SEGUNDO MORDISCO

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Jimin es un cachorro de lobo tal y como los describen en las viejas escrituras.

Es temperamental, volátil y táctil. Sobre todo eso último, lo que hace que Yoongi se enoje sobremanera porque nunca ha sido de su agrado el tocar a otros. Sin embargo el cachorro parece hambriento de tacto todo el tiempo, lo que incluye las noches.

Esa noche, la primera en que decide que mantendrá al cachorro hasta decidir qué hacer con él, despide a los Jung con blasfemias y se interna en sus aposentos. Por unos escasos minutos se permite olvidar lo ocurrido y se bebe una copa del líquido vital con perfectas tonalidades borgoña.

Y su silencio lo rompe un llanto estridente y molesto que grita su nombre.

—¡Por mil demonios! —maldice, recordando que ha dejado al pequeño envuelto en su manta sobre la alfombra del recibidor.

Corre hasta ahí y se queda paralizado al ver el pequeño círculo de sirvientes que rodea a la pequeña criatura orejuda.

Las miradas que le dan se dividen entre el asco y la mas primaria de las hambres.

—No se le acerquen. —ruge. Camina a pasos rápidos, casi invisibles, y se agacha a levantar al bebé. —No es para que se alimenten. Es mi invitado. Lo tratarán como tal.

El cachorro olvida su llanto es cuestión de segundos y se abraza a él, enterrando su nariz diminuta en las hebras rubia que alcanzan su cuello. Yoongi trata de ignorarlo y continua su regaño hacia el resto de vampiros arrepentidos, pero las manitas del niño terminan en su cara, de alguna forma. Y, cómo no, tiran de su mejilla hasta el dolor.

—Gigi. Gigi. —balbucea Jimin, sonriendo. Cierra los ojos cuando lo hace y sus mejillas se ponen rojitas como pequeños tomates.

Yoongi se distrae con eso, al menos por unos segundos, y vuelve en sí cuando uno de los vampiros da un paso mas cerca de ellos.

BoomGyo, un hombre viejo y demacrado que solía ser un lord y lo perdió todo a cambio de la inmortalidad. Estaba algo encorvado y su cabello siempre se las arreglaba para verse grasoso y amarillento, siendo de los pocos malditos que parecía haber perdido todo su atractivo físico.

El hombre señaló hacia el cachorro y apretó la mandíbula con disgusto, casi mordiendo las palabras -Es un lobo.

Yoongi tenía demasiado ya de la maldita rivalidad y los malditos estigma de las razas.

—Sé lo que es.

BoomGyo siseó —No puede tener un lobo aquí, milord.

—¿Me lo impedirás tu?

El hombre retrocedió un paso y negó aterrado —N-no, no, milord. Pero son criaturas salvajes y...

—Tendré lo que se me dé la gana porque, según recuerdo, esta es mi casa. —proclamó, dirigiendo su mirada al resto de los criados. —Este niño es mi invitado y no va a irse por el momento, es mejor que vayan acostumbrándose a su presencia. Si escucho el mas mínimo comentario despectivo o cualquier acto de repudio, voy a encargarme yo mismo de hacerles entender quién es su amo —advirtió, dándose la vuelta. —Y por el bien de todos, espero que eso no pase.

El silencio se ocupó de llenar el espacio y Yoongi se alejó convencido de que no ha terminado con ellos.

El cachorro, por su parte, parece completamente feliz de lo que sucede. Ajeno a todo y con una de sus inquietas pequeñas manitas amasando las mejillas del vampiro, casi como si fuese arcilla.

Yoongi dijo suavemente —Basta ya. Deja eso.

Y el cachorro para de hacerlo por exactamente un minuto. Luego de eso, y sin importar que el conde estuviese subiendo las empinadas escaleras, se abalanzó a morder la misma piel con la que jugaba.

Singularity © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora