Día 7: Lost in translation I

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Las luces de la ciudad brillaban bajo la oscuridad de la noche. Volkov observaba desde el asiento trasero del taxi los carteles de neón, no sabía qué anunciaban, pues todos estaban en japonés, pero la combinación de colores de aquella ciudad le dejó casi hipnotizado un rato.

En un edificio vio una gran pantalla, en la que apareció el póster de la última película que había hecho, siendo él el centro de la escena. Dejó ir un suspiro y apartó la vista en cuanto se vio. A casi sus treinta años aún no se había acostumbrado a verse en vías públicas, aún habiendo dedicado prácticamente toda su vida al cine. Recibió un mensaje en su móvil, era de parte de su mujer. Aparecieron más mensajes en la pantalla, llenando su barra de notificaciones, decidió aparglo por esa noche. En Estados Unidos debían ser las nueve de la mañana, mientras que Volkov había llegado a Tokyo sobre las dos de la madrugada.

Estaba cansado, y no tenía ganas de lidiar con lo que fuera que esos mensajes decían, que estaba seguro no eran nada bueno. Hacía tiempo que esa relación no funcionaba, si seguían juntos era más por marketing a causa de la nueva película que otra cosa, al menos así se sentía él.

El taxi llegó a la puerta del hotel, era alto e imponente, no podía apreciar dónde terminaba. En la recepción ya le esperaba su traductora y asistene esos días, y las personas con las que trabajaría. Saludó a todos ellos.

-El señor Tanaka dice que está encantado de poder trabajar con usted.- tradució enseguida la mujer.

-Igualmente, será un placer.- contestó, estaba muy cansado, no tenía ganas de hablar de trabajo en esos momentos.

-Sígame lo llevaré a su habitación.

Contestó con un asentimiento de cabeza. Subieron varias plantas hasta llegar a la que les correspondía, la habitación era amplia y con un aire minimalista. Dejó la maleta encima de la cama y se preparó para darse una ducha. Había sido un vuelo largo, estaba agotado, necesitaba descansar para poder enfrentarse a su primer día de trabajo con una actitud más positiva. Estaría allí seis días, en un país donde no conocía a nadie, aunque de cierto modo se sentía así también en su ciudad. Su representante Greco debería haberle acompañado, pero le apareció faena de última hora, por lo que no pudo ir finalmente.

Salió del baño envuelto en un albornoz, se sentó en la cama, y miró el ventanal a su derecha, las luces incesantes de la ciudad le hacían sentir que no estaba allí, parecía algo casi irreal.

Lo mismo le ocurría a cierto chico, unas plantas más abajo. A pesar de ser casi las tres de la mañana, Horacio estaba totalmente despierto, mirando por el ventanal de aquella pequeña habitación. Sentado sobre la repisa, observaba el paisaje urbano del Tokyo nocturno. Se levantó de ahí para ir a estirarse en su cama, en la de al lado dormía su hermano, quien ya llevaba rato dormido.

-Gustabo- le llamó en un susurro.- ¿Estás dormido?

Lo único que obtuvo como respuesta fueron sus ronquidos. Dejó ir un suspiro y se resignó, trató de buscar una posición cómoda en la que intentar dormir, aunque sabía que aquello no iba a ser fácil. Su cabeza no paraba de dar vueltas a los últimos eventos en su vida, habían ocurrido demasiadas cosas en poco tiempo y todos los recuerdos decidían atacar en la noche. Cerró los ojos tratando de no hacer caso a la insistencia de su cerebro en recordarle lo mal que iba todo.

A la mañana siguiente, cuando abrió los ojos vio a su hermano ya vestido, preparando su bolsa para ir al trabajo.

-¿Ya te vas?- preguntó sentándose en la cama.

-Sí, la sesión de fotos empieza en un rato, aunque seguramente el grupo llegará tarde.- comentó mientras tomaba un par de objetivos de la caja donde los tenía para colocarlos en la mochila que usaba para moverse con la cámara.

Volkacio ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora