Llegó la mañana del 5 de noviembre, las audiciones serán hoy. Verónica se despertó, saco su cabeza de las sabanas; estaba muy despeinada solo se le veían los ojos por el cerquillo. Se enredó en las sabanas y rodó hasta el piso donde se quedó un rato acostada como un burrito.
-VERÓNICA! - era su madre estaba parada en la puerta - ¡MUEVETE!
Verónica yacía en el piso con un ojo abierto y el otro cerrado.
- ¿Qué pasa maa? - decía muy renegada
-Vas a llegar tarde niña – dijo su madre mientras recogía la ropa del piso y de encima de el televisor -Y esta es la ultima vez, más atrasos y terminas con un reprobado
-Si ya, ya voy- Verónica se puso de rodillas para buscar la ropa en el cajón inferior
- Más te vale – dijo su mamá mientras salía- Ordéname este desastre también
-Ajamm- Verónica vio que su madre salió de la habitación y entonces se abalanzó al teléfono para revisar sus mensajes.
Verónica le sonrió al teléfono. De pronto escuchó a su madre subiendo la escalera, tiró el teléfono debajo de la cama y empezó a buscar ropa que ponerse desmantelando los cajones ni que huracán.
Tomó un pantalón cargo verde a la cadera, un top negro de gato y una malla de red como mangas. Cuando se estaba vistiendo entró su madre
-VERÓNICA- le gritó su mamá abriendo la puerta de golpe
-ME ESTOY CAMBIANDO- Le gritó Verónica de vuelta- Ya bajo
-Con cuidado ¿eh? – y su madre dejó la habitación y dejó la puerta abierta
-EY – gritó Verónica – LA PUERTA – enojada y con un brazo afuera de la malla cerró la puerta de golpe. Se terminó de cambiar se puso accesorios; aretes de daga, cadenas y manillas negras, y bajo corriendo las escaleras en calcetines hacía la mesa de comedor
- Zapatos- dijo su mamá mientras daba la vuelta a un pancake todo quemado
-YA- contestó condescendiente Verónica mientras tomaba un pan tostado y caminaba a la entrada donde dejaba sus zapatos converse negros sin los que no iba a ninguna parte. Se puso los zapatos y volvió a la cocina
