Epílogo

3K 322 145
                                    

Aunque estemos atados a tierra

sujetado por cadenas de tierra,

alguna vez alcanzaremos las estrellas.

Nuestros espíritus, son libres.

~ Anónimo


Draco luchó contra un creciente ataque de pánico; sólo la sensación de la mano de Harry en la suya redujo su necesidad de hiperventilar cuando las puertas de Azkaban se abrieron.

—¿Estás bien? —susurró Harry.

Draco asintió levemente, pero Harry debió haber decidido que el gesto era una mentira. El ceño fruncido que estropeaba sus rasgos le dijo a Draco que estaba a punto de insistir en el tema, así que Draco admitió, —Cada vez que vengo aquí, siento que me arrojarán a una celda y confesaran que estoy destinado a estar encerrado.

—¿Qué? —preguntó Harry y luego soltó una carcajada que hizo que el guardia de aspecto corpulento, seis pasos adelante, mirara por encima del hombro. Harry bajó la voz—. Draco, seguramente no lo dices en serio.

Draco encogió sus alas, sabiendo que solo eran visibles para Harry. Habían perfeccionado el Encanto Glamour durante los últimos seis meses y Draco lo usaba de forma semipermanente. Se puso como una capa adicional de ropa, sin apenas notarlo. Algunas personas podían ver a través de él solo porque esperaban ver las alas de Draco. Harry, por supuesto, Granger y Weasley. Y su madre.

—Supongo que no —dijo Draco en respuesta a la pregunta de Harry—. Pero todavía me siento responsable de ciertos... eventos. Sin duda, Molly Weasley me hizo responsable.

Los ojos de Harry brillaron y Draco no pudo evitar sentir una oleada de orgullo cuando Harry lo defendía. —Ciertos eventos fueron dictados por circunstancias creadas por un hombre loco y has pagado con crece tus deudas por todo...

Draco se rió en voz alta. No pudo evitarlo; Harry era simplemente adorable cuando se exaltaba por una banalidad, especialmente cuando justificaba las acciones de Draco. Merlín, a veces Draco todavía tenía ganas de pellizcarse para validar la realidad del afecto de Harry. Draco levantó la mano de Harry y le dio un beso en los nudillos.

Una sonrisa torcida curvó los labios de Harry y Draco casi lo acercó a un beso. Solo los abucheos de los prisioneros mientras caminaban por el centro del bloque de celdas lo detuvieron. Detenerse en un pasillo de Azkaban para besarse no era realmente una opción. De hecho, besarse en Azkaban sería extraordinariamente inapropiado.

Llegaron al final de un pasillo, sin pasar por una variedad de reclusos, algunos con miradas perdidas y otros que se acercaron a ellos con dedos como garras, gritando salvajemente. Draco se estremeció y se acercó a Harry. Odiaba este lugar. Una escalera de caracol conducía a un nivel superior, uno que contenía prisioneros más refinados, Draco lo sabía por sus visitas anteriores.

El guardia usó su varita para abrir otra puerta de madera con una serie de hechizos complejos. La mantuvo abierta para ellos, por respecto a Harry, sin duda, porque Draco nunca recibía tanta cortesía cuando estaba solo. Draco soltó la mano de Harry.

A la mitad del bloque de celdas, se había colocado un juego de sillas frente a las barras de hierro. La madre de Draco se sentó en una, aunque se levantó con un susurro de seda lavanda cuando los vio. Caminó hacia adelante con gracia y sonrió mientras tomaba las manos de Draco y le daba un beso en la mejilla.

Cadenas de la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora