-Oye tranquilo - Caleb posó sus manos en mis hombros.
-Caleb, por favor - negué mis ojos de lágrimas - No puedo permitir que le hagan daño.
-Ya lo sé - trató de clamarme con una mirada compasiva - Pero no puedo hacer nada por ti ahora, tienes que esperar un poco.
-¿Y si le ocurre algo?
-¿Confías en él? - le respondí asintiendo - Entonces no le pasará nada.
Me quedé callado, cabizbajo, con la vista clavada en el suelo.
Sabía que Tezcat era más que capaz de cuidarse solo, pero Cinquedea era un hombre muy imprevisible, demasiado quizás, y sabía que no iba a tener piedad para tomar decisiones.También estaba claro que nadie más que yo sabía dónde podía estar y nadie iba a preocuparse de salvarle.
No dejaba de plantearme una y otra vez si habría hecho bien en negarme a volver con el Sector V, pues Cinquedea me advirtió de mis opciones.Los nervios me recorrían todo el cuerpo, como si de calambrazos eléctricos se trataran, provocándome escalofríos y los pensamientos y situaciones más pesimistas que mi mente era capaz de imaginar.
Cualquiera que me viera en ese estado diría que no podía tratarse de mí, de la misma persona que tiempo antes parecía no tener sentimientos ni piedad. Quizás me estuviera ablandando, y aunque suene a excusa yo también era un ser humano con sentimientos. Tezcat era parte de mi vida, y pensar que le podía ocurrir algo me provocaba un vacío y un dolor profundos.
Caleb se fue, y yo le seguí, regresando al campo de entrenamiento del Raimon. El equipo se preparaba a concienca con todo lo que les había contado, cubriendo sus puntes débiles y mejorando por momentos. Los entrenadores dabam órdenes y recalcaban fallos, mientras que el resto trataba de percibir las mínimas mejorías.
Yo me senté en el banquillo, apartado del grupo. Acerqué mis piernas a mi torso todo lo que pude, y mi mente se nubló, alejándome de allí.
Me distancié lo suficiente como para perder la consciencia del tiempo que transcurría. Tenía la sensación de que mis pies y mi cuerpo no tocaban nada, y en mis oídos solo volaba un pitido agudo, que terminó por desvanecerse.
El tiempo se extendió, y dejé de oír, ver, oler... Era como si alguien me hubiera arrebatado mis cicnco sentidos, y todo lo demás fuera un simple vacío por el que iba a la deriva, sin un rumbo fijo.
Traté de volver al campo, traté de hablar o coger algo entre mis manos, pero nada sucedió. Decidí no malgastar mis esfuerzos, y me dejé caer, esperando a que algo ocurriera.
De la nada, un estallido se hizo paso entre el vacío oscuro, y lo tiñió todo de blanco. Ante mis ojos apareció él, en el suelo, o lo que fuera todo eso. Su piel morena y su pelo azabache se distinguían de entre todo lo demás.
Cuando traté de acercarme a Tezcat, apareció Cinquedea, bloqueándome el paso. Su mirada era pícara, al igual que la sonrisa que traía dibujada en el rostro.
Solo con mirarle a los ojos, me di cuenta de que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para complicarme las cosas. Supe no iba a dejarme tranquilo, y con eso, Tezcat era la mayor de las víctimas. Si le ocurría algo por mi culpa, jamás en la vida iba a perdonármelo.
Un fuerte vendabal me impulsó hacia atrás distanciándome de ellos dos. Traté de gritar, correr, alcanzar a Tezcat y alejarle de ese hombre. Noté humedad en mis ojos y mi nariz, y entonces todo desapareció de nuevo.
Pero yo seguí intentando regresar con él.
-¡Bai Long! - mis ojos se abrieron de par en par al notar un fuerte zarandeo.
-¡Ah! - grité asustado.
-Soy yo, Caleb - me miró preocupado - No tengas miedo.
-Caleb... - pude notar entonces que mi respiración estaba acelerada.
-¿Qué te ocurre? - se acercó más a mí - Pareciera que te ahogaras, me has asustado. ¿Era una pesadilla?
¿Había sido todo un sueño? Lo último que recordaba con algo de sentido era el entrenamiento del Raimon. Lo más probable es que me hubiera quedado dormido en el banquillo.
Pero ese sueño, se había sentido tan real... Me levanté de golpe.-No hay tiempo - busqué a mi alrededor desesperadamente - Tengo que regresar al Santuario.
-Ni se te ocurra - Caleb me sujetó el brazo para que no me fuera - Bai Long, ha sido una pesadilla, todo está bien.
-No, nada está bien - llevé mis manos a mi pelo, el cual crucé con mis dedos - Tezcat me necesita.
-Te estás volviendo paranoico - me miró seriamente a los ojos - Esto te está afectando demasiado.
Me quedé callado, mirándole a los ojos que a duras penas se veían a causa de la poca iluminación. Aún era de noche. Le supliqué con la mirada, relajando aún mi respiración agitada. Él no cambió de expresión.
-Escucha, la final es mañana - me habló lentamente, asegurándose de que recordara sus palabras - Después de eso iremos todos al Santuario, ¿de acuerdo?
-...
-Sé que estás preocupado. Pero eso no te ayudará en nada, recuerda que tienes una promesa que cumplir. Así que sal ahí, cúmplela, y rescata a Tezcat para contárselo.
-¿Y si no lo logramos?
-Lo lograremos - afirmó - Pero para eso tienes que descansar. Duerme, cuando sea de día iremos al Raimon para su último día de entrenamiento.
Le asentí. Él se fue, y yo volví a tumbarme en mi cama. Recordé las palabras de Caleb, me convencí de que eran todas ciertas y de que todo iba a salir bien. Pero no podía quitarme el mismo pensamiento de encima.
¿Por qué motivo dejé que nos separaran ese día? ¿Por qué le hice esa promesa? ¿Por qué no me quedé allí para ayudarle?
«¿Por qué soy tan idiota?»
ESTÁS LEYENDO
La Promesa [Inazuma Eleven]
FanfictionLo que juramos ese día bajo las amenazantes nubes grises del cielo se convirtió en uno de mis más grandes errores, pero, muy profundamente de mí, siento que lo hice por ti, y no me arrepiento. Una historia de Inazuma Eleven. Los personajes no me per...