Mientras tanto este mismo día, en esa misma ciudad, casi a la misma hora. Un hombre de más o menos unos treinta y seis años de edad se hacía registrar sus documentos en uno de los hoteles de la capital para hospedarse.
Aquel hombre era Nam DuHan, un empresario rico, de modales fuertes, como todos aquellos que se dejan dominar por la falsa influencia del dinero, y creen que todo lo pueden conseguir con tan solo un puñado de billetes.
Después de reservar su habitación en el hotel, fue a dejar su coche en un garaje. Cuando regresó pidió al camarero que le subiera una botella de licor a su habitación; sacó un cigarrillo, su fosforera, y lo encendió.
En eso se acercó otro hospedante como él y pidió:—Por favor, señor, ¿me puede regalar lumbre?
—Claro, tenga —dio su fosforera.
Después de encenderlo, éste entregó.
—Muchas gracias, ¿también está solo? —preguntó.
—Así es, estoy solo —contestó DuHan.
—Entonces si no le ofendo, ¿podría invitarlo a una copa?, así podríamos charlar un poco y hacer amena nuestra soledad, ¿acepta? —propuso el desconocido.
—Acepto, si gusta vayamos a mi habitación, ya ordené una botella.
—Es usted muy amable, vayamos entonces.Ya en la habitación como es de esperar, no falta en el mundo personas de las mismas condiciones que Duhan. Los dos se entendían bien al parecer y conversaban de muchas cosas a la vez, sin concluir ninguna. Cada quien quería demostrar ante el otro lo mucho que creían saber. Los dos creían ser unos eruditos. Así mismo hacían con frecuencia alarde de sus fortunas; todos eran felices, nada les faltaba, ninguno sufría por nada. Así, una tras otra copa terminaron la botella.
Se encontraban ya borrachos, estado en el cual comienzan a hablar sus tristezas que naturalmente todo humano lo tiene.Después de concluir unas cuantas anécdotas tristes y penosas que en juicio parecían no tenerlas ni conocerlas, preguntó el desconocido:
—¿Y a usted que le trae por aquí?
—Mi esposo, un muchachito loco y engreído que cuando lo encuentre le enseñaré que conmigo no se juega, de mí no se burla nadie, y el que lo hace lo paga muy caro —respondió.
—¿Lo dejó por otro hombre?
—No, pero me da igual que si lo hubiera hecho por eso, igual tiene que pagar —contestó Duhan.
—¿Cómo fue entonces? —volvió a preguntar el desconocido.
—No sé por qué le cuento, pero como ya somos amigos, ¿verdad?, le contaré —dijo DuHan.
Con voz opaca por el efecto del alcohol, torpemente comenzó a relatar:
—Hace dos años atrás me casé con un chico, hijo de un amigo mío. Soy de Daegu, Taehyung y su familia también, así se llama mi esposo; su padre, mi amigo y suegro a la vez trabajaba para mí, era chofer de mi empresa, él vivía con su esposa y su hijo Taehyung, con el cual me casé poco después que su madre murió en un accidente.
—¿En un accidente?, ¿cómo fue eso? —preguntó su compañero de botella.
—Como le dije, su padre era mi chofer, yo le confiaba que se lleve el carro a su casa después de haber terminado el día, a él le gustaba tomar, luego de guardar el carro, casi con frecuencia, y no iba sino hasta cuando venía su mujer a llevarlo, uno de esos días se quedó bebiendo, con carro y todo, cuando fue su mujer a llevarlo a casa como de costumbre, se enfureció la hizo subir al coche y arrancó a toda velocidad, en eso, poco más adelante apareció un camión con el cual fue a chocar arruinándolo por completo y matando a su mujer, mi carro se incendió; como estaba borracho no pudo escapar, la policía le detuvo en seguida. El, encerrado, sin dinero, no podía hacer nada, a menudo iba haberlo.
Como Taehyung era ya casi un jovencito y muy bonito, comenzó a gustarme, le propuse a su padre que quería casarme con él, y que si aceptaba le perdonaba todo, hasta le pagaría del camión y le sacaría de prisión; él aceptó. Su hijo pasaba a duras penas, tuvo que abandonar el instituto para entrar a trabajar en un almacén el cual comencé a ir con frecuencia a verlo; al comienzo aceptó agradecido, pero cuando se dio cuenta de cuales eran mis intenciones, me rechazó y comenzó a temerme; cuando me veía huía de mi asustado, mientras tanto a mí, cada día me gustaba más, como el era menor de edad tenía que convencerle a su padre para que le permitiera casarse conmigo, a lo cual aceptó y estaba de acuerdo con tal de salir de prisión.
Así lo hice, como tenía influencias no tardé en sacarlo. Después cuando salió exigí a que cumpliera su palabra, el cual no se negó, mejor me ayudó, obligándolo a casarse conmigo. Él se opuso rotundamente, hasta quiso marcharse de su casa, pero su padre lo detuvo, yo no quería tomarlo a la fuerza ni obligarlo, sino que el me correspondiera, pero como no había esperanzas, presioné a su padre quien un día obligó a su hijo que así se haga, entonces llevamos a casa a la persona indicada para que nos case, el lloraba amargamente y sin consuelo, pero ya todo estaba hecho, tan solo faltaba consumarse, Para eso cogí mi coche, haciendo subir a mi flamante esposo casi a la fuerza, tomé la carretera rumbo a Hongseong donde tenía pensado pasar la noche y al día siguiente viajar a Incheon a pasar nuestra luna de miel.
Luego de recorrer muchos kilómetros, al cabo de unas horas, por fin llegamos al puerto principal, nos hospedamos en uno de los mejores hoteles; al fin pareció resignarse y comprender, que lo mejor era, ahora que no había remedio, actuar como esposo, estaba más sereno, aunque no decía nada; dejando el coche a que lo guardaran, fuimos a pasear, después pidió que le esperara frente a una farmacia a la cual entró para comprar un analgésico, ya que decía dolerle la cabeza. Seguimos recorriendo un poco más, luego me pidió que lo llevara al hotel, que estaba muy cansado, era ya casi las once de la noche, al llegar pedimos que nos llevara un par de refrescos, antes de pasar a dormir se dio un baño, luego me di yo, momento en el cual aprovechó para tenderme una trampa. Al salir de la ducha me acomodé tranquilamente en el sofá, el propuso un brindis, aunque no con champagne ni cosa por el estilo, sino tan solo con refresco, a él no le gustaba licores.
Ingenuamente alcé el vaso de refresco que me dio y lo bebí todo, en seguida sentí que todo me daba vueltas a mi alrededor, después no supe más, las horas habían pasado en mi inconsciencia, cuando pasado ya los efectos del narcótico desperté, era ya de día, al mirar la habitación en seguida me di cuenta… El no estaba, se había marchado, fui engañado como un tonto, que fácil se libró de mí, al instante comprendí el motivo de su fingida resignación como también para que había entrado a la farmacia, aquello del analgésico fue tan solo un pretexto para engañarme y poder huir, desde entonces lo he buscado por todas partes sin lograr dar con él, lo he seguido paso a paso, pero siempre he llegado demasiado tarde para alcanzarlo, siempre me decían lo mismo, que estuvo trabajando aquí, sí pero que no hace muchos días que se marchó. Últimamente me informaron de que vino para acá, hasta Seúl, es por eso que me encuentro aquí, para localizarlo, mi querido amigo… Pero salud. —dijo alzando la copa y terminando el relato a su compañero, quien le escuchaba con atención.
Ya la madrugada, cansados y borrachos, se despidieron para ir a sus habitaciones a dormir.
Al día siguiente salió DuHan a recorrer la ciudad en su lujoso coche para ver si lograba algún indicio del paradero de su esposo.
—Tengo que encontrarlo, ahora sí que no se me escapará, contrataré quien me pueda ayudar, mientras tanto recorreré yo solo.
Holaa, disculpen por no haber actualizado la semana pasada, pero ya estoy de regreso.
Si tienen alguna duda me la hacen saber en los comentarios. Nos vemos...
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Nunca murió el amor 「 K. TH - K. SJ 」
FanfictionLee Minhyuk es un jovencito encantador y tierno, que esconde un gran secreto. Kim Seokjin, un chico atractivo, varonil, y de buenos modales. Cuando Minhyuk y Seokjin cruzan sus caminos no pueden evitar fijarse en el otro y terminar perdidamente ena...