P R E F A C I O

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Bienvenidos al pueblo de Asfil

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A 20 Km de Asfil--


La carretera parecía no tener fin, eran a penas las seis de la tarde y ya había anochecido.

Parecía que acababan de pasar a otra dimensión o bloque de tiempo donde era de noche. El clima estaba húmedo, nadie transitaba la carretera que conectaba el bosque y el ambiente asustaría a cualquier niño.

Aunque es lo más común ver el clima de tal manera en esta región del país, otoño estaba por finalizar dando paso al invierno. La temperatura no bajaba de los quince grados centígrados ni rebasaba los veinte, lluvias, humedad y viento a veces, eran una mezcla molesta para quienes no acostumbraban este tipo de clima.

—A este paso no llegaremos nunca —anuncio la voz de una castaña con el cabello alisado observando pasar los árboles en la carretera.

—Ni de broma necesitamos llegar hoy mismo si queremos regresar al finalizar las vacaciones de invierno, luego de esto estaré demasiado ocupada como para pasar tiempo con ustedes —respondió una segunda voz, su amiga, una pelinegra quien se encargada de conducir sin despegar su vista del camino.

—¡Este fin de semana será genial! —una tercera voz trato de animar. Una chica con anteojos, recordándoles el propósito de su viaje para que no se desanimaran al haberse perdido en el camino.

—Más aun con ustedes chicas —la cuarta voz hablo con un timbre dulce que daba la sensación de que su madre estaba con ellas. Sonrió, observando a sus seis amigas.

Ambas trataban de calmar la tensión del ambiente con calidez puesto que hacia una media hora que se perdieron en la ruta hacia su destino.

El corto ambiente que habían construido fue roto por una quinta voz:

—Maldición ¿Es en serio? —gruño la chica que estaba de copiloto.

—¿Qué sucede? —pregunto la mayoría al unísono, a excepción de quien manejaba ya que sabía de quien se trataba.

—Comenzó a llover —comento quien conducía –Mierda... —pronuncio alargando la última vocal que mostraba la clara molestia.

—¿Nos detendremos? —pregunto la sexta voz. Se trataba de una castaña de cabello corto quien luego de diez horas de viaje estaba hablando, esto a causa de que se había ido la cobertura de su celular y se sentía obligada en comentar algo como el resto de las presentes.

La conductora tardo en responder: —Si porque... —un fuerte trueno interrumpió su oración provocando que el auto frenara abruptamente y tres de las chicas chillaran como animalitos asustados —Creo que si nos quedaremos.

Termino lo que estaba comentando mientras observaba el cielo que pretendía caerse por la lluvia repentina. La carretera vacía resonaba con las gotas de agua que empezaban a caer y la húmeda brisa azotaba los árboles.

—Es una suerte que no estemos en medio de la nada —la chica del copiloto se volteo para asegurarse que sus amigas estuvieran bien luego de haber frenado de golpe por el trueno —Hablando de eso ¿Dónde estamos exactamente? — pregunto a la piloto quien no respondió.

La chica de copiloto tenía el cabello rojo cobrizo que parecía ser natural, desabrocho su cinturón para bajar del auto, pero se detuvo con la mano en la manilla del interior del auto.

—¿A dónde vas? —pregunto la rubia al persuadir lo que pensaba hacer su amiga.

—Quiero ver dónde estamos y todo en la carretera está en penumbras —dijo obvia.

—Yo te acompaño ¿Trajimos sombrillas? —se detuvo antes de bajar junto con la pelirroja

—¡Traje unas por si acaso! Espera. —la chica de anteojos comenzó a buscar en la parte trasera del auto. —Aquí están —extendió el par de sombrillas para ambas con una sonrisa gentil, que fue interrumpida por la voz de la castaña de cabello alisado.

—¿Qué fuera de nosotras sin que vinieras preparada para todo hermanita? —pregunto con el tono cínico característico en ella.

—Pues ahora estarías empapada —respondió obvia ignorando la mirada irónica de su hermana.

Las dos chicas salieron del auto sujetando sus sombrillas que resonaban con las gotas golpeando el impermeable. La pelirroja saco un cigarro excusándose en que no aguantaba las ganas de uno desde ya varias horas. Se escusaba diciendo que los viajes en auto la ponían algo nerviosa y un cigarro la relajaba bastante.

Ambas comenzaron a caminar en busca de algún hostal, gasolinera o una señal de que no estaban tan perdidas.

Caminaron a unos diez metros de donde se encontraba el auto y la pelirroja se detuvo dando una vuelta en su propio eje observando su alrededor.

Solo estaba la carretera y las sombras de la vegetación del bosque, todo estaba oscuro y estaban seguras de que nadie notaria su presencia, ni, aunque estuvieran desnudas en medio de la carretera. Y era demasiado extraño, una carretera vacía, no tenía sentido ya que la lluvia ni si quiera era tan fuerte como para evitar que los autos o camiones transitaran por la vía.

—No hay nada, ni siquiera un jodido poste de luz.

—No seas negativa —le respondió volteándose a su dirección y vio que la pelirroja caminaba por delante suyo ya varios metros lejos.

La rubia le siguió rápidamente ya que no le agradaba estar en un lugar oscuro y sin señales de vida alrededor, además que la lluvia tampoco les estaba ayudando tanto.

—Mira allí —señalo con su cigarro, el cual se apagó tras caerle gotas de agua. —Mierda —maldijo sacando su cajetilla, encendiendo otro mientras se acercaban a la señalización que se encontraba a un lado de la carretera.

Ambas se pararon frente al cartel de carretera y el cielo trono nuevamente iluminando aquel poste, siendo aún muy poco visible las letras para distinguirlas. La pelirroja exhalo el humo que contenía en su boca, entrecerrando sus ojos por la poca iluminación que había.

—Saca tu celular y prende la linterna no logro ver lo que dice. —le ordeno a su amiga.

La rubia prendió la linterna de su móvil permitiéndoles ver las letras desgastadas y mojadas del letrero. Otro relámpago golpeo acompañado de un trueno.

—¿Asfil?












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