Paula Brower
Lo conveniente de tener el puesto de gerente es que puedo dar mis rondines a lo largo de la empresa y entrevistar a los empleados para comenzar a reunir información sin levantar sospechas de nada. Además, me da la oportunidad de elaborar un mapa estratégico de los lugares en los que podemos esconder armas y establecer rutas de escape en caso de que alguna tragedia suceda o en caso de que tengamos que perseguir al tal A.
Mientras camino a lo largo de los pasillos de HLD Company, me encargo de darle los buenos días o regalarles un asentimiento a cada una de las empleadas que se me atraviesan, muchas me miran curiosas, otras solo me sonríen con simpatía y solo unas cuantas apresuran su paso sin siquiera voltear a verme por lo que me hago una nota mental para revisar los contratos de cada una de las empleadas del señor Janssen.
Mi primera parada se da en el comedor donde sé que Paula Brower se encuentra en su horario de almuerzo. La foto de su expediente me mostró una hermosa chica rubia con ojos verdes y sonrisa dulce, sin embargo, cuando me enfrento a la realidad me doy cuenta que ser asistente personal de Isaac Janssen tiene que ser una labor complicada pues frente a mi, encuentro a una chica castaña, solitaria, con la mirada en su comida en todo momento y llevando solo pequeños pedazos de lechuga a su boca. Es todo lo contrario a la mujer que se supone tendría que estar frente a mis ojos.
Miro alrededor en busca de alguna señal de que alguien se sentará a su lado, pero en su lugar, solo encuentro que las personas que pasan frente a ella la miran con destellos de lástima cosa que llama mucho mi atención, parece que la IPRI no solo debería encargarse de casos para los que la contratan sino que de vez en cuando debería encargarse de resolver estos casos para el bien social, como el misterio del por qué todas las mujeres que llevan más de un año trabajando en esta empresa parecen cadáveres andantes o robots positivistas.
Me acerco con paso lento hacia ella tratando de no sobresaltarla y tomo asiento en uno de los bancos que se encuentra a escasos centímetros del lugar en que se encuentra siendo consciente de que las miradas indiscretas comienzan a posarse sobre nosotros.
—¿Cuál platillo es la especialidad de la cafetería de este sitio? — le dirijo una larga mirada.
Parece sorprendida de que alguien le este hablando, incluso mira a su alrededor en busca de alguna otra persona cerca de nosotros.
—No hay nadie más aquí, te pregunto a ti. — río ligeramente.
Veo como balbucea, niega y aprieta sus ojos supongo para tratar de ordenar sus pensamientos y emitir alguna respuesta.
—Creo que los burritos son el platillo estrella. — susurra.
—Burritos, sí, creo a ambos nos haría bien un poco de harina en nuestro organismo. — sentencio porque no hay manera que deje que solo coma ensalada.
—¿A-ambos? No, no, traje mi almuerzo.
—Soy recién llegado y me encantaría tener mis primeros almuerzos con una cara amigable y no solo. — pongo mi mejor cara tierna.
—Puedo acompañarte, claro, pero no deseo un burrito.
—¿Me dirás que estás a dieta? — inquiero levantando una ceja.
—No realmente, pero en esta ocasión solo deseo comer mi ensalada, gracias por la invitación. — todo lo susurra a su plato, no me dirige ni una sola mirada.
—Bien, pero en otra ocasión tienes que permitirme invitarte algo.
—Ni siquiera te conozco. — por primera vez levanta la mirada.
—Ahora que tengo completamente tu atención me presento, mi nombre es Aaron Brooks. — le extiendo mi mano.
—Todo este número fue para...
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Con A: De Astuta
RomanceElla no es lo que parece, tiene varias personalidades, un día puede ser dulce y tierna, al otro podía ser cruel y despiadada, no se equivoquen, no tiene problemas de personalidad, solo se moldea a la situación que se le presente. Ella será la piedra...