capitulo 9

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El día era hermoso, pero no para Naruto, viajaba solo en un taxi con su equipaje, hacia el extranjero, estaría solo durante un mes antes de que su esposo lo acompañara en su nuevo hogar, soltó un suspiro —Valla luna de miel— masculló cruzado de brazos

La casa era enorme y hermosa, aunque sintiera una calidez en su pecho por ver su nuevo hogar, eso no lo hacia feliz. —Ya llegamos joven — aviso el taxista, Naruto le dio una ligera sonrisa bajando del auto, el hombre atento bajo sus maletas, el rubio pago la tarifa para mirar de nuevo el enorme lugar.

La casa era lo que se esperaba de su familia, una gran casa, con un amplio jardín, una enorme cochera y al entrar el símbolo de su familia, suspiro tomo las maletas para entrar pero fue interrumpido por un joven.

—Oh déjame ayudarte— se ofreció un joven de cabellos negros y piel extremadamente blanca, tomando las dos maletas para seguir al rubio a dentro de la enorme casa.

—¡Hola¡— llamo Naruto al ver el enorme lugar 

—Aun no llega nadie aparte de usted y yo— informo el pelinegro — Me mandaron a arreglar los jardines, para la familia.

—A entonces tu eres el jardinero, Soy Naruto— se presento el rubio con una sonrisa triste, el chico tomo su mano soy —Soy Sai, pero por que estas triste — cuestiono de forma imprudente, Naruto se sorprendió, pero volvió a sonreír de forma un poco mas cálida — No quería estar solo aquí.

—No estas solo— Sai miro al rubio —Yo voy a estar aquí

las mejillas de Naruto se sonrojaron, esas palabras quería escucharlas de otra persona, las hormonas hicieron estragos en su cuerpo, las lagrimas caían de sus ojos sin poder detenerlas, comenzo con pequeños hipidos seguidos de algunos berridos, Sai no sabia que había hecho para poner al rubio en ese estado, y no sabia que hacer para calmarlo, su cerebro comenzo a pensar muy rápido "Como calmar el llanto de una persona" las oraciones de varios libros pasaron por su cabeza, sabia que había leído algo al respecto, entonces lo recordó, "Para calmar el llanto, brinda consuelo, con un abrazo a veces es suficiente" 

Sai abrazo al rubio dando palmaditas en su espalda y cabeza, Naruto se aferro a la camisa blanca de su compañero, el olor a pasto y tierra lleno sus fosas nasales y por alguna razón eso le tranquilizaba, inconscientemente Naruto se pego mas a Sai de forma que su abultado vientre pego con el chico y entonces lo sintió, un leve movimiento que aturdió a ambos, Sai se separo del rubio asustado —Eso se movió— apunto a su estomago, Naruto llevo las manos a su pancita de 5 meses poco desarrollada —Si, se movió— la sonrisa que se coloco en sus labios fue tan hermosa que hizo sonrojar al pelinegro, sus ojos aun con rastros de lagrimas y una hermosa sonrisa hacían parecer al rubio un encantador angel.

—Pero...— le era imposible formular palabras a Sai

—Bueno yo estoy en estado— informo Naruto 

—Ya veo, eres un docel— dijo Sai.

oooOooOooo

Naruto fue a uno de los cuartos a dejar su equipaje, por la cantidad de escaleras a subir y bajar decidió quedarse en el primer piso, al fin de cuentas solo estaba el y Sai.

Después de tomar una de las habitaciones, Naruto salió a buscar algo de comer su pancita gruño pidiendo alimento.

Al abrir la puerta el rubio se sorprendió al ver a Sai frente a el con una bandeja de comida.

—Te traje algo para que comas— informo al ver que Naruto no decía nada—Lei que las personas embarazadas debían comer frutas y verduras, consumir mucha leche y alimentos altos en hierro.

Naruto se hizo a un lado dejando entrar a Sai, quien en su mesita de noche dejo la bandeja.

—Espero que te guste — siguió hablando Sai —Prepare carne roja que contiene hierro, traje yogurt natural, manzana, fresa y algunas verduras.

—Porque lo haces— cuestionó Naruto  abatido

—Eres un docel embarazado y pasaremos algún tiempo trabajando en la casa.

Naruto le regaló una cálida sonrisa, sus ojos derramaron unas pequeñas lágrimas que alcanzo a limpiar —Gracias— fue lo único que Naruto pudo decir ante tan adorable gesto

No sabía porque sus padres lo habían mandado a la casa antes que al personal pero se alegraba de que como compañía tuviera a alguien como Sai.

El infierno puede ser dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora