Día 28: Love Story III

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Los rayos de sol que se colaban a través de la ventana hicieron que Horacio abriera poco a poco los ojos. La habitación en penumbra era iluminada por aquellas líneas doradas, el moreno notó cierta calidez en su espalda, y una mano que lo abrazaba y lo atraía a esta. Sonrió y con cuidado se dio la vuelta, quedando frente al rubio, acercó su rostro al cuello del otro y volvió a cerrar los ojos, embelesado por aquella cercanía. Al poco rato fue Viktor quien se despertó, y Horacio con él al notar el movimiento del contrario.

-Creo que hemos dormido mucho.- Mencionó Horacio apartándose un poco para así poder verle a los ojos.

Como respuesta recibió un sonido afirmativo, más parecido a un gruñido, y Viktor volviendo a cerrar los ojos.

-No te duermas otra vez... Deberías salir de la habitación, antes que venga alguien del servicio...

-No vendrá nadie.- contestó, abrazando de nuevo al chico.

-Claro que lo harán...Nos van a ver.- comentó algo inquieto, pues sabía que si alguien los veía el rumor correría enseguida.

Viktor suspiró, dejó un beso en la frente del chico y se levantó para vestirse. Entendía su inquietud, pues su relación era complicada a ojos de los demás. 

-¿Luego nos vemos fuera? Para ir a montar como dijimos...- Se sentía algo mal por hacerle irse de la habitación, si fuera por él preferiría haberse quedado un buen rato más de esa manera.

-Claro, bajaré en un rato.- Viktor terminaba de vestirse, y se acercó a él para dejar un corto beso en sus labios antes de irse de la habitación.

Horacio  se incorporó en la cama y se sentó abrazando sus piernas contra su pecho ¿Sería siempre así? Escondiéndose de todos por un motivo u otro, siempre con aquel desasosiego. Era el precio a pagar si quería mantener esa relación.

Tal como habían quedado, se vieron en el establo, cada uno tomó un caballo y salieron a dar una vuelta por los alrededores. Pasaron toda la mañana fuera, en aquella burbuja que se formaba cuando estaban juntos. Volvieron a la casa cuando empezaba a hacerse tarde, dejaron de nuevo los caballos en su lugar y se dirigieron juntos al interior de la casa, por la entrada trasera. Al entrar, escucharon la voz de Greco, ambos se sorprendieron pues creían que volvería al día siguiente, Horacio se dirigió rápidamente al salón, de donde provenía la voz, ilusionado por ver de nuevo a su amigo y agradecerle lo que había hecho por ellos. En cambio, lo que encontró una vez llegó al marco del salón, lo dejó descolocado.

Greco estaba de pie, con un brazo apoyado en la repisa de la chimenea en desuso, y en el sofá, su hermano y su padre. Horacio no supo qué decir cuando su mirada se cruzó con la de su hermano, y en ver los ojos tristes de Greco, como pidiendo disculpas. No tuvo fuerza para mirar a su padre. Sintió la presencia de Viktor llegar tras él, y del mismo modo que Horacio, su sonrisa por ver de nuevo a su amigo se esfumó, en ver a los otros dos invitados.

Lo que ocurrió a continuación era lo que Horacio previó que ocurriría, y lo que más temía. Su padre se levantó de su asiento y se acercó amenazante al moreno, pero Viktor se interpuso entre ellos. Empezó una fuerte discusión entre ellos, Horacio trató de calmar a ambos, pero era imposible, buscó a su hermano con la mirada pero no encontró apoyo, se sintió idiota por pensar que podría encontrar ayuda en él. Greco apartó a Viktor, y Jack tomó a Horacio por el brazo con fuerza, dirigiendo una última mirada al otro chico, sentenció que aquella era la última vez que vería a su hijo, y que no permitiría que volviera a acercarse a él.

Horacio pidió que lo soltara, que lo dejara ir, forcejeó todo lo que pudo mientras era arrastrado fuera de casa. Llamó a Viktor varias veces, pero en la entrada de fuera, Greco volvió a retener al rubio para que dejara ir a Horacio y no empeorara la situación. Jack subió a su hijo bruscamente al coche y su hermano a su lado le impidió poder bajarse, con lágrimas en los ojos, vio como cada vez más se alejaba de Viktor, mientras le escuchaba gritar que volvería a por él. El sonido de los cascos de los caballos golpeando el suelo martillaron la cabeza del menor, su padre le hablaba furioso, pero él no lo escuchaba, mantenía la cabeza baja intentando que no salieran más lágrimas de sus ojos.

Volkacio ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora