[Capítulo 1]

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—¡¿Qué han hecho qué?! —grité cuando mi mente procesó finalmente las palabras que mi familia me había soltado de golpe

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—¡¿Qué han hecho qué?! —grité cuando mi mente procesó finalmente las palabras que mi familia me había soltado de golpe.

Mi hermana Odette jugeteó con sus pulgares con deje nervioso e infló sus mejillas, un gesto que solía resultar adorable (tenía 19 años y lucía como una niña de 13 al final de cuentas), sin embargo eso no bastó para apaciguar mi enojo.

¡Sabía que no debía dejarles algo tan importante a una familia que había criado a alguien tan mediocre como yo! Los únicos resultados que podía esperar eran... Bueno, mediocres.

Pero cuando tu nombre es el mismo que el de un protagonista de una absurda caricatura y tu apellido suena como la versión gatuna de un power Ranger entonces no tienes demasiado conocimiento acerca del romance, y por ende apestas en él.

Y en mi caso no sólo apestaba sino que también creía no necesitarlo.

Eso fue antes de cumplir 25 años. Sólo hasta entonces me pegó una "crisis de edad" y comencé a darme cuenta de que si no empezaba a salir con alguien me quedaría solo y en menos de lo que me daría cuenta tendría 15 gatos viviendo conmigo, a los cuales llamaría como personajes de anime.

¿Ven por qué necesitaba que mi familia me ayudara a recorrer la peliaguda travesía que implicaba el amor?

No me malinterpreten, si bien yo había sido un idiota en pedir su ayuda jamás pensé que lo solucionarían de la forma más sosa posible.

—Sólo es un programa de citas —masculló mi padre. Él estaba detrás de mi madre y parecía usarla como escudo humano, no solía enojarme con frecuencia por lo que mi rostro molesto no era algo que debía ser agradable a la vista—. No es para tanto... Creo que estás siendo un poco exagerado —Movió a mi madre para que ella le cubriera un poco más.

Solté un suspiro exasperado y pasé una mano por mi rostro.

—A ver —dije, pellizcando el puente de mi nariz con fuerza—, les pedí que me ayudaran a encontrar pareja, ¿y lo primero que hacen es meterme a un ridículo sitio de citas sin mi consentimiento?

—En nuestra defensa fue West el que sugirió la idea —contestó mi madre, echando una mirada furtiva sobre mi padre, quien se apartó de ella y sonrió con aire incómodo.

Oh, West Rush, un menudo idiota que por algún extraño motivo que no recordaba era mi mejor amigo. Él era la definición de desastre, siempre saltaba de fiestas en fiestas y en cada una de esas ocasiones trataba de arrastrarme a mí, una persona torpe por naturaleza que tenía dos izquierdos como pies y tenía suerte si al dar una caminata no tropezaba y caía.

Lo había conocido en la Universidad y desde entonces se había pegado a mí como goma de mascar, asunto que empeoró cuando acabó por agradable a mi familia. No me desagradaba West, pero digamos que tampoco lo salvaba de pasar una noche en prisión por haber golpeado a un policía en la entrepierna.

50% De Compatibilidad © [COMPLETA] #ONC2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora