Tercer día: Fugitivo

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Continuación: Drogas

"Solo estoy buscando el cielo que hemos estado perdiendo"

Siempre supo que nunca podría ser feliz, esa sensación lo inundaba cada que vez que recordaba la muerte de sus padres.

Pero cada vez que miraba a Petra, sabía que todo estaba bien.

Ella era su razón para seguir, el por qué debía ser más fuerte. Le importaba poco si el "deber" de Petra era protegerlo, él no dejaría que nada le pase.

La quería.

No.

La amaba, desde siempre.

Y estaba seguro de que jamás la dejaría ir, porque como una vez le dijo, él la seguiría a donde vaya.

| Levi debía quedarse en su habitación haciendo reposo, según lo que le dijo su madre y el médico. Pero al ver que Petra no estaba con él, velando por su bienestar, no pudo evitar salir a buscarla.

En una entrega de esa misma tarde resulto herido, recibió un disparo en el brazo cerca del hombro.

Fue todo una revolución para su clan y notaba que algo estaba pasando dado que Petra nunca abandonaba su posición, salvo que se tratara de alguna obligación importante.

El azabache caminó hacia el despacho de su padre, completamente serio.

- Señor Ackerman, debería esperar a que terminen. –le pidió la secretaria cuando lo vio aparecer allí, pero el joven de diecinueve años parecía haberla ignorado por completo.

Si bien no se adentró a la habitación, se quedó escuchando los gritos de su padre. La puerta estaba abierta por lo que pudo observar sin inconvenientes lo que estaba pasando.

Podía ver a su padre en el centro de la habitación junto a Kuchel, la pareja tenía la mirada fija en Erd y Petra que estaban en frente de ambos. Sus guardaespaldas le daban la espalada a Levi, por lo que ellos no sabían de su presencia.

- ¡Esto es inaudito! ¡Miren si le hubiera pasado algo a mi hijo! –gritó completamente enojado, caminando de un lado al otro sin alejarse de ellos.

El padre de la joven Ral observaba fijamente lo que pasaba y se sentía impotente, estaba seguro de que su hija no merecía ningún castigo por lo que había pasado: ya suficiente tenía con su propia culpa.

Kuchel observaba a su marido en silencio. Él se encontraba gravemente enfermo, le resulto increíble que se levantara de la cama y mucho más el hecho de que reprochara a ambos jóvenes con tanta efusividad.

- ¿Qué hubieran hecho si lo mataban? ¡¿Qué hubiera pasado?! –seguía gritando, cada vez elevando más la voz.

Tanto Petra como Erd estaban en silencio, mirando hacia abajo.

No podían reprocharlo o simplemente opinar.

- ¿Quién de los dos estaba a su lado? –cuestionó mordazmente, encabronado.

Petra alzo la vista, mostrando sería y queriendo sostener su semblante tranquila.

Su respuesta fue rápida, y carente de emoción.

- Yo.

El hombre la miró y golpeó su rostro fuertemente.

Petra se quejó sin poder evitarlo, pero no se cubrió cuando recibió un segundo golpe.

Simplemente perfecta [Rivetra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora