Arena (2)

109 8 2
                                    

Hace calor, mucho calor, y mi piel se siente áspera.

Abro los ojos mientras me levanto, lento y adolorido, sobre una superficie de roca rojiza, extrañamente plana.

Doy un salto.

A mi alrededor están todos los que fueron capturados, regados por lo que ahora veo es una plataforma, perfectamente bien construida, como un campo de fútbol y con una línea en el centro que la divide.

No haré ruido, si reaccionan van a matarme.

Me pongo de pie, y es algo... Algo que me hace sentarme de nuevo.

Estamos al parecer en la ciudad mítica que buscábamos, con construcciones enormes, pilares y plataformas gigantescos, dando un aire a una antigua ciudad romana.
Encima de la ciudad se rige un enorme techo, que es el desierto.

Este lugar es una enorme caverna o algo más.

El techo no se derrumba, se mantiene como está mientras agujeros en su superficie dejan pasar la luz, aclarando el ambiente aquí debajo y creando una atmósfera de misterio.
Es una gigantesca ciudad antigua, pero con proporciones colosales.

En su centro hay un coliseo, rodeado de edificios públicos, mercados y catedrales, pero lo que más impresiona es lo que está detrás del mismo: un gigantesco, que incluso de tan lejos se nota colosal, muro; seguramente con fines religiosos, ya que tiene la figura de una mujer con símbolos a su al rededor.

Mientras estoy ensimismado con la ciudad, escucho un ruido detrás de mí.

Un sujeto se está levantando, desorientado. Desesperado, estoy cerca del borde, pero no puedo bajar, no veo escaleras, cornisas o algo que sea utilizado para bajar de estas plataformas.

El sujeto me ve. Nos sostuvimos la mirada un par de segundos, ninguno sabe que está pasando pero él tiene otros ideales.

Busca su sable, pero no lo encuentra, volteamos al mismo tiempo a ver al resto de los caídos, pero ninguno tiene  ningún arma, estamos solo con nuestros puños.

Él tiene otros planes. Ya que empieza a gritar muy alto.


Sus compañeros se empiezan a despertar y el grita señalándome.

Me acerco al borde, debo concentrarme, no van a negociar, no nos entendemos y no moriré aquí.

Se levantan y buscan sus armas, para sorprenderse del hecho de que no las tienen. Yo continúo mirando al sujeto que grita, el problema era con él. Pero todos ya están de pie y me miran.

— De una vez, bastardos.

No creo que me entendieran, pero a la vez creo que si.

Ataca el primero, se lanza contra mi gritando y utilizo el impulso para empujarlo al borde, debió pensarlo un poco mejor.

Su grito se pierde por la altura, me miran completamente furiosos y se lanzan contra mí todos al mismo tiempo.

Aquí es donde ya no tengo planes.

Puedo defenderme, golpeo todo lo que tengo al alcance e intento detener los ataques que recibo, pero me estoy cansando. Me someten al poco tiempo. Uno me sostiene mientras los otros me golpean, repetidas veces y muy fuerte.

Rupturas del Páramo (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora