Cuarto día: Drogas

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Tu gran oportunidad se puede encontrar justo donde estas ahora mismo

"La mafia más temida de Japón" así era la forma como describían a las familias como los Ackerman alrededor del mundo. Su fama se debía a que eran Yakuzas, y por lo tanto los miembros pertenecientes a estos clanes se inclinaban a la corrupción como también a la delincuencia.

Los Yakuzas tienen como rivales a las demás familias con su mismo interés y potencial. En todo el país los más reconocidos siempre fueron los Ackerman, Smith y Reiss. Por lo tanto la rivalidad entre las cabezas de dichos clanes era algo común desde varias generaciones atrás, con asesinatos y estafas en busca de llegar a la cima antes que los demás.

Desde hacía varios años el poder predominante se encontraba de mano de los Ackerman, aunque eso no significaba que nunca habían sufrido una perdida u algo semejante por encontrarse en la cima. De hecho Kuchel, la madre del actual líder, falleció hacia cinco años debido a una brutal masacre donde también murieron guardaespaldas y varios civiles que no tenían relación alguna con ellos.

- Jefe, ¿está seguro de que no es una trampa? -cuestionó su protector, sonando inseguro, mientras se acomodaba las mangas de la camisa que llevaba.

Pero para su sorpresa el azabache no le contestó, de hecho no le dedico una mirada siquiera, debido a que habían conversado demasiado ese tema como para darle importancia ahora.

Con una determinación y fastidio reconocible, se adentró al bar en donde lo habían citado.

No tardó demasiado hasta que llegó al lugar esperado gracias a la ayuda de una mujer que le indicó donde estaba su "socio".

- ¿Qué es lo que quieres, mocoso? -habló Levi Ackerman a la vez que se sentaba, despectivamente, sobre el sillón en frente del muchacho quien lo observaba de mala manera mientras bebía con soberbia de su copa sin dirigirle la mirada. El azabache carraspeó- ¿Dirás algo, idiota?

- Me gustaría hacer negocios contigo, Ackerman, creo que van a interesarte. -mencionó Jean y luego hizo señas para que su guardaespaldas le llevara a Levi el maletín que llevaba consigo.

Cuando el azabache observó los sobres de la droga que estaba traficado, completamente ordenados para su agradable visión, hizo una pequeña mueca demostrando su contemplación pero luego fulminó a Jean con la mirada.

- Es de parte de Historia, cree que ustedes pueden hacer una gran cantidad de negocios en el futuro. -aclaró el castaño con una sonrisa ladina, a la par que se inclinaba sobre su asiento.

Levi no se inmuto al escuchar a la hija del asesino de su madre, ni tampoco hizo omisión a la expresión de Jean al notar como una de las meseras se hacía presente en el lugar. La joven que acababa de aparecer portaba con elegancia un vestido plateado y corto, que se separaba en dos piezas revelando demasiado de su cuerpo. La mujer de hipnotizantes ojos le sonrió para acto siguiente mover su rubio cabello hacia atrás provocando que cayera como una cascada sobre su espalda.

- Pensé que esto era una manera de pedir disculpas, no aceptare un trato con esa mocosa.

Jean se mordió la lengua para no gritar de nerviosismo al notar la pesada mirada de Levi sobre él, aunque al instante el azabache miró a la rubia solamente unos castos segundos sin demostrar nada más que cansancio en sus grisáceos ojos.

El joven Kirschtein tomó a la mujer de la cintura y la abrazó despectivamente, importándole poco que la joven buscaba irse de aquel lugar con notoria incomodidad. El guardaespaldas, Marco, se tensó pero luego dejó la habitación al notar una seña de Jean con los dedos.

Simplemente perfecta [Rivetra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora