Capítulo​ 3

8K 382 1
                                    

Meto la llave en el contacto y arranco el coche. Salgo del aparcamiento dirección a la puerta de salida del parking.

¿Por qué habrá dicho eso Andrew?

No tengo ni idea, pero parecía muy seguro de lo que decía. Lo que si sé, es que no puedo comentarle nada de esto a Izan, se pondría furioso. Y no quiero que se enfade conmigo, no hoy cuando le he echado demasiado de menos.

Respiro hondo y conduzco.

Una vez estoy en la calle, paro el coche al lado del Ferrari negro de Izan.

-¿A dónde? -le pregunto alzando un poco la voz.

-A mi casa -me dice en igual tono.

Asiento y enfilo la calle, me establezco en la Fifth Avenue y conduzco hacia el norte. Izan, va justo detrás de mí. Ya me sé el camino hacia su ático de memoria.

Tardamos un buen rato en llegar por el estresante tráfico que hay en carretera. Es hora punta, lo que lo hace aún peor.

Aparco frente a su edificio, bajo del coche, le doy la mano a Izan y cruzamos el vestíbulo principal.

-Buenas noches, Robert -saluda él.

-Buenas noches, señor Clark. Señorita Rowling.

Yo le dedico una agradable sonrisa.

-Hola, Robert.

Subimos en el ascensor, sin hablar y mientras tanto no paro de darle, vueltas y vueltas al comentario de Andrew. ¿Por qué habrá dicho eso? ¿Sabrá algo que yo no sé? ¿Estaré siendo una ingenua con Izan o será un estratégico y malévolo comentario para hacer daño y dejarme pensando en ello a cada rato? No tengo idea.

Izan baja sus ojos claros hacia mí.

-¿Te pasa algo?

-No -enfatizo con la cabeza.

El frunce el ceño y luego fija sus ojos al frente.

El ascensor no tarda en abrir sus puertas. Salimos y entramos al vestíbulo del apartamento. Izan se para y se quita la chaqueta azul del traje y luego la cuelga sobre un perchero que hay a dos pasos de la puerta de doble hoja.

-¿Me das la chaqueta?

-Eh... sí -me quito la chaqueta vaquera y se la tiendo.

Él la cuelga y a continuación se gira, tomándome de la mano, y llevándome en dirección a la cocina.

-¿Quieres una copa de vino blanco? -me pregunta dirigiéndose a la nevera.

-No, gracias.

-Yo tomaré una copa o quizás dos -murmura.

Me siento en el taburete y dejo el bolso sobre la isleta.

Izan vierte vino en una copa, luego da un buen trago y me mira.

-¿Cómo te ha ido el día? -me pregunta tranquilamente entretanto viene hacia mí, con copa en mano. Se sienta a mi lado.

-Bien -me encojo de hombros. ¿Qué puedo decir que no haya dicho ya?

-¿Algo va mal? -me mira interrogante.

-No.

-No estás muy habladora esta noche. Esto no es habitual en ti, siempre me acribillas a preguntas -dice con sequedad y da otro trago al vino.

No puedo contarle lo que me ronda por la cabeza. Aunque no quiera mentirle, no puedo hacerlo. Sé que si le digo se podrá furioso, ya lo hace con solo nombrarle, no quiero correr ese riesgo, no quiero que se enfade conmigo. No, no le voy a decir. Me lo guardaré para mí, el simple pero puntilloso y desagradable comentario de Andrew.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora