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Mis cabellos, antes de un tono uniforme, ahora se estaban llenando de mechas rubias, pareciéndose cada vez más al cabello de mi padre

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Mis cabellos, antes de un tono uniforme, ahora se estaban llenando de mechas rubias, pareciéndose cada vez más al cabello de mi padre.

Las últimas recomendaciones del médico giraban en torno a mantenerme activa, caminar mucho y, en caso de no poder hacerlo, recurrir al sexo. La sugerencia me dejó boquiabierta, y mi expresión debió de ser un cuadro de sorpresa y confusión combinadas.

¿Quién en su sano juicio tendría relaciones íntimas con una mujer embarazada y soltera?

Además de las complicaciones hormonales y los cambios en mi cuerpo, ahora tenía que lidiar con las llamadas constantes del padre del bebé. Desde que supo que no estaría en Italia, parecía estar interesado en saber de mí y en involucrarse en la vida del bebé. La situación era, sin duda, complicada y abrumadora.

...

Mis pies comenzaban a quejarse por el trajín, así que decidí regresar a casa. Me pregunté si Zach estaría en su apartamento. Era un chico amable y agradable, con quien había compartido algunas conversaciones antes.

Al acercarme a su puerta, fui sorprendida por unos ojos azules increíblemente cautivadores, que me recordaron a alguien del pasado. Sin embargo, el chico con barba de dos días no pronunció ni una palabra, lo que me desconcertó un poco.

-Briana, disculpa a Abel. Está afónico y no puede hablar -explicó Zach, rompiendo el silencio incómodo.

-Oh, no te preocupes. Pensé que conocía a Abel de antes, pero no me suena el nombre.-respondí, tratando de aliviar la situación.

-¿Cómo ha sido tu día?-preguntó Zac, pareciendo un tanto nervioso.

-He tenido un día agotador. Caminar con esta barriga es incómodo. Por cierto, si quieren, pueden venir a cenar a mi casa. Podemos hablar de todo lo que ocurrió durante mi tiempo en Italia.-reí tímidamente, tratando de disimular mis nervios.

-Lo siento, pero tengo un paciente y Abel me tiene que acompañar.-dijo Zach con una expresión de disculpa.

-Bueno, será para otra ocasión entonces.-respondí, tratando de ocultar mi decepción detrás de una sonrisa.

...

Todo me parecía sumamente extraño, aunque podría ser solo mi percepción. Una serie de nombres se entrelazaban en mi mente: primero Damian, luego Zach y ahora este tal Abel. ¿De qué me suena?

Decidí distraerme y comencé a hojear un viejo álbum de fotos. Si realmente quería darle mi toque personal a esta casa, necesitaría hacer algunos cambios.

SAGA SOMBRAS | Sombras Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora