Cosas en la estufa
La cena con Paula transcurre como lo han hechos las últimas, es una chica un tanto retraída que constantemente se encuentra mirando a su alrededor por temor a que haya alguna mirada indiscreta sobre nosotros, sin embargo, desde que le relato la trágica vida de Aaron Brooks falso ella parece más abierta a contarme las cosas que pasan por su cabeza, por ejemplo, ahora sé que ella mantiene sola a su abuelo quien desde hace unos meses tiene que estar internado en un hospital por dificultades respiratorias, también sé que de haber terminado la universidad habría salido con un título en diseño industrial y que fuera de sus abuelo, no tiene ningún familiar que pueda responder por ella.
Es una chica por demás vulnerable, pero no todo en ella es ternura e inocencia. Cuando comenzamos a debatir temas relacionados con las diferencias entre las mujeres, arte entre otros temas triviales, parece un pez en el agua. Se le han salido un par de veces palabrotas, lo cual es una clara señal de que se encuentra cómoda en mi compañía. En resumen, el avance que he tenido con Paula es bueno y puedo casi confirmar que ella no es A, ella simplemente es una chica que prefiere ignorar que su jefe la acosa y abusa de su poder para mantenerla presa a su lado.
—Toda la cena te he sentido un tanto distraído ¿pasa algo? — dice Paula recogiendo sus cosas para salir del lugar.
—Me parece que es el cansancio por todo lo que ha sucedido en el día, quien mando esa foto ha sido muy cruel. — de nuevo, tomo con delicadeza su bolso para cargarlo.
—He escuchado que las chicas salieron del trabajo un tanto temerosas. — susurra.
—Lo imagino, no deben sentirse seguras sabiendo que hay un loco suelto en la ciudad.
—Si, la verdad tampoco me siento segura de salir a las calles e ir a mi casa. — salimos del lugar tras colocarnos nuestros abrigos. —A veces me gustaría poder compartir con ellas mis miedos, si alguien me parece atractivo o simplemente comentar el último rumor de la oficina, tener una amiga me haría sentir menos sola en esa fría oficina.
—Tal vez deberías acercarte a alguna, no estamos en secundaria para que no te hagan caso.
—No es tan sencillo, Aaron. — suspira. —El señor Janssen parece empeñado en contarme toda relación con mis compañeros y compañeras.
—¿A qué te refieres con eso?
—Todos me odian porque el señor Janssen les dijo a todos que las últimas tres bajas fueron porque yo le informe que las chicas se habían liado con los coordinadores en un fiesta. — resopla. —No era cierto, pero todos los creyeron porque ser la asistente de Isaac parece ser el equivalente a la empollona del salón, desde entonces no me requieren en las reuniones de empleados y la mayoría de las veces incluso me evitan cuando voy caminando por lo pasillos.
—Tus compañeros son unos idiotas. — suelto sin más. —Y si reportaste esa incidencia ¿qué? Es tu obligación, cualquiera prefería salvar su pellejo antes que el de otras personas.
—La gente siempre te va juzgar por los actos malos que puedas tener, sin importar que hayas tenido otros mil actos buenos antes. — parece muy desanimada cuando llegamos a su auto. —En fin, gracias por siempre ser mi pañuelo de lágrimas, Aaron.
—Apuesto Aaron hubiera sido más aceptable, pero puedo conformarme con eso. — hago un guido logrando que suelte una carcajada.
—Bien, apuesto Aaron. — se acerca a mi y desliza sus manos desde mi pecho a sus hombros. —Creo que es tiempo de que me vaya. — sonríe sensualmente.
—Descansa Paula. — trato de alejarme con delicadeza, pero su agarre es firme. —Nos vemos mañana.
Todo pasa en cámara lenta, ella se acerca a mis labios, yo abro muy mucho mis ojos y de repente unos suaves labrios impactan contra los míos intentando que comience un beso que no estoy seguro de que sea una buena idea porque sé que para Paula esto solo significaría que deseo entablar una relación romántica con ella, lo cual no quiero porque si ella no es A, seguramente terminará en una fuerte desilusión.
Al no sentir una respuesta por parte de mis labios, veo como sus ojos se abren con lentitud posando su triste mirada en mi expresión de asombro. Se separa de mi abruptamente, como si de repente mi cuerpo fuera lava que la quema, sus mejillas están extremadamente rojas y parece contrariada.
—Lo siento, creo que entendí mal...en verdad que yo creí...Aaron yo...— tartamudea sin poder crear una frase coherente.
—Paula lamento...
—No, no, no, yo...yo... tengo que irme. — prácticamente me arranca el bolso del hombro y huye a hacia su auto.
—Paula, déjame decirte algo.
—Nos veremos luego, deje unas cosas en la estufa. — y sin más su auto se pierde en las calles de Ámsterdam.
—¿Cosas en la estufa? — río incrédulo por esa última frase.
«Hoofddorp a 26 de enero del 2015»
Cuando mis pies tocan el piso de nuestra casa provisional oficialmente es la media noche, parece que todos están en sus habitaciones por lo que me siento libre de gritar para sacar toda la frustración que tengo acumulada.
Ojalá no tuviera una personalidad tan electrizante, así Paula Brower no se habría enamorado de mi con tanta facilidad y en tan poco tiempo.
Creo que no solo necesito un trago, sino que también necesito mi dosis de Caroline y sus atenciones especiales, por ello busco en mi teléfono su contacto y los tonos de una llamada en espera no tardan en sonar. Me responde al tercero.
—Parece que alguien por fin se ha acordado de mí. — dice en su usual tono sentido.
—Querida, ambos sabemos que tus acosos son completamente inolvidables, debes parar. — le sigo el juego sabiendo que hará alguna tonta rabieta.
—Eres...eres...si tanto te molestan mis atenciones entonces puedes colgar.
—No sería divertido de esa manera, dime ¿cómo van las cosas por allá? — inquiero para tentar mi terreno alrededor de John.
—Parece que a John se le ha borrado de la mente que se han ido a la misión más difícil que ha tenido la IPRI en los últimos años. — responde con asombro.
—O esta esperando que en cualquier momento le manden la notificación de mi muerte.
—Esa también podría ser la razón por la que se mantiene tan tranquilo, aunque Julie pregunta constantemente por...
—Mathew, lo sé.
—Si, pero si te sirve de consuelo, las gemelas constantemente me mandan correos para preguntar con ambos. — ríe. — De hecho mas por ti, al parecer se encuentran temerosas de hablar con su hermano el gruñón por alguna indiscreción que cometieron en los últimos días, ¿me has estado ocultando algo?
Aprieto el puente de mi nariz con frustración. Al parecer Olivia no puede mantener la boca cerrada por más de una semana.
—¿Qué te ha dicho Olivia? — gruño.
—Nada vergonzoso, te lo aseguro. — todo lo vergonzoso al parecer. —Parece que hay un romántico poeta habitando en tus entrañas y no he recibido ni un solo verso.
—Linda de mi recibes mi lado más perverso, es el mejor. — casi puedo ver como rueda los ojos.
Caroline odia que actué como Mathew.
—Escuche de muy buena fuente que Malice oficialmente ha terminado.
—Parece que mis hermanas y Alice tiene una muy buena comunicación contigo, y yo creía que Mathew era chismoso. — suelto un gran suspiro. —En fin, necesitaba hablar contigo, mejor siéntate porque va a ser una larga noche.
Y así me dedico a relatarle a Caroline mis problemas con Paula enamorándose del Aaron falso, de la novela que nadie tenía que ver, de los problemas que tengo desde hace años con John y Julie y de la foto que han enviado en la mañana a los correos de todos los empleados de HLD Company, la cual le envío para que busque en los registros policiacos si existe algún indicio del paradero de esa chica desconocida.
Para cuando cuelgo la llamada con la que considero mi mejor amiga, me encuentro mucho más calmado y con una mejor perspectiva de lo que tengo que hacer.
Ya ansío terminar con el caso.
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Con A: De Astuta
RomanceElla no es lo que parece, tiene varias personalidades, un día puede ser dulce y tierna, al otro podía ser cruel y despiadada, no se equivoquen, no tiene problemas de personalidad, solo se moldea a la situación que se le presente. Ella será la piedra...