5. Emily

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Aún no sé de qué va ese, de verdad.

¡Qué me ha tirado al suelo!

¡Ese se iba a enterar!...

Corrí para poder alcanzarlo.

- ¡Oye!- se ve que aunque le llame no me va a hacer caso.

Cuando lo alcanzo, le doy un toque en el brazo para que se de la vuelta.

Cuando se gira, veo que es un chico joven, unos años más mayor que yo.

Tenía el pelo castaño, y los ojos verdes oscuros.

No me gusta admitirlo, pero es guapo.

Se notaba que debía de hacer algún tipo de deporte, porque tenía unos brazos...

Ay, pero de qué estoy hablando....

- Me has tirado al suelo- digo un poco tímida.

- ¿Qué?- me pregunta.

¿Qué no me ha escuchado?

- Que me has empujado y me has tirado al suelo.

- Ah, no me había fijado. Perdona- obvio que mentía. ¿Que porque lo sé? Pues porque me había dado un golpe tan fuerte que por poco no me mata.

A ver, estoy exagerando un poco. Pero bueno, me había tirado al suelo...

- ¿Cómo que no te has dado cuenta?

- Que no me he fijado- dice despreocupado.

- Eso no es vedad- repliqué hecha una furia. ¿Por qué mentía?

- Bueno, cree lo que quieras...- me dijo aburrido.

- Perfecto- dije con rabia.

- Pero que sepas que eras tú la que estaba en medio.

Ah, así que ahora me echaba la culpa.

- Si, pues yo no lo creo- dije negando con la cabeza.

- Bueno, es la verdad- dijo mirándome a los ojos por primera vez, realmente.

- ¿A sí? ¿Quieres saber cuál es la verdad?- pregunté con toda la seguridad del mundo.

- Ilumíname- dice él, haciéndose el gracioso.

Oh, así que quería jugar...

Genial.

Pues juguemos.

- La verdad es que eres un imbécil- solté sin más- sí, un imbécil. Y de los grandes.

Él no parecía tener reacción alguna en la cara. Parecía como aburrido y cansado de la situación.

-¿Y sabes por qué?- lo miré retándolo. Él me miró curioso- porque no puedes chocar conmigo, tirarme al suelo e irte como si no hubiera pasado nada. Porque la verdad es que sí que ha pasado. Y por eso eres un imbécil. No, mejor, un gilipollas comemierdas

Estaba que echaba llamas.

Él seguía callado.

- No pongas esa cara de...

- Deja de gritarme e insultarme, niñata- me dijo con maldad.

Me había llamado niñata. ¡Niñata!

- ¿Sabes qué? Niñata tus cojones- y en ese momento le pegó una hostia. Espera...- ah, perdona. Que no tienes...

Me giré para irme, pero no sin antes mirar su cara de "acabo de ver un fantasma", o mejor dicho, de idiota que se le había quedado.

¡Toma esa!

Emily 1- Idiota 0

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