Cinco

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(Homofóbicos, Racistas y Transfobicos; abstenerse de leer este capítulo)



— Dices que Ares ahora se llama Izan...— Preguntó Giselle — Que presuntuoso.

Asentí mientras le daba un sorbo a mi cerveza. Estábamos en la terraza de mi casa, disfrutando de la brisa y las estrellas.

— No sé para que la quiere, pero seguramente no es algo bueno. Nada que venga de parte de él es bueno.

— ¿Sigues enojado por lo de Elis?

Quedé con la botella a mitad de camino. Ese era un tema viejo, de más de cien años, pero que aún era delicado.

Elis era una preciosa joven mundana, a la cual pensaba desposar. Pero Ares también estaba interesado en ella, cosa que no le agradó en nada a Afrodita.

Para quedarse solo con él, la eliminó a ella. Dejándome con el recuerdo de una señorita con muchos modales y todo el amor que nos pudimos haber dado.

— Es por ella y a la vez no.

— No entiendo...

— Adara es distinta, hay algo en ella que la hace diferente a todas.

Giselle sonrió, me podía hacer a la idea de lo que estaba pensando.

— Debe ser especial en algo, de lo contrario, la reina no la hubiese elegido.

— No sé qué quiere la innombrable, pero siempre que se involucra es para castigar a su marido.

— Ella es especial, por eso pudo pasar por los Tres Mayores. — Dijo Giselle

— Fue una gran decepción cuando Hera me la quitó.

La voz gruesa provenida detrás de nosotros. Alexandro estaba parado justo en el borde de la cornisa, observando al vacío.

— No la nombres. —Le dije — No es necesario que ella aparezca justo ahora.

Alexandro dio un salto y bajo. Se sentó en una de las sillas que estaban a mi lado y tomó una de las cervezas que había en la pequeña mesa.

— Esa reina odiosa solo sabe molestar. — Mencionó Alex dando un sorbo a su bebida — Es igual que el pesado de su hijo.

Todos estábamos de acuerdo en eso. Tanto Hera como Izan, eran dos dioses que creían, que podían hacer lo que quisieran.

En parte, ella si lo hacía. Su marido jamás la castigó por esas jugarretas que usualmente dejaban algún saldo de muertes.

— Se van a librar algunas peleas por la chica. — Dijo Alexandro

Giselle tomó mi mano y la apretó ligeramente. Sentí el calor de su magia, lo que ella me quería infundir. Alexandro era el Dios del inframundo, no era tan afectuoso con ella, pero de todas maneras me daba la seguridad de que tenía su apoyo.

— Pase lo que pase, estaremos de tu lado. — Dijo Giselle — Esta chica será un enorme cambio en el Olimpo, uno que solo tú puedes moldear.


Adara


Estaba un poco nerviosa. En cualquier momento llegaría Walter y Grace a casa. Habíamos acordado que después de clases, ellos pasarían para tomar algo y conocernos un poco más. Si bien estaba todo perfecto, y en estos pocos días la estábamos pasando muy bien, no podía evitar estar de los pelos.

Una deuda con Zeus (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora