Mateo

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-Mateo, ¡MATEO! – un señor alto y con barba, robusto como leñador le estaba gritando – Levántate mariquita

-Ya te dije que no me trates así- dijo Mateo entre dientes metiéndose debajo de las cobijas.

-Levántate- dijo el hombre jalando las cobijas- Vas a llegar tarde son las 7

-Mierda- dijo Mateo saltando de la cama.

-Cuida tu hocico

-Voy a llegar tarde al examen de cálculo- Mateo comenzó a desvestirse para ponerse el uniforme.

-Muévete- dijo el señor saliendo de la habitación- Tu madre dejo el desayuno en la mesa.

-Si, gracias.

Mateo se vestía lo más rápido que podía, por la habitación volaban zapatos, corbatas y medias. Cuando estuvo listo corrió hacia la cocina y comió el desayuno lo más rápido que pudo.

Cuando acabo de comer el reloj marcaba las 7 y 27, si no se apuraba llegaría tarde. Corrió con todas sus fuerzas a la estación de bus, el colegio estaba lejos de su casa como a hora y media.

Llego por las justas a tomar el bus, estaba sudando frio, el bus arranco de un tirón lo cual genero que Mateo despertara del trance en el que estaba, seguía bastante adormilado. Pero eso no le impidió que viera el paisaje, el otoño había tornado la ciudad de colores ocres y naranjas, las hojas empezaban a desprenderse de las ramas y la gente ya llevaba bufandas por la ventisca; esto anunciaba el inicio de octubre, lo cual iniciaba la semana de pruebas de mitad de parcial, donde te evaluaban las cosas que aprendiste en la mitad del parcial que pasó.

Mateo se estaba congelando, olvido su chaqueta en la casa por salir tan rápido y aunque se moría de sueño tenía que estudiar para calculo, si reprobaba perdería la beca deportiva que tenia en el colegio. Hace tres años Mateo fue reclutado por el entrenador de atletismo para que formara parte del equipo, le dieron una beca completa, pero a cambio no podía reprobar ni una sola materia; eso significaba que tenia que tener un promedio en todas las materias mayor a 7,5. Todos estos años se ha salvado por un pelo, pero no se sabe si este año lo lograra.

La secundaria quedaba lejos de la casa de Mateo que vivía a las afueras de la ciudad, como a treinta minutos en bus.

Tomo su cuaderno para estudiar, pero casi ni se concentró, y cuando menos lo espero ya habían llegado. Se bajo del bus lo más rápido que pudo y corrió a la puerta. Era lunes a la mañana por lo cual tenían misa la primera hora.

Entro corriendo a la capilla, pero estaba cerrada, eso le iba a costar un sermón de media hora mínimo, pero al menos le daba cuarenta minutos para estudiar.

Mientras Mateo estudiaba sentado en el frio, las canciones del coro se escuchaban hasta afuera de la capilla. Eso le recordó que el también estaba en el coro, eso le daría otro sermón de media hora por parte del cura.

Cuando estaba estudiando el ultimo tema que faltaba, el conserje se le acerco y le dijo que el entrenador le estaba buscando. "Ya fue" pensó.

-Mateo siéntate – dijo el entrenador mientras señalaba la silla que estaba frente a su escritorio.

-Buenos días – dijo Mateo tomando asiento - ¿Qué sucede entrenador?

-Bueno como es sabido, la temporada de torneos empieza en marzo – Mateo parecía confundido – Y necesitamos entrenar desde ahora- prosiguió el entrenador.

-Si? Si se eso- el joven se encontraba perdido

-Bien pues, en las competencias de este año, como cada año. Viene un delegado de la ucla – el entrenador estaba bastante serio – Este año se llevará a un solo representado del ultimo año para darle una beca deportiva completa

Una sola juventudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora