Vidrios en lamentos

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Encajar en miradas perpetuas
revivió e hirvió los desmayos.
Puso en acción pensamientos rojos
en contacto con lo verde.
Multitudes de personalidades
hicieron presencia en cadena.
Acecharon al cuervo y a sus gusanos,
los interrumpieron en medio de una danza ilustre,
sincronizada con la sonrisa emplumada.

No importa el porque está bien lo sucedido,
no ahora.
Sin embargo el ser presa,
la propia presa
de su impropio sentir
proporcionó un propósito por el cual seguir.

Así fue que,
sobre el horizonte miradas abanderadas se apodaron firmamento.
Del mástil, colgaba una calavera
no perteneciente a esta dimensión,
no perteneciente a la obvia visión.
Perteneciente a esa arteria que a carcajadas decía te quiero
e intuitiva sabía desde el primer momento
que a esa mirada la dejaría atravesar el cerebro.
A abrir un libro negro.
A negarse dividir su sueño en sien fragmentos.
A incursionar por caminos inapropiados
de los que a sorbos nutren el alma.
Viajes eternos a destinos inciertos en rieles del crúor.
Salpicadura intermitente de la luz
reconfortante en abrazos.

Cerca me encuentro en la mitad del periplo
alejándome de la hilaridad.
En gerundios impuestos.
Con matices de estructuras astronómicas
permisivas al goce,
a la transformación y ebullición de las pestañas.
De un arriba abajo aventanado, como vista única
la discordia y el debate,
la ambivalencia del amar.
Del cumplir.
De la inhibición en la mirada.
Del equilibrio.

Cordis y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora