SEXTO MORDISCO

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—N-no creo que pueda..., la verdad.

—Tienes que poder, SeokJin-ssi. Te lo estoy ordenando.

El hombre se ruborizó hasta las orejas.

—¡Solo soy un criado! ¿Que les voy a decir? ¡Son nobles!

Rosé apartó su tasa de té devuelta a la mesa y le dio una mirada hastiada.

—Vas a decir que el amo Min está indispuesto.

—Pe-pero es un vampiro. —razonó, secándose las palmas sudadas contra la tela del pantalón —¡Los vampiros no nos sentimos indispuestos! ¿O es que los nobles pueden enfermarse? No creo que pueda convencerlos de eso.

—Incluso los nobles tienen sus días malos. —convino ella, algo molesta por la negativa del mas joven. —Puedes decirles que bebió de una cosecha deteriorada. Que tiene muy mal humor y que está encerrado en su habitación hasta olvidar lo sucedido. Dile que solo eres un criado y no es tu trabajo poner en duda las palabras del amo a que te debes.

El rostro de SeokJin se iluminó como una vela.

—Oh, si, si. -balbuceó, haciendo una reverencia y poniéndose en marcha casi al mismo tiempo. —Les diré...si, iré ahora mismo. Con permiso.

—SeokJin-ssi —llamó.

–¿Si?

—Ni una palabra o balbuceo sobre el omega —recordó ella, levantando la mirada para chocar con la contraria. —O la ira del Conde va a ser el menor de tus problemas.

El joven tragó, con su manzana de Adán moviéndose vistosamente por su delgado cuello.

—Por supuesto.

Y se retiró.

Roseanne suspiró con cansancio y continuó bebiendo su té sin apartar la mirada de la puerta cuando el vampiro la atravesó corriendo atropelladamente.

Estaba nerviosa, aunque le costase admitirlo, y deseaba por todos los medios que las horas transcurrieran lo mas aprisa posible para terminar esta tortura. Su preocupación por Jimin iba en ascenso a medida que el olor dulce a omega se esparcía mas allá de lo que pensó que haría. Que apareciesen nobles en busca del Conde solo empeoraban la situación que ya era lo bastante compleja.

No tenia idea de qué estaba pasando en la habitación de la torre, o si estaba pasando algo si quiera.

Pasara lo que pasara, no estaba a su alcance solucionarlo.

En estos momentos, mas que nunca, habían otros asuntos que necesitaban su supervisión. Hasta que el Conde Min volviese, por supuesto.


[[...]]

Yoongi estaba a un paso del nido, contemplando el bulto de prendas y mantas que el omega había apilado tan malamente como le permitió su instinto, sin saber que hacer a continuación.

Jimin estaba arropado sobre aquel desastre, luciendo exactamente como eso. Un desastre. Con el pelo que rozaba su cuello ensortijado debido al sudor, la piel húmeda y las pupilas amplias, con solo el anillo verde rodeándolas.

Su mente debía estar algo nublada ya, o quizás nublada del todo si tenía que adivinar. Los ciclos de celos eran bastante fuertes en los omegas mas jóvenes y, siendo el primero, imaginaba que el dolor debía ser considerable.

El chico se removió, deshaciéndose de las mantas y suspirando cuando el aire frío de la noche golpeó sobre su piel caliente. Tocó, visiblemente molesto, por sobre su vientre, dándole una mirada quejumbrosa al vampiro.

Singularity © yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora