El restaurante japonés

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-El camión de la mudanza llegará mañana. - Añadió el señor Dames después de una larga discusión al teléfono.

Los padres de la joven comenzaron a discutir elevando cada vez más el tono de voz.

- No creo que mañana podamos estar pendientes de eso, tengo mucho trabajo que hacer.

- ¡A mí me preocupa más donde dormiremos hoy!

- ¿Y si vamos a cenar a un restaurante Japonés que he descubierto? ¡Eso nos animará a todos! - Dijo Ana con entusiasmo.

La tensión quedó a un lado y se dispusieron a prepararse para la cena familiar.

La mesa estaba vestida con mucho cariño. En el centro de esta, había un bonito jarrón con flores silvestres y hojas de colores.

Mientras sus padres leían la carta, Ana buscó con la mirada al chico de su anterior visita. Estaba sirviendo las bebidas a una familia.

-No me había fijado en lo guapo que es. -Se dijo a sí misma.

De pronto, sus miradas se cruzaron. Ana sintió como sus pulsaciones aceleraban y comenzaba a sonrojarse. El camarero avanzó hacia su mesa.

-¿Qué les gustaría pedir? -Dijo educadamente.

-Para mí, tempura de marisco. Y para mi marido, sashimi con salsa de soja.

-Perfecto, ¿y para la señorita?

Ana estaba avergonzada, pero no entendía porqué.

- Kioto ramen por favor. - Añadió con la voz temblorosa.

El joven asintió y se marchó camino a cocinas.

Fue una velada preciosa. A sus padres les encantó el restaurante. Tanto, que quedaron en volver allí otro día.

Esa noche, Ana se preguntó qué le depararía el futuro. ¿Cómo sería su nuevo instituto? ¿Haría rápido nuevos amigos?
Pero también pensó en el camarero.
Tal vez la ciudad sería más divertida de lo que imaginaba.

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