1. Emily

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Hoy es un día como todos los demás, aburrido e insignificante. De esos en los que cuando te despiertas no tienes ganas de nada, te sientes vacía.
Se me podrían ocurrir muchos mas adjetivos , pero dejémoslo en qué ser huérfana es lo peor que me podría haber ocurrido en la vida.
Si he de pensar en todas las cosas malas que me han pasado, definitivamente esta es la peor.
Y sí, ser huérfana supera todas las cosas y situaciones incómodas que me hayan podido pasar. Y mira que me han pasado cosas... cómo aquella vez que salí del orfanato y me cayó encima un cubo de agua, o cuando me bajó la regla por primera vez y no sabía ponerme un tampón.
Además, en el orfanato siempre me siento sola. Nadie, a parte de algunas de las niñas me dirige la palabra. Paso todos los dias de mi vida sola, sin hacer nada más que escuchar mis propios pensamientos.
Ahora mismo estoy pensando en...

-¡Chicas a despertarse!

Lo último que me apetece es levantarme de la cama. Como he dicho, no tengo ganas de hacer nada.
En realidad, sí, solo de una cosa. Però os la contaré más tarde.

-¡Qué os levantéis ya, coño!

Os preguntaréis quién la "persona" si es que se la puede llamar así, que está gritando. Ella es Clara Morley, la peor persona que podrían haber escogido para trabajar en un orfanato, o mejor dicho, en cualquier sitio. Sobre todo con chicas adolescentes. No tiene paciencia y se enfada súper rápido, además de las palabrotas y que es una malhablada. Total, que es como Cruella de Vil o la madrastra de Cenicienta. ¿De dónde la han sacado? De verdad que aún no consigo entenderlo.
Esta mujer me pone de los nervios, pero siempre le respondo. A mí nadie me calla.

-Ya vamos. No hace falta que nos grites- le contesto yo.

-Tú, niña. No me contestes... Aquí mando yo y se dice y hace lo que yo quiero, ¿De acuerdo?- que repelente, de verdad. Si es que no la trago...

Nadie le responde. Y normal, es una bruja.

-¿Si o no? ¿Me habéis escuchado?- todas asentían y algunas empezaban a levantarse, pero expectantes a ver que ocurria conmigo. Porque, como siempre, discutiamos.
Yo no era como las demás... Ellas hacian caso, no le contestaban ni le ponian mala cara.
Total, dejémoslo en que soy un poco más guerrera.

-Tú a mi no me dices que lo tengo que hacer. No eres mi madre.

-Es verdad, no soy tu madre. Y menos mal, porque no lo quiero ser. Ahora arriba todas. ¡Ya!

Ese grito fue el último que todas pudimos tolerar. Nos levantamos de la cama y empezamos a vestirnos.
Como no me gusta arreglarme mucho, decido ponerme unos tejanos negros y una sudadera granate. Tampoco soy mucho de maquillarme, así que paso a recogerme mi pelo castaño en una coleta para ir cómoda. Ya veis, la comodidad lo es todo.

-Hoy estaré fuera todo el día, así que no me echéis de menos. No la liéis que tengo una cita y no me apetece volver aquí. ¿Ha quedado claro?-pregunta Clara.

Ninguna de nosotras le contestó, así que se dio la vuelta y se marchó por la puerta.

-Ojalá la despidieran, de verdad. No la aguanto- dice María, una de las niñas del orfanato.

-Yo tampoco la soporto. Siempre nos está gritando- se sincera Olivia.

Así siguen durante un rato todas, diciendo cuanto odian a Clara, alias la bruja, y deseando que la echen.

-Bueno chicas, hoy me voy a la ciudad- les digo yo a todas.

-¿Otra vez?- pregunta Paula, la más cotilla. Siempre está metiéndose en las cosas de los demás.

-Si, adiós.

Salgo del orfanato y me encamino a la comisaría. Sí, habéis leído bien, a la comisaría.
Sé que es algo raro, pero necesito saberlo. Necesito saberlo tanto como respirar. Es lo único que desde pequeña he necesitado saber. Es la última pieza del puzzle.

Del puzzle de mi vida. De mis 17 años de vida.

Deseos compartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora