Capítulo 2.

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Kaitlin.

Los garabatos escritos en el tablero son borrosos, e incluso diría que está escrito en una lengua que no entiendo, y no es nada raro viniendo de la profesora que dirige dicha actividad.

La profesora Francy es una persona fuera de este mundo y es la que mejor me cae, aunque la mayoría del tiempo no entiendo lo que quiere decir. El cabello castaño oscuro, abundante y rizado naturalmente con fleco por encima de las cejas es uno de sus rasgos destacados.

—Buenas tardes chicos, agradezco su participación en este grupo, para los que no me conocen, soy la profesora Francy. —Hace su debida presentación apenas entra al salón. Con un olor a chocolate y una sonrisa cálida labios cerrados, ilumina de inmediato todo el espacio.

Este es casi un taller de debate, y digo casi porque nos permite leer cualquier libro que quisiéramos, ver una película y hablar sobre ello, al mismo tiempo que se comparten opiniones acerca de cualquier tema político o histórico, y de paso exponemos sobre un tema que supiéramos o que estemos aprendiendo, esto para perder el miedo de hablar en público, soltarnos y aprender a capturar la atención y mantenerla.

O al menos así me lo explicó la profesora cuando notó que se me dificultaba dicha área.

Lo cierto, es que, si necesito practicar el hablar frente a las personas, esto debido a que el semestre pasado, mi primer semestre, varias materias las pasé a duras penas y con suerte, dado a que en su mayoría eran exposiciones, y no importa cuánto supiera del tema, mi garganta se secaba a la hora de hablar.

El taller empieza justo cuando nos organizamos en forma de círculo para conocernos la cara a todos.

Está un chico pálido de saco gris llamado William; una morena con lentes, de nombre Chloe; una castaña ondulada llamada Catalina; y otra de cabello revuelto llamada Heather, ellos eran los que más hablaban y debatían. Somos como veinte en este salón, y mi pánico de tener que hablar frente a estas personas se incrementa. Al poco tiempo me doy cuenta de que también está Kyle, quien me regaló las galletas la semana pasada, y en mi interior espero que no me las cobre.

—¿Quién más quiere proponer un tema? —La profesora mira entre todos nosotros, captando su mirada en mi cuando nota que no he hablado en toda la clase, excepto para decir mi nombre, mi facultad y semestre.

—¡Yo! Bueno, es un poco cursi y toda la vaina, pero se acerca septiembre y en mi país se suele celebrar el amor y la amistad, es como San Valentín, pero con amigos si es que no tienes novio o pretendientes, así que me gustaría hablar sobre el amor, principalmente, o las relaciones en sí, ya sean románticas, familiares o amistosas —contesta una chica castaña de ojos oscuros llamada Catalina, con entusiasmo y un leve sonrojo al principio.

—Empiezas tú, Kait, en lo que lleva la hora no has hablado y me preocupa que el ratón te haya comido la lengua. —La profesora vuelve a mirarme fijamente, de repente sintiendo que se me seca la garganta.

—Es que... No sé cómo empezar —me excuso con el nudo en la garganta.

—¿Alguna vez has tenido novio? —Chloe intenta darme un ligero empujón alentándome a hablar, cosa que no funciona, porque niego con la cabeza apretando mis labios— ¿Por qué? ¿Cuántos años tienes? 

—Tengo veintiún años. No me veo en la necesidad de tener un novio, no porque haya cosas más importantes, simplemente nunca nadie me ha gustado tanto como para querer estar en una relación... En parte también considero que es una pérdida de tiempo. 

—Ah, una antirromántica —dice William, el chico pálido con chaqueta gris comenzando a tararear una canción de K-pop que sé que ha escuchado mi mejor amiga Sabrina, junto a Heather, la de cabello corto y revuelto.

Fail en el amor [Fail#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora