué?

—Cosas malas. No es nada importante. - dice evitando el tema - Algo que sí puedo decirte es por qué vine aquí.

Su rostro era algo increíble, podía cambiar de triste a serio y de serio a feliz en cuestión de segundos. La acababa de torturar y ya estaba feliz de nuevo.

—Está bien, dime. Y si mientes lo sabré. - Soojin tomó asiento frente a ella de nuevo y jugó con su taza entre sus dedos

—Bueno... nadie me envió aquí. Nadie sabe que estoy aquí ahora - dice mirando la habitación con atención - Vine aquí porque quería ... ver algo

Soojin creyó ver un atisbo de pena.

—¿Ver qué?

—Te responderé muy sinceramente si tú me respondes algo antes - dijo de manera arrebatada

—Es- está bien

—¿Que fue lo que sentiste con mi maleficio?

Esa jodida pregunta.
Soojin no lo quiso admitir en su momento, y fue inútil de asimilar durante las últimas horas.
La verdad era algo muy jodido y retorcido

—Yo... yo sentí dolor - contestó Soojin con su rostro completamente ruborizado

—¡Mientes! ¡Estás mintiendo! ¡Por qué me mientes! - gritó Shuhua fuera de control. Fue como un catalizador.

Soojin se escandalizó ante aquella reacción y sus movimientos fueron automáticos. Puso sus manos en los hombros de Shuhua e intentó calmarla

—Está bien está bien. Lo diré

Shuhua no la quiso mirar a los ojos. Cómo si Soojin hubiera traicionado su confianza al mentirle.
La menor se sentía inquieta. Algo pasaba con esta mujer, algo extraño.

—Yo, yo tuve un ... sentí algo raro en mí- Soojin era incapaz de decirlo

—Tuviste un orgasmo con mi maleficio torturador, niña. Así de fácil.

La menor se dejó caer en la silla.

—Soy un fenómeno. No sé qué fue lo qué pasó. Todo esto es obra tuya. ¡Tú me lanzaste otro hechizo!

—No. Yo buscaba torturarte. Al igual que a tus amigas. Sin embargo- la mortifaga se levantó del suelo e intentó acercarse todo lo posible a la menor- Al ver tu reacción supe que algo pasaba. No pude evitar notar tu excitacion. Y he venido aquí para comprender por qué me siento igual.

El Bien Y El MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora