CAPITULO VI

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Al día siguiente. 

Luego de unas cuantas horas de recibir clases, todos los profesores y estudiantes del colegio donde estudiaba Minhyuk, se disponían a salir para dirigirse al teatro. 

Minhyuk, en cambio se preparaba para salir al encuentro de Seokjin, donde estaría esperándolo. 

—Hola precioso —saludó Jin.

—¡Jinnie! —contestó él, brindando su mejilla.

—¿Le avisaste a tu tía?

—Sí, le dije que no iría en seguida porqué...

—¡Ja,ja,ja...!, ¡qué mentiroso eres mi vida! —se rio al escuchar aquella mentirilla.

—¡Qué más da, con tal de salir contigo! —respondió Minhyuk.

—Si amor —mencionó el mayor mientras le depositaba un dulce beso en la boca.

Seguían caminando sin rumbo todavía, tomados de la mano.

—Y ahora, ¿dónde vamos? —preguntó el menor.

—A donde tú quieras —contestó, él.

—Yo no tengo pensado lugar alguno.

—¿Quieres que salgamos de la ciudad?

—Si tú quieres.

—Sí, ¡Vamos ya, no perdamos tiempo! debes aprovechar lo posible. 

Siguieron caminando hasta tomar la línea cinco del metro que les dejaría en la estación de Singil para luego tomar la línea uno que los llevaría fuera de la ciudad. Después de un tiempo de recorrer estaban cerca de llegar a Bucheon; se bajaron antes, en un lugar que escogieron al azar. El lugar era agradable y acogedor, no sabían a dónde dirigirse exactamente; se adentraron por un pequeño camino llegando a un sitio donde había una casa a medio construir rodeada de muchos árboles, como también de flores. 

—Nos detendremos aquí.

—Como tú quieras Seokjinnie, donde quiera es hermoso estando contigo —musitó el menor.

—Sí, Hyukkie, lo mismo digo yo, contigo cualquier lugar es agradable y bello —respondió Jin.

—¡Mira Jinnie, que flor tan hermosa y aroma agradable tiene! —comentó el contrario cogiéndola suavemente entre sus manos.

—Sí, amor, es muy linda y bonita, pero no tanto como tú —respondió Seokjin, con cariño. 

Tomando a su amado del brazo, lo invitó a sentarse en un pequeño ribazo. 

Era ya casi el medio día. El sol en lo infinito del cielo, alumbraba febrilmente. 

El lugar en que se encontraban era realmente hermoso, diríase que era un pedazo del paraíso. Cerca del lugar donde estaban corría una porción de agua por entre los árboles.

Un pequeño rosal salpicado de claveles, azucenas y lirios como también de geranios y muchas bellas flores más adornaban el lugar, los árboles tejidos de moras y enredaderas, los pájaros saltando de rama en rama; un colibrí succionaba el néctar de las flores, ágilmente deteniéndose en el aire; más allá, los árboles copados de musgos formaban un pequeño bosquecillo. 

—Este lugar sí de veras es bello —hizo hincapié el rubio.

—Es verdad, pequeño —respondió el contrario, tiernamente bajando el dedo por el filo de la nariz hasta llegar a sus labios.

El rubio, como un niño juguetón y travieso corría de lado recogiendo flores y desmenuzándolas para poner a Seokjin en la cabeza.

El tierno jovencito lo observaba y reía dulcemente.

Nunca murió el amor 「 K. TH - K. SJ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora