Diana
Aún estaba tratando de asimilar todo lo que había pasado esa noche. Todo el drama que yo no busqué. Lucía saliendo con Héctor. Humillándome enfrente de todos y la situación del baño.
Sin duda la situación del baño aún me dejaba pensando. ¿Qué demonios había pasado? O más bien ¿Qué hubiera pasado si Diego no entraba al baño en el momento justo?
Había visto a Héctor inclinarse hacia mí. Y no lo había detenido. No lo habría hecho.
Me sentí confundida y con un torbellino de emociones.
Cuando salimos del baño vi a un par de personas que nos miraba mal. Héctor apenas se inmutó de aquello y solo me puso un brazo en los hombros. Para él la situación no le parecía extraña. Claro que no, él era la clase de chico que salía con montones de chicas y les daba unos cuantos besos soñadores.
¿Era eso lo que iba a pasar?
Preferí no saberlo.
Quise ir hacia la entrada del salón de nuevo para continuar con el boletaje pero Héctor me tomó de la mano de nuevo. Sus ojos azules tan vibrantes me decían <<quédate>>. No supe que hacer así que solo permití que su mano me guiara al jardín.
Me dio una mirada intensa y sentí mis mejillas arder ante su escrutinio.
— Jamás he visto Harry Potter —admitió y su mirada siguió todo mi cuerpo —Pero verte a ti me hizo querer verlo ya.
Si era posible sonrojarse más... giré mi cara evitando sus ojos. Héctor me tomó por la barbilla para hacerme mirarlo.
—No te alejes, me gusta mirarte y aunque te ves hermosa en este disfraz debo de admitir que extraño un poco tu cabello negro.
Sonreí.
—Como que yo también prefiero a Héctor y no el capitán América. Ese disfraz no te queda.
Rodó sus ojos. Debí herir su inflado ego porque juntó sus cejas mirándose así mismo como si no entendiera porqué no veía lo perfecto que era. Secretamente podía admitir que se veía sexy como el infierno, sentía que si se lo admitía a él su ego alcanzaría niveles estratosféricos. Su sonrisa del lado me hizo casi adivinar su respuesta:
—Cariño, cualquier disfraz me queda bien. ¿Me has visto?
Junté mis labios evitando reírme. No podía argumentar ante esa lógica. Héctor si era la clase de chico que podía ponerse cualquier cosa y aún así verse perfecto. No era justo. Maldita ley de los chicos narcisistas, ojalá pudiera decir que eran feos.
—Quizá te veas bien con una bolsa en la cara o como Voldemort, umm si Voldemort suena bien.
Se rió.
—Me alegra que esa boquita de listillos sigue ahí. ¿Ya te sientes mejor?
Alcé mis hombros. Estar con él me hacía sentir bien aunque no iba a admitirselo.
—Nadie se muere por unos cuantos insultos enfrente de toda la universidad ¿No?
La diversión dejó su rostro. De repente parecía molesto.
— No, pero eso no significa que lo que haya hecho esa chica esté bien —dijo con frialdad. —Ya me encargaré de eso.
— No necesito que me defiendas Héctor.
— Diana... Lucía no puede irse impune, tengo que...
— No tienes que hacer nada, eso es un problema entre ella y yo. Lo resolveremos.
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Lecciones de una Inadaptada y un Rompecorazones | COMPLETA
RomanceHéctor Almonte es la pura definición de sensualidad, encanto y diversión; la larga lista de chicas a las que rompió el corazón son la prueba tangible. Diana Castillo es la definición de timidez, torpeza y sarcasmo; la larga lista de libros que se le...