Después de la caída de La Ciudad de la Luz, Clarke entrega un oscuro mensaje de fatalidad inminente de ALIE. Los disturbios políticos se ciernen sobre Polis en un momento en que los clanes deberían trabajar juntos. Un nuevo comandante debe ascender...
Permanecimos en Polis bajo vigilancia. Este choque de guerreros se fijó para el día siguiente para que Roan y Thayer tuvieran tiempo de prepararse. Le había pedido al Rey que me permitiera ver a mi gente, pero se había negado.
Se sentía extraño estar de vuelta en Polis, tantos recuerdos de mi tiempo aquí con Lexa. Me sentí perdida en la soledad de mi habitación y le pedí a mi guardia que me escoltara a ver a Thayer para discutir los preparativos para las consecuencias de su pelea con Roan. Cuando entré a la habitación, ella estaba mirando por la ventana el cielo nocturno. "Es tarde, Wanheda. Deberías estar durmiendo", dijo mientras seguía mirando por la ventana. Me moví para estar a su lado, "No soy yo quien enfrenta la muerte mañana". Thayer simplemente sonrió, "Tengo un entendimiento con la muerte. No me aceptará hasta que esté lista", se volvió para mirarme, "y no estoy lista, todavía no". Thayer vio que yo tenía miedo de lo que estaba por venir, la posibilidad de que ella perdiera la vida y las repercusiones de eso para todos nosotros. Hizo todo lo posible para aliviar mi mente, "Azgeda nunca obtendrá La Llama y tu gente será liberada sin importar lo que suceda. Esto lo juro".Me miró con tanta intensidad, tanto poder y voluntad detrás de sus palabras. Esa noche estaba librando una batalla interior. Quizás porque en ese momento ella me siguió siendo tanto de Lexa, comencé a permitir que mis emociones dominaran mi cabeza.
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Nos miramos mutuamente durante lo que pareció una eternidad. Seguí los contornos de su rostro y vi cómo la luz de las velas proyectaba sombras sobre él. Era tan hermosa que no pude evitar caer en un momento de total abandono. Levanté mi mano para tocar su rostro, trazando las cicatrices que yacían en él. Cayó en mi toque, lo que me permitió tener este momento íntimo. Lentamente moví mi mano a la parte de atrás de su cuello y la atraje hacia mí. Inclinándome puse mis labios sobre los de ella, ella correspondió en un instante. Su beso fue cálido y sensual. Ella me devolvió el beso tan lentamente, tomándose su tiempo para sentir mis labios contra los suyos. Nunca quise que terminara, perdida en su toque, en este momento de felicidad. Intenté impulsar el beso en algo más, pero la sentí alejarse un poco. Su boca todavía estaba tan cerca que podía sentir sus labios rozar los míos mientras hablaba en voz baja: "Los corazones rotos no se curarán de esta manera. En otra vida, en otra ocasión, podríamos haber incendiado el mundo, Wanheda". Ya podía sentir las lágrimas en mis ojos. Sabía en mi corazón que decía la verdad. Me acercó más y me abrazó mientras comencé a llorar. Éramos dos almas perdidas tratando de encontrar nuestro camino en la oscuridad.
