Héctor
Estaba afuera de la escuela primaria de Nico, mirando la entrada a través de mis lentes oscuros. Se había vuelto una costumbre extraña para mí estar en un lugar rodeado de niños. Era una idea casi irreal si la hubiera pensado un año atrás.
Héctor Almonte Díaz recogiendo a su hijo de 5 años.
Me recargué en mi automóvil y observé a los escuincles corriendo como correcaminos por toda la salida. Algunos padres se encontraban allí también. Me percaté que un par de mujeres jóvenes me observaron a la distancia, al principio, parecían miradas inocentes pero después de que una le murmuró a la otra supe que debían estar hablando de mí. Fue casi algo inconsciente cuando incliné mi cabeza a un lado y les di mi mejor sonrisa, incluso alcé mi mano saludándolas.
Entonces ellas se rieron.
Una parte de mí quería acercarse y saludar de verdad pero la otra en realidad estaba mirando al mini yo caminando en mi dirección. Si Nico era testigo de su padre coqueteando con otras chicas, Becca tendría mi cabeza de decoración en su habitación. Siempre fui bueno separando mi vida de rompecorazones de la de Becca y Nico, de otra forma crearía problemas. Además de que ahora en mi mente estaba la suave voz de la chica de lentes que decía cosas muy sensatas. Me estaba cayendo muy bien y en realidad quería seguir viéndola aunque ella no estuviera muy feliz conmigo por haberle dicho "ordinaria".
Era algo irónico que siempre solía ser bueno para tratar con chicas pero justo a la que intentaba prestarle atención era a la que terminaba molestando más.
Un pequeño golpe en la parte baja de mi abdomen me hizo bajar la mirada. Nico me abrazaba con fuerza.
—Spidy casi me tiras.
Sus grandes ojos brillaron como dos soles.
—¿Eso significa que me estoy volviendo más fuerte?
Me encogí de hombros.
—Quien sabe —respondí tomando su mochila mientras nos dirigíamos al auto. —Quizá alguien estaría más fuerte si se comiera su ración de verduras diarias.
Las pequeñas cejas de Nico se fruncieron.
—¡Pero odio las verduras!
—Lo lamento amigo pero grandes superhéroes tienen que lidiar con ello.
Prendí el carro y Nico puso sus manos en sus oídos cuando dije mi cantaleta diaria de que sí quería ser como Spiderman debía comer verduras diarias. Me reí por lo bajo.
—Eres demasiado dramático ¿Sabes?
Y me preguntó de quién habrá sacado eso...
Cuando llegamos a la casa, vi en mi reloj que apenas era la una de la tarde así que Becca todavía no debía llegar a casa. Usualmente sus clases en la universidad acababan a las tres. Así que cuando toqué el timbre de la casa, la hermana de dieciséis años de Becca abrió la puerta.
Alicia me miró con cara de pocos amigos. Alcé una ceja. Bueno había personas odiosas en el mundo y bueno, luego estaba Alicia.
—Hola tía Ali —saludó Nico entrando con una gran sonrisa. Ali asintió saludándolo yo quise sonreír.
—Eh... ¿Podría?
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Lecciones de una Inadaptada y un Rompecorazones | COMPLETA
RomanceHéctor Almonte es la pura definición de sensualidad, encanto y diversión; la larga lista de chicas a las que rompió el corazón son la prueba tangible. Diana Castillo es la definición de timidez, torpeza y sarcasmo; la larga lista de libros que se le...