Lo primero que pensé cuando abri los ojos, es que seguramente ya estaba muerta. Debia estar en alguna parte del purgatorio griego, porque desde que habia despertado hace unos minutos, solo sentia un dolor bastante punzante en la cabeza y el vientre.El sabor metalico de la sangre me impregnaba toda la boca. Las extremiddes no respondieron al momento, y por eso mimo me quede tumbada unos buenos minutos en donde me volvi a replantear el asunto de mi inminente muerte.
Como todo lo sucedido hasta ahora, la muerte tambien apestaba.
De a poco, volvi a tener sensibilidad en los dedos de las manos y pies, lo cual fui moviendo de a poco para poder levantarme. La habitacion era enteramente blanca. Desde las cortinas que se movia con la brisa. Pude distinguir que a lo lejos, habia una playa que se me antojaba como paradisiaca, aunque no me daba indicios de donde podria estar.
Me senté en la cama, sintiendo mi cuerpo debil, pero confomre pasaban los minutos iba recobrando el sentido.
— ¿Como te encuentras?
Salte sobre mi lugar cuando la voz de Alexandro llamó mi atencion desde el marco de la puerta. Con su atuendo oscuro y actitud despreocupada, me miraba aburrido.
— Me asustaste, no te oi entrar.
Se encogio de hombros, como si le valiera gorro todo.
— ¿Estoy muerta?
Quizas habia sido una pregunta estupida en alguna otra ocasion. Pero teniendo en cuenta los ultimos acontecimientos, en donde fui drogada en la casa de Izan, y a la primera persona que veia era Alexandro, se convertia en algo bastante factible.
— No, pequeña mortal. — Menciono con voz ronca y varonil — Te salve de una muerte dolorosa y lenta.
Asentí captando la informacion. Bueno, no estaba muerta. Y eso a lo mejor explicaba que me sentía como una mierda, aunque no daba mucho a entender de mi paradero.
— Me sentia muy mal y me imagine que estaba en alguna especie de purgatorio. Supongo que debo darte las gracias por salvarme, una vez más.
Sonrio levemente, como un mero gesto que hizo por compromiso. Hizo un ademan con la mano fuera de la puerta abierta, y se acerco la dorada y rojiza fihura de Aaron.
Debia verme como una idiota. Ataviada en un camison blanco pulcro, pero que no me favorecia en nada. Estaab segura que mi aspecto no era el mejor, con el cabello hecho un nido de pajaros y el cansancio marcado en mi piel cenicienta. Se me llenaron los ojos de lagrimas al verlo, un nudo en la garganta me impedia tragar.— Aaron…
No pude contenerlo por mucho tiempo más. Queria correr a abrazarloo y pedirle disculpas. Siempre habia tenido razon, él solo queria cuidarme y como una estupida orgullosa me habia metido en una trampa mortal. Levante ambos brazos cuando me di cuenta que no podia correr hacia él como queria, entendio en el momento lo que necesecitaba y acorto en dos zancadas la distancia entre nosotros.
Entre los brazos de Aaron me sentia bien. Calidez y seguridad, eso era la sensacion que me transmitia. No quise ni pude contener el llanto. Aaron me puso contra su pecho y me dejo llorar en el. Apoyo su menton en la coronilla de mi cabeza, teniamos un momento intimo y personal que me daba las fuerzas que necesitaba. Su aroma masculino bailaba en mi nariz, e inconcientmentente aspire más de la camina que se pegaba a mi cara.
— Lo siento tanto, Aaron.
Aaron nos separó y limpio las lagrimas que caian desenfrenadamente. Siemore supe que me veia asquersa cuando lloraba. Con la cra hinchada y roja, hipando, pero él me miraba como si fuera lo más hermoso que pudo conocer.
Puso unos cabellos detras de mi oreja, y me sonreia dulcemente.
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Una deuda con Zeus (+16)
FantasíaCuando la embarazada Calista Freire está en unas divinas vacaciones por Grecia, no se imagina ni por un segundo, que gracias a un accidente su bebé pierda la vida. A orillas del mar, le pide a esos dioses extranjeros que son tan populares en esas ti...