Pov.Briana
La casa que Jhon había regalado resultó ser un tesoro escondido en medio de la naturaleza. Desde su exterior de madera rústica hasta los detalles cuidadosamente seleccionados en su interior, todo parecía estar diseñado para ofrecer comodidad y serenidad. Con cada día que pasaba allí, me daba cuenta de lo afortunada que era de tener este refugio para Ezra y para mí.
Las dos semanas que habían transcurrido desde que llegamos a este lugar se deslizaron de manera extraña, como si el tiempo se ralentizara en este rincón apartado del mundo. Durante ese tiempo, había tomado medidas para protegernos aún más. Cambié mi número de teléfono y me aseguré de que mi familia estuviera a una distancia cómoda para que pudieran visitarnos sin dificultades. Agradecía la privacidad que este lugar nos brindaba, alejado de miradas curiosas y preguntas incómodas.
El pequeño pueblo cercano era tranquilo y apacible. Las personas que vivían allí iban sobre sus propios asuntos sin prestar demasiada atención a los recién llegados. Aquella falta de interés en nuestra historia me aliviaba en gran medida, ya que no tenía que dar explicaciones ni inventar historias complicadas para justificar nuestra presencia. Simplemente éramos dos personas más buscando un poco de paz en medio del caos.
Sin embargo, mi atención fue repentinamente atrapada por el llanto melodioso de Ezra. Era como una melodía que solo yo podía entender. Subí las escaleras con rapidez, siguiendo el sonido hasta llegar a su cuna. El hambre llamaba a su puerta y sabía que era hora de alimentarlo. Sus ojitos apenas comenzaban a abrirse al mundo, un par de luceros llenos de curiosidad y asombro. Aunque aún no se distinguía con claridad el color de sus ojos, sabía que serían tan cautivadores como los de su padre.
Mis brazos envolvieron a Ezra con cuidado, alzándolo en mis brazos para sostenerlo contra mi pecho. Era un momento íntimo, un vínculo sagrado entre madre e hijo. Sus manitas se movían con torpeza, buscando el alimento que estaba por llegar. Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras le susurraba palabras suaves, asegurándole que estaba allí para él en cada paso del camino.
La ternura y amor que sentía por mi pequeño se reflejaba en cada gesto y caricia. Le ofrecí el pecho y succionó con fuerza, con esa determinación que solo un bebé puede tener. A medida que bebía, su mirada se cruzaba con la mía, creando un vínculo invisible pero poderoso. El mundo exterior parecía desvanecerse en ese instante, dejándonos a solas con nuestros pensamientos y emociones compartidas.
―Mi niño hermoso ―susurré, dejando que mis palabras se mezclaran con el aire que rodeaba a Ezra. Me miró con esos ojos pequeños pero expresivos, y su sonrisa se ensanchó, contagiándome con su felicidad. ―Eres mi amor puro, mi rayito de sol en medio de las nubes.
La precaución se apoderaba de mis días, pues aún no era el momento adecuado para salir a pasear con Ezra. No quería exponerlo a posibles alergias u otros riesgos antes de que estuviera más fuerte y listo para enfrentar el mundo exterior.
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SAGA SOMBRAS | Sombras Del Pasado
RomanceRegresando después de un largo lapso, enfrento los vestigios de una tragedia pasada. Los recuerdos de aquel fatídico día resurgen mientras vuelvo a revivir la pérdida del que creí sería mi amor eterno, Jhon Lambert. A medida que retorno, afloran los...