4

72 5 0
                                    

Llegamos hasta un restaurante que quedaba al otro lado del parque, era muy pintoresco y sencillo, servía principalmente comida rápida, no encajaba en absoluto con la apariencia de alta sociedad que poseía Erin. A pesar de estar tan apartado tenía muchos clientes, la gran mayoría eran estudiantes que había visto más temprano en el instituto.
- ¿Qué es este lugar?- pregunté.
- Este es Frozen River, el único restaurante en todo Erin, donde puedes comer la porquería que quieras sin que sea un Mcdolnald's- dijo Andrew.
- Por si te lo preguntabas,- dijo Liam- si es legal.
Puse una mirada irónica, todo eso no era normal, un lugar escondido al otro lado de un parque, que vendiera comida con un poco más de calidad que el de una carretera, que quedara en una ciudad como esta y que además fuera legal, sencillamente me parecía imposible. Decidí seguirlos hasta una mesa apartada en una esquina, sentí un montón de miradas sobre mí, y cuando levante la mirada efectivamente estaban mirando en nuestra dirección; algunos me miraban extrañados, un grupo de chicas solo miraba a Liam y había otros que nos miraban a los dos, como preguntándose qué hacía yo sentada en la misma mesa con el, parecía como si ninguno pudiera ver que también estaban Andrew y Josh, mejor trato de ignorarlos.
- ¿Qué te parece el lugar?,- preguntó Josh, que parecía extremadamente feliz por el hecho de que decidiera comer con ellos, aunque cuando no parecía así- se que no es excesivamente lujoso.
- La verdad es que esta bastante bien- respondí.
- Se dieron cuenta de que todos nos están mirando, ¿no?- dijo Josh.
- Mejor dicho, los están mirando,- dijo Andrew, al cual parecía divertirle lo que estaba pasando- porque yo no creo que nadie se haya dado cuenta de que Josh y yo estamos aquí.
- Me parece estúpido que hagan este tipo de cosas, ni que tuviésemos 10 años- dije volteando los ojos.
- Si,- dijo Liam- no entiendo porque podrían pensar que yo saldría contigo, todavía no he caído tan bajo.
Lo miré de la peor forma posible, era un idiota, no entiendo porque lo había dudado, a el parecía divertirle el hecho de que me molestara; iba a decir algo cuando llegó una mesera, creía que nos iba a pedir la orden, pero aparentemente estaba muy distraída con Liam como para hacer tal cosa, tengo que aceptarlo es atractivo, pero tampoco para ponerse así, mucho menos si tenemos en cuenta de que ella debería de tener unos veinticuatro años, mientras el como mucho dieciocho, sencillamente no lo entendía.
- Hola Jenna,- Andrew comenzó a hacer ruidos para llamar su atención- puedes tomarnos la orden, tengo hambre querida.
- Oh, lo siento Andrew,- dijo la mesera finalmente- es que me distraje un poco.
"No me digas" pense volteándole los ojos, como podía ser tan descarada.
- Bueno yo quiero un sándwich doble con un poco de todo.- dijo Andrew.
- Yo quiero una hamburguesa con papas- dijo Josh.
- ¿Y tu que quieres Liam?- preguntó Jenna.
- Lo mismo que Josh- dijo divertido.
- ¿Tu qué quieres Aria?- me preguntó Josh.
En ese momento Jenna pareció percatarse de mi presencia, y me observó como si fuera un bicho raro.
- No se, tal vez una hamburguesa y unos aros de cebolla- no tenía mucha hambre que se diga, así que lo pedí con un poco de resignación, no podía irme a casa sin cenar.
Jenna tomó mi orden de mala gana y se fue, me estoy comenzando a cuestionar como conserva este trabajo si actúa de esa manera. Las pocas ganas de comer se me quitaron en cuanto probé lo que había pedido, estaba mucho mejor de lo que pensaba.
Mientras comíamos los chicos hablaron de deportes, en especial del Jockey, Josh no era el único obsesionado, Andrew y Liam parecían saber todo sobre el tema, mientras que yo no entendía nada, a mi no me gustaba, pero que se le podía hacer. También descubrí que Andrew estaba en clases de teatro, de esto si que podía hablar, mi papá solía llevarme todos los años en verano a New York solo para ver las obras que presentaban allí, estuvimos hablando durante mucho tiempo, mientras Josh y Liam observaban el partido que pasaba en ese momento.
- Aria, ¿qué haces tú?- preguntó Andrew.
- Solía tocar en una orquesta cuando vivía en California- dije restándole importancia.
-¿En serio?- preguntó Liam.
- Si, ¿por qué?- respondí.
- Bueno,- dijo el sonriendo irónicamente- eso explica porque eres tan aburrida.
Trate de hacer caso omiso, pero me molestaba demasiado, tenía ganas de gritarle pero no quería armar una escena, mucho menos que nos botaran.
- Liam- dijo Josh.
- ¿Qué?- dijo Liam que seguía viéndome divertido.
- ¿Por qué no la dejas tranquila y dejas la estupidez?- preguntó, creó que no soy la única a la que estaba logrando desesperar.
- Porque es divertido, aunque si quieres puedo parar- dijo siendo razonable por primera vez desde que lo había conocido.
- Bueno, ¿qué tocas?- preguntó Andrew para cambiar la conversación.
- La pregunta es ¿qué no toca?,- respondió Josh por mi- toca piano, violín y Cello.
Andrew me observó como buscando algo que indicara que Josh estaba bromeando, mientras Liam parecía haberse atragantado con un trozo de hamburguesa.
- No es gran cosa- dije restándole importancia.
Había comenzado a tocar música desde que era muy pequeña, en ese entonces ya era sobresaliente entre los demás, aunque no fue hasta que mis padres se separaron que me consideraron como un prodigio, tocar música me ayudaba a distraerme y a recordar lo mucho que mi papá había disfrutaba viéndome tocar.
- Es imposible que puedas tocar bien todos esos instrumentos- dijo Liam en cuanto logro tragar el trozo de hamburguesa que tenía atorado.
- Pues créetelo, es buenísima, en especial con el piano- contestó Josh.
- Así que eres algo así como un prodigio ¿no?- dijo Andrew analizando lo que estaba escuchando.
- Si,- dije- bueno mis profesores me llamaban así, pero me parece algo normal si comienzas a tocar desde los cuatro años.
- Igual sigue siendo demasiado,- replicó- no te ofendas Aria, pero yo juraba que como mucho te gustaba leer libros.
- Oh, gracias- contesté con un resentido sobre actuado.
- Mia también toca en la orquesta- dijo Andrew.
-¿En serio?- me sorprendió, porque no me esperaba que alguien que parecía tan rebelde como era ella, disfrutará de algo tan tranquilo y lento como la música clásica.
- Si,- contestó- se que es difícil de creer pero la adora.
Estuvimos hablando sobre ese y otros temas hasta poco antes de las ocho de la noche, cuando decidimos finalmente irnos a nuestras respectivas casas. Si bien me había distraído y divertido estando con ellos, apenas me acosté volvieron los recuerdos, de nuevo me sentía mal y ya no sabía que hacer.

Mente en serie(sin terminar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora