Donde Juyeon es un padre soltero, sobrellevando la crianza de sus dos niños después del abandono de su omega.
Y donde Youngjae tenía un lobo lastimado con los años.
"Con la misión de reparar el corazón roto de su papi, Jiwon decide buscar un omega...
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ㅡUgh, quiero ir a casa.
Frustrado, suspira poquito mientras coloca dos cereales diferentes en su carrito de compras, no sabiendo cuál de los dos le gustaría más a su hyung, más el alfa realmente le importaba poco.
Le dolían sus pies, su cadera y su cabeza, estaba angustiado y quería llegar a su casa. Se fijó en su celular, mordiendo poquito sus labios cuando divisó la fecha, con un recordatorio fijado en su pantalla de inicio, mismo que le indicaba cuándo tendría su celo.
Y apenas faltaban días, sabía que esos dolores de cuerpo no serían únicamente por su trabajo.
Realmente deseaba llegar a su casa.
Maldito en voz baja cuando sintió su parte baja de la espalda pinchar, un leve ardor posándose ahí.
Ugh, se aseguraría de golpear a su hyung tan pronto lo tuviera enfrente. Estaba seguro de que nada le costaba pasar al super, ¡pero lo enviaba a él en su lugar!
Todo por quedarse con su hermano, en sus dichosas maratones odiosas de películas.
Quería pegarles a los dos.
Chasqueó su lengua, ligeramente irritado. Con desgana, avanza hacia el pasillo de al lado, colocando un par de productos más, listo para irse.
Era lo que más deseaba en su momento.
Se detuvo en seco cuando sintió una sensación demasiado incómoda recorrer su espina dorsal, haciendo erizar su piel.
Arrugó poquito su entrecejo, colocándose alerta cuando sintió su lobo inquieto, más de lo normal, quizás hasta temeroso, y no lo entendió hasta que una cabellera muy llamativa apareció por su mismo pasillo, haciéndolo abrir sus orbes en grande, retrocediendo poquito.
Y a pocos metros de él, el alfa alzó su mirada de los estantes, boqueando cuando lo miró. Sin vergüenza alguna viéndolo de pies a cabeza.
Entonces Youngjae se sintió mareado cuando ese alfa le sonrió, tanto como alguna vez le gustó admirar.
Oh.
Bajó su mirada a sus manos, sintiéndose temblar poquito cuando esos orbes azules lo miraron, sin amague a dejar de hacerlo.
Y tuvo que tomar aire por su boca cuando ese alfa se acercó sin más, haciendo que su agarre sobre el carrito de compras incrementara, haciendo sus puños colocarse pálidos.
Tenía miedo, no podía siquiera ocultarlo.
Sus años de adolescencia llegaron a él, golpeando su mente y pecho tanto como pudieron, con su garganta casi ardiendo por la sola presencia de ese alfa.
Ese que hacía a su omega esconderse en su pecho, con su cola entre las patas, temeroso a lo que viniera.
Su mente quedó en blanco cuando el alfa quedó a escasos un metro de él, bajando su cabeza para tratar de conectar sus miradas, sonriéndole en grande después, como si el omega no estuviera con su respiración errática, casi amagando a correr.