Promesa. (Final)

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En el capítulo anterior.

El lamento de la azabache era audible desde el pasillo, mientras Gojo se aferraba a ella dejándola sacar todo aquello que parecía quemarle por dentro, se había enfrentado a muchas situaciones en su vida pero jamás a la pérdida de un hijo y una madre destrozada por aquello, lo peor era que entendía que aquel vacío jamás llegaría a sanar


 ⚠  Advertencia: En este ultimo cap se toca un tema tal vez en casi todas las historias aparentemente es el acontecimiento mas feliz de la vida pero aquí toma un tono un poco mas "duro"  entenderán a que me refiero. ⚠


Gojo la dejo llorar todo lo que su cuerpo resistió antes de caer rendida sin tener más lagrimas que derramar, Shoko había vuelto para chequear su estado el cual seguía siendo bueno en términos físicos, pero mentalmente Utahime era casi un zombie.

Cuando paso una semana desde que había despertado se le conto lo que había ocurrido, en su enfrentamiento con Mahito cuando la toco para deformar su cuerpo, el bebé fue quien se había llevado toda esa carga dando como resultado el aborto espontaneo luego de que se desmayase, había sido protegida por la vida que crecía dentro de ella y se odio, se odio por no ser lo suficientemente fuerte para poder mantener su embarazo y deshacerse de Mahito.


Un mes después.

Que Utahime no había logrado sanar sus heridas no era sorpresa para nadie, de un tiempo a esta parte se había vuelto incluso un poco cruel con cada maldición que exorcizaba ya que en cada una de esas veía al maldito que le había hecho eso y aunque Gojo en su momento le dijo que el mismo se encargaría de él, eso no saciaba su sed de venganza o algo que llenara aquel vacío que cada día se hacía más grande, como si un hoyo negro la estuviera succionando y ella no pudiera hacer nada al respecto.

Al volverse más sanguinaria y usar más energía maldita ella misma se estaba provocando un daño físico el cual fue advertido por su mejor amiga diciéndole que debía tener más cuidado con su propio cuerpo o terminaría por auto eliminarse si seguía ese camino, pero ya nada importaba para la azabache.

-Ven un momento – pidió el de cabellos blancos dándole paso a una habitación que parecía de entrenamiento –Tenemos que hablar.

-Tengo cosas que hacer – respondió cortante, sabía que a Gojo no le dolía en lo absoluto lo que había pasado con el bebé y lo peor es que ni siquiera se esforzaba por ocultarlo- ¿Puede ser en otro momento?

-No, será ahora- jamás había visto tanta seriedad en el siempre burlesco maestro de Tokio.

Entro a aquella sala, la cual tenía un par de sillas y una mesa en medio y se fijó en que Gojo le ponía seguro a la puerta y tuvo un mal presentimiento de todo aquello. El más alto se sentó pidiéndole que lo imitara.

-¿De que quieres hablar?

-De lo evidente, del daño que te estas provocando –Utahime reparo en sus manos parchadas- ¿Es acaso eso normal?

-Si me duele cualquier cosa por fuera, el dolor interior se disipa y me calma –comento triste- No pretendas que sea como tú a quien no le importa una mierda lo que me ocurrió.

-¿Crees que no me importa?

-Claramente así es, mi bebé siempre existió pero para ti nunca fue real... Gojo...- le llamo angustiada- ¿Qué hacemos juntos? Esto jamás iba a funcionar, yo solo soy un medio para que mi familia se sienta en la aristocracia de hechiceros, un buen negocio para los altos mandos para detenerte y tal vez solo una buena cogida para ti, no fue capaz de cuidar ni siquiera de mi propio embarazo, me encargo de cada maldición que veo para ver si algún día alguna me hace el favor y acaba con mi miserable vida.

-Deja de mentirte- fue la respuesta de más alto- Lamentas lo del bebé, claro que sí, pero jamás vi ilusión, jamás te sentiste en el papel de madre, solo querías demostrarle a los demás que podías llevar en tu vientre al hijo del hechicero más poderoso y que sobreviviste para contarlo, lo querías como un trofeo para que jamás nunca nadie te volviera a llamar débil- y los ojos de la azabache ardieron en furia –Perdimos al bebé porque sabias que en verdad no querías protegerlo o hubieras escapado de allí, yo te amo Iori , te amo a ti- la apunto- Y no necesito que otra persona venga a este mundo a sufrir por el peso del apellido Gojo.

-Eres cruel, eres un verdadero monstruo –soltó el llanto desesperado- ¿Cómo puedes decir una cosa así?

-Porque jamás vas a permitirte ni siquiera pensar en todo lo que te he dicho, no es un pecado no desear un hijo, no es pecado tratar de que los demás te aprueben, solo que no lo necesitas- se acercó lo suficiente para quedar de rodillas frente a ella- Permítete reconocer que en el fondo, muy en el fondo detrás de la moralidad que socialmente debes tener, todo esto es un alivio.

-Si hago aquello, la culpa va a terminar por acabar conmigo- lloro con más tristeza- Soy una hechicera, no una mujer hecha para criar a alguien fuerte, si no que hacerme fuerte yo y si me quisieras acompañar en eso yo ya era feliz, el embarazo fue algo que estúpidamente no calcule, soy una mala persona, lo sé.

-No se trata de ser mala persona, es tu vida... es nuestra vida- beso sus manos – Yo te amaría aunque fueras la maldición que acabara con mi vida, como alguna vez dije, el amor es la peor maldición- se acercó para besarla- No eres mala Utahime, solo eres humana y los humanos somos egoístas.

-E hipócritas –a lo que Gojo asintió.

-Nadie tiene porque saber que en el fondo esto fue lo mejor, pero deja de dañarte por no extrañar a un bebé que desde el principio no querías en verdad. Solo vas a maldecir tu alma.

-Si alguien más se enterara de esto...

-Nadie está en tu lugar, nadie puede juzgar y al que se atreva le arrancare la cabeza- dijo tenebrosamente enserio- Ya he perdido mucho en mi vida, no quiero perderte a ti también, por eso debía intervenir en tus acciones.

El tiempo no se detuvo para nadie y eventualmente la poca gente que sabía lo que le había ocurrido a Utahime fue olvidando el tema, a la vez que ella misma se calmaba referente a los pensamientos de una posible venganza, sabía que Gojo tenía razón, no era que no lamentara perder a su bebé pero tampoco quería fingir que aquello le estaba quitando el sueño, el vacío seguía allí pero era más que nada sus propias inconformidades con ella misma, si miraba su vida hace dos años solo podía recordar cuanto odiaba a ese ser de cabellos blancos, el cómo alucinaba con que algún día alguien le callara la boca y ahora simplemente se había convertido en su otra mitad.

-¿Aun quieres divorciarte de mí?- pregunto una noche el más alto mientras estaban sentados en el jardín- Dijiste que cuando pasaran dos años nos separaríamos.

-Si así lo quieres.

-Jamás- repartió besos por toda la extensión de su cuello llegando a su hombro- Eres perfecta para mí- entonces levanto su mano dejándole ver una flor blanca.

-¿Y esto?- la tomo entre sus dedos.

-Mi promesa de amor, significan lealtad eterna y un amor puro y cursimente puedo jurarte que mientras yo viva jamás faltara una flor blanca en tus manos. Nuestro amor jamás va a marchitarse.

-Acabas de maldecirnos –sonrió entre la felicidad y cierta nostalgia por aquella promesa.

-¿Acaso no es el mejor final para dos hechiceros?

No separaron el abrazo en ningún momento, Gojo sabía que Utahime cargaba con mucho sobre ella y a su vez la azabache sabía que nadie más que ella sería capaz de comprender al de cabellos blancos, esa conexión que jamás pensaron tener ahora era eterna, porque una promesa como la de ellos no podían romperse.


Fin. 


Nota: No quise hacer un final extenso pues en los capítulos anteriores había pasado de todo, tal vez no es un final que podríamos llamar "feliz" pero sentí que quedaba bien con la pareja, sus personalidades y el mundo en el que viven. ㄟ( ▔, ▔ )ㄏ

White Flower.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora