Capítulo 2

20 2 2
                                    

La puerta del hospital Pérez Carreño se abrió ante Alex, entrando con zancadas largas se detuvo en la recepción pidiendo el nombre de Pamela Smith. Enseguida por la bocina sonó su nombre Ordenando que se acercará a la recepción, enseguida el detective la abordo.

Detallando el rostro de su contrario observo que sus ojos se hallaban hinchados, tal vez por llorar la muerte de su compañera y amantes. Después de presentarse como detective a cargo del caso, Pamela le guió al cuarto de descanso para hablar en un lugar privado.
Sentado en un silla, tomó con calma la taza de café que su contraria le había ofrecido.

- ¿Que le trae especialmente hacia mi? - Pregunto ella mientras llenaba su taza de café.

-Usted ya debería saber ¿cierto? - Respondió Alex - Vengo a hacer unas preguntas referentes a la señorita Amelía Gonzales -

- Pregunte usted pues - Dijo ella Sentándose frente a Alex ya con la taza en mano.

- ¿cuál era su relación con Amelía? - Pregunto

-Únicamente profesional - contestó dando un sorbo a su café

-¿Cuando fue la última vez que la vio? -

-Hace dos días -

-Osea un día antes de encontrarla en el parque - Dijo más para si mismo - ¿La notaba usted extraña? -

-No, salió normal de hospital, dijo que había terminado su turno e iría a su casa a descansar - Respondió

Sin dar tiempo a su siguiente pregunta del detective, Pamela se fue en llanto, su barrera emocional se había desmoronado, su amor prohibido no se encontraba con ella, sentía un vacío en su corazón, se sentía sola y solo deseaba llorar la perdida de aquella persona que le daba propósito.

-Señorita Pamela... -

-Tenía una sonrisa en su rostro cuando salía... Se suponía que nos veríamos el día siguiente para almorzar - Comentó sollozando.

-¿Que quiere decir? - Pregunto curioso.

-Que ella nunca llegó maldición... Tenía que haberla retenido... Que se quedara más tiempo... Que no se fuera... -

Manteniendo por unos segundos el silencio, dejó que ella llorara y se desahogara ella misma.

-¿Sabe quien lo hizo? - Pregunto por fin al minuto de calmarse.

-Aun no - Negó el detective.

-Por favor... Saque a ese maldito de las calles -

***

Abriendo la puerta de su auto, Alex entró y encendió el motor, arrancando rumbo a la estación. Un minuto después de haber charlado con la señorita Smith, su jefe le había llamado para informar que habían apresado al asesino. Sentía ira recorrer sus venas, quería partí la cara del responsable de tantos asesinatos.
Pisando a fondo el acelerador, Alex parecía estar en una carrera de autos pasando uno a uno los coches que estaban en su camino.
Luego de veinte minutos detuvo su auto frente a la estación de policía del paraíso, su lugar de trabajo, donde estaban interrogando al asesino.

Frente a la mesa de interrogatorio, Alex de brazos cruzados se levanto de un salto acercándose al sujeto. Era el pedófilo y violador ahora asesino Marcus Maxwell. Un Tipo escuálido, de rostro pálido y flaco, de cabello oscuro y ojos café.

-Después de violar niñas, te dedicas a matar mujeres - Dijo el detective.

-Llámalo... trabajo de medio tiempo - Aclaro Marcus con tono arrogante

-¡Maldito! - Exclamó - ¡Sabes a cuantos niños has dejado sin madre! -

-Díez en total - Afirmo - ¿Crees que no tengo un reporte mental de cada víctima? -

-Te vas a pudrir en la cárcel y creeme - Amenazó - No será nada lindo.

Acercándose a la salida abrió la puerta pero antes de salir Marcus le detuvo con unas palabras.

-Un asesino tiene muchas facetas detective... Quiere atrapar a más como yo, piense, actúe y analice como un asesino... Solo es un consejo para el futuro -

Cerrando la puerta de golpe, Alex paso un complejo de escritorios donde varios policías hacían sus reportes y con la ira hirviendo en sus venas, se sentó en su escritorio y comenzó con el expediente de Marcus para que fuera llevado a La cárcel del Dorado luego de cuarenta y cinco días.

***

El reloj de la pared marcaba exactamente las dos de la madrugada. Marcus con una sonrisa admiro su celda teniendo en cuenta que era su última noche entre aquellos barrotes de metal reforzado. Un sujeto vestido con el uniforme de policía, camino por los pasillos por los puntos ciegos de cada cámara. Pasando frente a un pequeño grupo de policías les saludo con la cabeza.
Acercándose a la celda observo al chico que custodiaba a Marcus y sin ningún ruido le coloco un pañuelo en la nariz y en solo segundos el chico se hallaba dormido en su silla.
Aproximándose a las rejas observo a Marcus con una mirada sería, con los brazos detrás de su espalda y erguido correctamente. Levantándose de su banquillo se acerco al tipo sonriendo.

-Ya cumplí mi parte - Dijo el - Ahora te toca, sacarme de aquí -

-Seguro, solo dejadme buscar la llave - Afirmo con tono inexpresivo.

Volviéndose hacia el banquillo que usaba para dormir y sentarse, recogió un su única pertenecía. Un collar de plata.
Al voltear se hacia su rescatista se asombro al verse apuntado por el cañón de una Beretta 9mm con silenciador.
"Tu llave" Aclaro el sujeto antes de disparar a Marcus atravesando su frente dándole una muerte rápida y silenciosa.

-Cuarenta y cuatro días y cuarenta y cuatro noches - Dijo guardando el arma - No hay mejor libertad para ti en el mundo que la muerte. -

***

El novato recién ingresado Martin Pérez, abrió sus ojos y se encontró en el suelo rodeado por la mitad del cuerpo policial de la estación ¿que había pasado? Se preguntó al levantaste.
No recordaba parte de su momento de guardia, sólo que de la nada le habían tapado la nariz con un pañuelo y después todo se volvía borroso y oscuro.

Al abrirse paso entre sus compañeros, observo al recluso Marcus Maxwell tendido sobre su propio charco de sangre, procedente de un agujero en su frente.

El jefe de policías se acerco a el y tomándolo del brazo lo llevó a su despacho sentándolo frente a su escritorio. Algo asustado se quedó callado hasta esperar a que el jefe dijera algunas palabras. El jefe era un sujeto ruso, corpulento, de cabello crespo y oscuro, de ojos marrones y de rasgos faciales algo marcados.

-Martín - Dijo por fin el jefe - ¿que paso anoche? - Pregunto.

-No recuerdo mucho señor... Recuerdo que me taparon la boca con una especie de pañuelo y luego... Todo se tornó oscuro. -

-Ya veo... ¿Estas seguro? -

-Si señor -

-Está bien, de todas formas, lleva tu arma para que la revisen y para que el forense compare la bala que mato a Marcus con las tuyas. - Ordeno

-Enseguida señor-

El asesino perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora