"Malas compañias" y un amor inesperado..

Se acabó.

Después de salir de aquel baño, y reunirme con Kendra, decidí montar una de aquellas fiestas por las que tan conocida era. Mi madre decidió largarse con una amiga suya a Barcelona, cosa que no me importo en absoluto, puesto que por fin tenía la casa para mi sola.
Pasaron las horas en el instituto tratando de cruzarme lo menos posible con Selena, y llego la hora de ir a comprar todo lo necesario y hablar con algunos amigos para la música y las luces. Iba a ser la mejor fiesta de todas. Estela, había vuelto.
- Las luces ya están instaladas y la mesa de mezclas igual, las bebidas bien frías y nosotras bien calientes, todo listo. -no pude evitar reírme de lo que acababa de decir y la abracé. Ella era la única familia que tenía, y no necesitaba nada más. Sonreí y envíe el primer mensaje de miles de los que se enviarían esa noche.
Eran las 23:30 y la gente ya estaba saltando desde el tejado, vomitando por las esquinas y rozándose con todos. Había perdido de vista a Kendra en cuanto su novio había cruzado la puerta. Llevaba unas cuantas copas de más, así que decidí subir a mi cuarto que era el único cerrado con llave y salir al balcón a fumarme un cigarro. En mi mente se empezaron a deslizar imágenes de cuando Selena había estado en este mismo lugar. Cuidándome y haciéndome creer que en verdad había algo.
El ruido de la puerta me saco de mis pensamientos pero aún así no me giré para ver al/la causante de ello. Suspiré.
-Deberías dejar de fumar. - Esa voz. Esa jodida voz que tanto me atormentaba por las noches, ahora estaba aquí de nuevo. Me giré y la vi allí, apoyada contra la puerta con un vestido que se adaptaba muy bien a sus curvas, esas por las que tanto deseaba perderme. Alcé la mirada hasta sus ojos que me miraban sin rastro de ningún sentimiento.
- Ni que ahora te importase lo que es mejor para mi. - Gruñí sin dejar de mirarla. El alcohol y los sentimientos no eran buena mezcla.
Ella se acercó hasta tenerme a centímetros y me quitó el cigarro lanzándolo por el balcón. Cuando estaba a punto de irse, la agarré de la cintura pegándola a mi y la besé como tanto me pedían sus labios que lo hiciese. Comenzó una batalla de lenguas que fue cada vez a más, hasta que ya no pude más y le arranqué el vestido lanzándola contra mi cama. Esta era mi noche, y no se escaparía. Tiró de mi tumbándome sobre ella y me rodeo con sus piernas mientras se deshacía de mi camiseta y mi pantalón. Mis manos viajaron desde su cuello hasta su muslo apretando esté hasta dejar la marca de mis dedos en el. Me separé de su boca y baje hasta su cuello dejando pequeñas marcas que mañana serían visibles, pero nada importaba ahora.
Me deshice de su sujetador de encaje negro y su culot del mismo color, dejándola completamente desnuda ante mi. Iba a ser mía. Por fin. Sin pensarlo dos veces hundí dos dedos en ella provocando que su cuerpo se arqueara y ella soltará un gemido audible para toda la casa. Rodeé su pezón con mi lengua mientras movía mis dedos en ellas, añadiendo otro más. No tardó en llegar al clímax, dejándose caer totalmente sobre la cama, a lo que sonreí. Lo había logrado.
Después de unos minutos, su respiración pareció tranquilizarse y volverse más rítmica, señal de que se había dormido. La arropé con mis mantas y me vestí saliendo de la habitación sin hacer ruido.
Gente tirada por el suelo, botellas vacías, ropa por todas partes y cosas rotas que ya repondría cuando limpiase. Busqué a Kendra, la cual estaba tirada en el sofá completamente sola y borracha. La intenté despertar pero no respondía, por lo que la tuve que coger en brazos y llevar arriba. La tumbé en la cama de mi madre, asegurándome antes de que no hubiese sido utilizada esa noche. Lá desvestí y la arrope como había hecho antes con la otra chica. Le di un beso en la mejilla y salí sin despertarla para comenzar a recoger todo el desastre montado.